Jason Momoa es un carismático actor que en unos cuantos años se ha convertido en alguien muy buscado para encabezar proyectos, y ese interés abre oportunidades, por lo que no es sorpresa que se haya convertido también en productor ejecutivo de Sweet Girl, su más reciente película. Supongo que ahora será cuestión de que aperenda a elegir mejor sus proyectos (o socios).
La película sigue a la familia de Ray Cooper (Momoa). Amanda (Arjona), su esposa, tiene cáncer, por lo que Ray y su hija adolescente Rachel (Merced) pasan mucho tiempo en el hospital. No sabemos a qué se dedica, pero entrena artes marciales mixtas, a menudo junto a su hija. Cuando la salud de Amanda empeora, su única esperanza es un medicamento genérico que sustituya a la costosa droga de patente que necesita y no pueden costear.
Pero el lanzamiento de la nueva sustancia se retrasa, y de algún modo todos saben que es culpa de la farmacéutica que produce la versión cara. Ray amenaza a Simon Keeley (Bartha), CEO de la empresa, mientras éste participa en un programa de TV junto a una senadora (Brenneman) que se opone a las prácticas comerciales de la compañía. Amanda muere, lo que deja a Ray y Rachel en una depresión y un mar de deudas. Un periodista que afirma tener pruebas contra la farmacéutica contacta a Ray, pero es asesinado frente a él, quien pelea con el asesino y resulta herido.
La historia salta dos años al futuro, y Rachel, ahora ya con 18 años, tiene una ira difícil de reprimir incluso al entrenar artes marciales en el gimnasio que su padre frecuentaba. Ve a Keeley en las noticias, y su padre le informa que es hora de cobrar venganza. Lo que sigue es una absurda historia de venganza que no sólo está llena de clichés, sino que decide enfocarse en un ridículo giro argumental que ni siquiera oculta de buen modo. No suelo escribir spoilers, pero pueden ahorrarles la decepción. A partir de aquí leen bajo su propio riesgo.
El giro del que depende la trama es tan absurdo que me atrevería a llamarlo estúpido, no tanto por la idea misma como por su ejecución. He visto que algunos dicen que es tan absurdo que no se ve venir, pero si ponen atención la verdad es que se revela a los 15 minutos de iniciada la cinta, y a partir de ahí los obvios intentos por aludir a él se convierten en una distracción, y conforme avanza la película la historia pasa a segundo plano y todo gira alrededor de los vagos intentos por ocultar la revelación.
Ray murió como consecuencia de las heridas que recibió cuando mataron al periodista, y Rachel, o "Rae", sufre de esquizofrenia. Es ella quien planea matar a Keeley, pero se dice a sí misma que es su padre quien lo hace. Pero después del salto en el tiempo es evidente que lidia con una pérdida y que está sola: No hay contacto físico con su padre pese a que eso se enfatizó en los primeros momentos de la cinta, y las primeras secuencias de acción ofrecen momentos que confirman el absurdo giro.
Momoa mide más de uno noventa y tiene la constitución de un ropero, pero guardaespaldas más pequeños no parecen tener problemas para superarlo en fuerza. Pese a que entrena artes marciales. Bartha mide 1.70 y es todo menos atlético, pero es capaz de arrojarlo al piso. Peor aún, cuando se le lanza encima le dice, "ven acá, pequeña perra", y la sola idea de ver a alguien decirle así a Momoa es tan absurda que sería divertida en otro contexto. a partir de ahí el guion parece más preocupado por ocultar su "secreto" que por contar una historia.
El FBI (involucrado porque... ¿querían algo más serio que simples policías?) busca el auto de Ray, no a él. Una agente que habla con Rae por teléfono hace preguntas que aluden a su estado mental, y más de una vez intenta convencerla de que ella está en control, no su padre. Todas las secuencias de pelea repiten el tema de ver a Momoa rebasado físicamente por oponentes más pequeños, y los diálogos que aluden a la verdad son demasiado obvios como para ignorarlos, así que la película se vuelve una experiencia frustrante al paso de los minutos.
Lo peor de todo es que había una historia que contar, y con varias alternativas. Podía haber sido un thriller de acción directo, con un hombre peleando contra el sistema y su hija atrapada en la estela de violencia que deja a su paso. Incluso la idea de una hija perturbada que decide tomar la justicia en sus manos y alucina que su padre la dirige pudo funcionar. Pero los realizadores decidieron que la historia era lo de menos y debían convencer a la audiencia de que ellos eran más listos que el espectador.
Como productor, el propio Momoa desperdicia la oportunidad de mostrar que no sólo es una estrella de acción, y es una lástima, porque hay un par de momentos en que actúa de forma sólida, al igual que el elenco que lo rodea. Por desgracia el guion no les da con qué trabajar. Incluso las secuencias de acción, con excepción de la tendencia que ya mencioné, están bien montadas y coreografiadas, aún si al final no llevan a ninguna parte. El resultado es una película que desperdicia la oportunidad de contar una historia y abusa de los clichés.
Sweet Girl es una muy mala película que desperdicia ideas y temas que pudieron ser usados de mejor manera, y verla me parece una pérdida de tiempo, incluso para los fans más incondicionales de Moma. Evítenla como la peste.
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