2020 fue un año complicado para todos, y muchos de sus efectos sobre la industria del cómic estadounidense se seguirán sintiendo por mucho tiempo. Antes de entrar en detalles sobre algunos de los cambios que vimos, quiero hacer una aclaración. Me enfoco a hablar del cómic producido en Estados Unidos porque la escena del cómic en México no da para considerarla una industria y está formada por montones de esfuerzos de publicación independiente y un puñado de empresas que distribuyen traducciones de material de otros países. La mayoría de los cómics que consumo vienen de Estados Unidos, y lo que conozco del medio nacional es bastante limitado y sería irresponsable de mi parte hablar de él sin información suficiente.
Aclarado el punto, creo que el cambio más grande se dio en lo que atañe al mercado directo, es decir, las tiendas especializadas. En los años 90, tras la expansión y colapso del mercado de especuladores (y de una ambiciosa y estúpida maniobra de parte de Marvel Comics), la distribución de cómics al mercado directo quedó en manos de una sola compañía: Diamond Comic Distributors, que mantuvo el control monopólico de la industria por más de veinte años.
Pero luego del cierre de actividades en muchas partes del mundo, Diamond decidió suspender la distribución de nuevos cómics durante un par de meses, lo que puso en jaque a editoriales y creativos, pero especialmente a los dueños de tiendas. En DC Comics alguien vio esa acción como una oportunidad, y promovieron la creación de dos nuevas distribuidoras, sin considerar las limitaciones de ambas y las afectaciones que eso provocaría a las tiendas, que fueron usadas como pretexto para replicar a su manera la ambiciosa y estúpida maniobra de Marvel.
Como resultado, puede ser que estemos viendo el principio del fin del mercado directo como lo conocemos, algo que algunos vienen proclamando desde hace muchos años, y que no necesariamente significa el fin de los cómics, como también muchos parecían anticipar. Luego de un par de meses de incertidumbre, empezaron las reacciones proactivas. A pesar de que muchas tiendas alrededor del mundo cerraron sus puertas de forma definitiva, las editoriales y los autores reaccionaron para adaptarse a una nueva realidad.
La cantidad de proyectos financiados mediante campañas de crowdsourcing y distribuidos de forma independiente creció, al igual que la presencia de autores en plataformas como Patreon o Kofi. La distribución de cómics digitales también creció, al igual que la presencia de cómics en las librerías, lo que podría apuntar a un cambio en cuanto a la creación de novelas gráficas originales como complemento a los cómics serializados, o ediciones "de grapa".
Plataformas como Webtoon, Comixology y Tapas vieron crecer su audiencia, y muchos creadores hallaron el modo de mantenerse conectados con su audiencia y seguir produciendo historias. Panel Syndicate, la iniciativa de distribución digital creada por Brian K. Vaughan y Marcos Martin abrió sus puertas a autores ya establecidos. Editoriales jóvenes, como AWA y TKO, que nacieron con modelos de distribución alternativos a sólo el mercado directo se convirtieron en otra opción viable para muchos autores, e incluso hubo esfuerzos independientes, como la antología de horrror Razorblades, creada por James Tynion IV y Steve Foxe y su modelo de suscripción.
En DC hubo muchos cambios, y no todos en respuesta a la situación actual, sino que se dieron como parte de la reestructuración administrativa producto de la adquisición de Warner a manos de AT&T. Uno de los primeros efectos podría ser el fin de los contratos de exclusividad, lo que puede ser positivo para la producción tanto de DC como de Marvel, además de abrir la puerta a que muchos autores se vuelvan más selectivos con sus proyectos o a que se decidan a crear material propio. El continuo interés del cine y la TV en los cómics como fuente de ideas es otro incentivo para dar el salto a los cómics de autor.
Muchas tiendas lograron adaptarse al diversificar la forma de ofrecer un servicio a sus clientes. Algunas abrieron cuentas con las distribuidoras encargadas de abastecer a librerías, y expandieron su oferta a títulos independientes y de editoriales pequeñas que antes ignoraban. Muchas alteraron también su modelo de negocios, empezando con la creación de tiendas virtuales, sin importar lo que eso implicara. Dueños y empleados de mostrador adoptaron los roles de agentes de venta, compradores personales, promotores web, repartidores, etc. Quizás en este caso sí aplica aquello de que lo que no te mata te hace más fuerte.
La imposibilidad de realizar eventos masivos en recintos cerrados llevó a cancelar casi todas las convenciones de cómics, algunas de las cuales fueron reemplazadas por eventos virtuales, posibles gracias a herramientas como Zoom, Streamyard, Twitch o YouTube. Muchos artistas crearon canales propios, y aún si en el futuro regresa la posibilidad de volver a tener convenciones, la experiencia virtual tendrá que convertirse en parte de ello. Si tuviera que describir lo que 2020 significó para la industria del cómic en una sola palabra, tendría que ser "cambio".
El periodo de ajuste permitió además que una verdad que lleva años siendo ignorada o minimizada por algunos sectores se volvió más evidente que nunca: el manga y los cómics para niños son el verdadero pilar de esta industria. Autores como Dav Pilkey y Raina Telgemeier siguen vendiendo millones de copias de sus novelas gráficas, y editoriales como Scholastic Graphics y First Second se han posicionado como titanes del mercado, por lo que no es sorpresa que, tras el debut de Random House Graphic otras editoriales "tradicionales" ya preparen sus propias líneas de novela gráfica orientadas a los pequeños.
En resumen, 2020 pudo ser un año desastroso para la industria del cómic, pero no lo fue. La pequeña industria que todos (sobre todo desde adentro) parecen minimizar, volvió a mostrar una fuerte resiliencia y una impresionante capacidad para adaptarse sobre la marcha a las situaciones más difíciles. Al igual que el resto del mundo, la industria del cómic no quisiera ver algo similar al año que terminó, pero en el balance final, más que la muerte del medio, la respuesta de la gente que lo forma dio pie a que hoy día parezca tener más alternativas para sobrevivir.
En cuanto a los cómics mismos, en los próximos días publicaré un breve resumen de aquellas publicaciones que más me gustaron de entre lo mucho que descubrí y leí en los pasados doce mese. Estén pendientes.
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