El fin de semana se cumplieron cuarenta años del estreno de An American Werewolf in London (Un Hombre Lobo Americano en Londres), mítica película de horror escrita y dirigida por John Landis, director ahora asociado al género pero cuyos mayores éxitos hasta entonces eran las comedias Animal House (Colegio de Animales, 1978) y The Blues Brothers (Los Hermanos Caradura, 1980), aunque hay que apuntar que American Werewolf también tiene elementos de comedia.
De acuerdo con Landis, la idea de hacer esta película nació en 1969 en lo que en aquel entonces era Yugoslavia. Estaba ahí como asistente de producción en Kelly's Heroes (El Botín de los Valientes), y al ver los rituales de los gitanos durante un entierro empezó a pensar en los no-muertos y poco después escribió la primera versión de su guion, pero tuvo que esperar una década para que, armado con el éxito de las comedias mencionadas, consiguió que alguien financiara su película.
La historia sigue a dos jóvenes estadounidenses, David (David Naughton) y Jack (Griffin Dunne) que recorren Inglaterra como mochileros, y mientras atraviesan los páramos al norte de ese país son atacados por... algo. Jack muere y David es llevado a Londres, donde se recupera de sus heridas e intenta convencer a médicos y autoridades de que los atacó un animal y no un hombre. Se enamora de Alex (Jenny Agutter), su enfermera, con quien se muda una vez que lo dan de alta. David sufre pesadillas, en las que se ve a sí mismo corriendo como un animal.
Peor aun, ve a Jack, que cada que aparece presenta mayor descomposición y quien le advierte que los atacó un hombre lobo y que él mismo se convertirá en uno durante la siguiente luna llena. Su médico (John Woodvine) y Alex intentan convencerlo de que eso está sólo en su cabeza y es parte de la culpa y trauma resultantes del ataque y la muerte de Jack. Pero al llegar la luna llena, las cosas cambian y la capital británica vive noches de terror cuando una sanguinaria bestia acecha en sus calles.
La película fue un éxito al recaudar más de 60 millones de dólares a nivel mundial tras costar menos de 6, pero nadie quiso invertir antes en ella por el inusual tono de la historia. Albert R. Broccoli, productor famoso por la franquicia de James Bond, leyó el guion cuando Landis reescribió escenas de The Spy Who Loved Me (La Espía que me Amó, 1977), y le dijo al director que su historia era demasiado rara. La percepción general era que era demasiado divertida para ser horror y demasiado espeluznante para una comedia.
Lo más curioso es que fuera de los países de habla inglesa poca gente identifica la cinta como una comedia, y se entiende, pues no es la clase de humor a que estamos acostumbrados, pues por momentos peca de sutileza en su manejo del choque de culturas con dos estadounidenses que no entienden algunos manerismos y actitudes de los ingleses. De hecho, el lugar donde la cinta es más apreciada como comedia es justamente el Reino Unido, mientras que en resto del mundo se le considera una película de horror.
En Estados Unidos la película ganó el Saturn Award (premio otorgado cada año por la Academy of Science Fiction, Fantasy and Horror Films) por mejor película de horror, y Rick Baker fue el primer recipiente del Oscar por mejor maquillaje, pues la categoría no existía antes de 1981. La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas había reconocido la labor de dos maquillistas, John Chambers (7 Faces Of Dr. Lao, 1964) y William Tuttle (Planet of the Apes, 1968), pero ambos habían recibido premios honorarios y no un Oscar como tal.
De hecho, la legendaria escena de la transformación sigue siendo recordada como una de las mejores que se hayan visto, y a cuatro décadas de distancia todavía luce mejor que secuencias similares en producciones más recientes. Baker hizo un gran trabajo con una mezcla de animatronics, prostéticos y maquillaje, y a pesar de que en varias ocasiones Landis ha comentado que siente que la forma en que mostró esa secuencia es demasiado larga, los aficionados al horror lo agradecemos porque vale la pena apreciarla a detalle.
Esa secuencia fue la razón para que Michael Jackson contratase los servicios de Landis y Baker para hacer el video de su exitoso sencillo Thriller, del álbum del mismo nombre, y el cual merece ser considerado más como un cortometraje musical que como un simple videoclip. Quizás la única escena de transformación de aquella época que pueda competir con la de American Werewolf sea la de The Howling, película de Joe Dante estrenada ese mismo año, y donde el supervisor de efectos era Rob Bottin, un joven protegido de Baker.
El proceso de maquillaje era una labor titánica y muy larga. En alguna entrevista, David Naughton comentó que cuando conoció a Rick Baker, lo primero que este le dijo, con una sonrisa en la boca, fue "siento lástima por ti". Y es que el proceso de aplicar el maquillaje y prostéticos tomaba diez horas. De acuerdo con el actor, el día que se filmó la transformación lo despertaron a las 4:30 de la mañana para empezar a trabajar. Alguna vez comparó la experiencia de pasar horas sentado con tomar un largo vuelo, aunque uno que no iba a ninguna parte.
De hecho, era tan elaborado y detallado el trabajo de Baker que para darle más tiempo de pulir los prostéticos y animatronics que habría de usar, se dejaron para el final la escena de la transformación y las secuencias donde se ve la criatura, y como resultado la película se filmó casi en el orden en que las escenas aparecen en pantalla, algo que rara vez sucede, pues por lo general se da prioridad al uso de locaciones y escenarios, filmando todas las secuencias que suceden en el mismo lugar antes de moverse a otro lado.
El éxito de la película llevó a la aparición de otras comedias de horror a lo largo de los 1980, con Joe Dante (The Howling, Gremlins) y Sam Raimi (Evil Dead, Dark Man) como los directores con mayor éxito al combinar estos géneros. Es curioso que los hombres lobo cobrasen popularidad de forma repentina, pues tras años de no verlos fuera de producciones independientes, en 1981 se estrenaron al menos cuatro cintas con estas criaturas: An American Werewolf in London, The Howling, Wolfen y Full Moon High (La Marca del Hombre Lobo).
También es importante apuntar que Landis se alejó de muchas de las convenciones más comunes al lidiar con estas criaturas, pues su hombre lobo no es un licántropo humanoide que se mueva en dos patas, y omite cualquier exploración acerca de su origen o debilidades, comenzando porque la única mención a balas de plata es sólo para burlarse de ella. A cambio, el director se regodea con las grotescas pesadillas de David, que incluyen a un grupo de monstruosos nazis cometiendo atrocidades con su familia. (David es judío).
Landis se quedó con ganas de usar también la versión de esa última cantada por Bob Dylan, así como Moonshadow, de Cat Stevens. Le negaron el permiso de usarlas, Dylan por cuestiones religiosas, y Stevens porque creía que los hombres lobo en verdad existían y no quería nada que ver con una película que los trivializara.
Entre otros detalles curiosos de la película, destaca que fue la primera película en 15 años en recibir autorización para filmar en Picadilly Circus, en Londres. Para conseguir el permiso, Landis organizó una proyección de The Blues Brothers a la que invitó a 300 miembros de la policía metropolitana de Londres. Aparentemente les encantó, y Landis pudo filmar en la icónica locación durante dos noches, entre 1 y 4 de la mañana, y para la secuencia de los choques cerraron el tránsito vehicular por tres periodos de apenas unos minutos.
Otro tema popular en el cine de horror son los cameos, y además de que vemos a los Muppets a cuadro (lo que incluye la voz de Jim Henson como Kermit), Frank Oz tiene una breve aparición. El propio Landis aparece como un hombre lanzado por un auto que atraviesa el cristal de la fachada de un comercio, y Rick Baker se dio tiempo para portar los prostéticos de un monstruo nazi en una de las pesadillas de David, más concretamente el que le corta el pescuezo.
Un curioso apunte es que Polygram, empresa que financió la realización de la película, trató de convencer a Landis de dar los papeles de los dos muchachos a Dan Aykroyd y John Belushi, creyendo que eso aseguraría un éxito similar al de The Blues Brothers. Por fortuna ambos tenían otros compromisos, y el director pudo poner actores jóvenes y poco conocidos, como era su intención, pues ya era complicado lidiar con las exigencias de los británicos sobre usar cuanto actor de las islas fuera posible.
En los últimos años diez o doce se ha discutido en varias ocasiones la posibilidad de hacer un remake. Esto cobró fuerza en 2017, cuando Max Landis, hijo de John, confirmó que ya tenía lista una primera versión del guion.
La idea se vino abajo al aparecer acusaciones contra Max Landis por acoso y conducta sexual impropia, aunque en 2019 se rumoró que Robert Kirkman, cocreador de The Walking Dead, estaba en pláticas para asumir como productor del proyecto. En lo personal espero que no se concrete pues, más allá de ser un clásico del cine de horror y una de mis películas favoritas de hombres lobo, creo que es un producto de su época, y sería mejor ver algo nuevo con conceptos similares que intentar actualizar esta cinta.
En México An American Werewolf in London no está disponible en ninguna de las plataformas de streaming, aunque se puede rentar vía Amazon, Apple, Google Play o Microsoft, con un costo que va de 25 a 50 pesos, y los dos primeros servicios ofrecen también la posibilidad de comprarla para descarga por 59 pesos. Si nunca la han visto, les recomiendo echarle un vistazo, aunque conscientes de que es una película creada en otra época. Creo que se pueden llevar una muy agradable sorpresa.
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