Hay veces que uno no tiene ganas de pensar después de un día de trabajo y sólo busca un poco de entretenimiento vacío que no exija pensar, y en esas ocasiones suelo buscar películas de acción o comedias bobas. Así fue como vi Monster Hunter (Monster Hunter: la cacería comienza), la más reciente producción de Paul W. S. Anderson (Resident Evil), donde vuelve a colaborar con su esposa, Milla Jovovich.
Para sorpresa de muchos, se optó por estrenar la película en diciembre pasado, primero en China y un par de semanas después en Estados Unidos, incluso a pesar de ambos países aún tenían el efecto muchas de las restricciones impuestas a causa de la pandemia de COVID-19. Como resultado, la película tuvo una recaudación en taquilla muy por debajo de las expectativas, pues alrededor del mundo sumó ingresos por menos de 50 millones de dólares contra un presupuesto de 60, lo que pone en duda los planes de continuar la franquicia.
La historia sigue a la Capitana Natalie Artemis (Jovovich), de los Rangers del ejército estadounidense, quien comanda a una unidad (Team Alpha) a cargo de localizar a un grupo (Team Bravo) que desapareció en medio del desierto. Mientras su equipo (interpretado por Tip "T.I." Harris, Diego Boneta, Meagan Good y Josh Helman) encuentra un rastro que desaparece en medio de la nada, pero antes de que puedan averiguar qué significa se percatan de que una misteriosa tormenta surgida de improviso e intentan huir de ella.
Pero la tormenta los alcanza y en medio de descargas eléctricas los transporta a otro desierto, con arenas más blancas y sin caminos. Empiezan a explorar en busca de algo que les diga donde están, y encuentran los restos del Team Bravo. Poco después se topan con parte del esqueleto de una gigantesca bestia, pero antes de que puedan reponerse de la impresión son atacados por otra enorme criatura que se mueve por debajo de la arena e intentan refugiarse en una formación rocosa a poca distancia de donde están.
Para su mala fortuna, al llegar ahí son atacados por gran cantidad de arácnidos gigantes. Tras ser arrastrada hasta el nido de las criaturas, Artemis logra escapar, pero sola y sin poder comunicarse con nadie no sabe que hacer. Se topa con un guerrero local (Jaa), y pese a sus dificultades para comunicarse, eventualmente hacen a un lado sus diferencias y trabajan juntos en busca de algún modo de salir de ese lugar, lo que lleva a muchas y espectaculares secuencias de acción que más adelante los llevan con otros guerreros.
La idea de ver a Milla Jovovich y Tony Jaa peleando contra monstruos gigantes en un desolado paisaje formado por un interminable desierto y algunas formaciones rocosas es lo bastante atractiva como para no requerir mucho más, así que no es ninguna sorpresa que Anderson decida trabajar con la premisa más sencilla y sin perder el tiempo en nimiedades como desarrollo de personajes o construcción de mundos y se enfoca en lo que mejor sabe hacer: espectaculares montajes de acción, sólo interrumpidos por breves escenas expositivas.
No conozco el videojuego, pero asumo que los nombres de las criaturas (Diablos, Nerscylla y Rathalos) están tomados de él, y si entendí parte de una entrevista que vi, el videojuego tiene lugar en otro mundo y la idea de llevar una unidad militar desde el nuestro fue la forma elegida por el director para presentar el mundo sin necesidad de más exposición. La estructura narrativa también es reminiscente de un videojuego: varios niveles de enemigos con un puñado de escenarios distintos y un jefe final y aparentemente invencible.
Anderson puede ser muy básico y limitado en lo que hace, y hay que reconocer que lo hace bien. El primer tercio de la película lidia con la llegada de los soldados, muestra lo poco equipados que están para pelear contra monstruos y ofrece un vistazo básico del mundo. El segundo acto se enfoca en Artemis y el cazador y la forma en que crean un lazo para trabajar como equipo, y el tercero presenta a un jefe guerrero (Pearlman) que con un poco de exposición hace que la historia tenga sentido y ofrece la gran batalla final.
La principal fortaleza de la película es precisamente su simpleza, pues limita la cantidad de escenas expositivas, cuyo único propósito es llevar a sus personajes de una batalla a la siguiente de la forma más limpia posible, y es sólo cuando trata de hacer algo más que se mete en problemas. Para su mala fortuna esto sucede mayormente en el tercer acto, que se siente demasiado enredado, y donde la introducción de más personajes es un obvio intento de proveer más carne de cañón para la batalla final.
Jovovich y Jaa hacen un gran despliegue de fuerza y habilidad físicas, y verlos en pantalla es un deleite para cualquier aficionado al cine de acción, además de que muestran gran química al trabajar mayormente sin diálogos y dependiendo de sus expresiones faciales y lenguaje corporal para comunicarse. Su labor hace que la película resulte disfrutable la mayor parte del tiempo. Perlman logra lo increíble al interpretar con aplomo a un personaje rodeado de circunstancias ridículas, y lo hace funcionar con una sólida mezcla de carisma y presencia escénica.
A su favor debo decir que Monster Hunter nunca pretende ser más de lo que es: una simple historia de aventuras propulsada por dos grandes estrellas de acción haciendo lo que mejor saben, protagonistas de espectaculares secuencias de batalla y rodeados de espectaculares escenarios que ponen en evidencia una gran labor de diseño de producción, lo que incluye a los monstruos, y con un sólido trabajo de efectos especiales. Se trata de la clase de película que hemos venido a esperar de Paul W.S. Anderson, pero en su mejor versión.
Se trata de una entretenida pero olvidable película de acción y aventura que, pese a un sobrecargado acto final resulta una experiencia mayormente satisfactoria siempre que no la ven esperando toparse con algo más profundo o sustancioso. Es justo la clase de cosa que aquellos que gustan de estas cosas pueden disfrutar. Recomendada, pero con muchas reservas.
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