Ya hace varias semanas que comenté The Calculating Stars, la aclamada novela de ciencia ficción de Mary Robinette Kowal, así que es momento de dedicar algunas líneas a su secuela, The Fated Sky, parte intermedia de la trilogía conocida como Lady Astronaut.
Así que si sienten curiosidad por leer las novelas que forman esta trilogía pero todavía no empiezan con The Calculating Stars, tal vez sea buena idea no seguir leyendo este texto. Si desean hacerse una idea de lo que pueden esperar de esta historia, tal vez quieran empezar con mi reseña de aquella primera novela, donde explico el tono y delineo la trama.
La premisa tras The Lady Astronaut es bastante simple: un meteorito golpea la Tierra a inicios de los 1950 y destruye la costa este de los Estados Unidos, pero lo preocupante es que el impacto provocará un creciente efecto invernadero que en unas cuantas décadas podría acabar con la vida en la Tierra, así que la carrera espacial se acelera ante la necesidad de establecer colonias en otros mundos y buscar un nuevo hogar para la humanidad, comenzando por llegar a la Luna antes del final de la década.
En The Fated Sky es 1961. Ya se ha establecido una base en la Luna con personal científico en rotación constante, y existe además una estación orbital llamada Lunetta que regula el tránsito hacia nuestro satélite de la gente proveniente de la Tierra. Elma York, la matemática convertida en astronauta que protagoniza la saga, llamada así por el sobrenombre que ella recibe en medios y del público en general, trabaja como piloto en la rotación de transbordadores a la Luna, y vuelve a la Tierra periodicamente tras cumplir con algunos meses de servicio.
Como el rostro público del esfuerzo por conquistar el espacio, Elma debe tomar un rol activo en la promoción de la unidad, así que es integrada al equipo que se prepara para ir a Marte. El problema es que se trata de una misión de tres años, además de un intensivo horario de entrenamiento para ponerse al día con los astronautas que ya llevaban un año preparándose para la complicada y exhaustiva misión. Además, ¿qué pasará con su matrimonio y sus planes de formar una familia si se va por tanto tiempo?
La principal fortaleza de estas novelas es la cuidada construcción de mundo de Kowal, que explora la tecnología disponible en la época (gigantescas y limitadas computadoras que requieren tarjetas perforadas para el ingreso de datos o el nacimiento de las innovadoras comunicaciones vía satélite) y lo combina con la situación político social en unos Estados Unidos que perdieron algunas de sus ciudades más importantes y todavía deben lidiar con sus eternos problemas de machismo, racismo y clasismo.
Elma entiende lo delicado del tema por la similitud con las trabas que encontró en su propio camino, y aunque es blanca, también es judía, lo que para algunos representa una excepción. El balance entre el desarrollo de la trama y la carrera por hallar un nuevo hogar en el espacio con el drama personal de Elma, su familia y sus amigos, además del manejo del entorno social y político hacen de esta saga una de las lecturas más recomendables de los últimos años.
The Fated Sky es una entretenida e inteligente novela de ciencia ficción, parte de una saga que especula con temas científicos de una forma humana y accesible que la convierte en una historia que puede ser disfrutada tanto por aficionados a la ciencia ficción como por lectores casuales sin interés particular por el género. Muy recomendable, con el entendido de que depende de haber leído también The Calculating Stars.
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