Mucha gente no lo sabe, pero en México hay desde hace muchos años una liga profesional de baloncesto, la LNBP. A lo largo de los años he acudido como aficionado a apoyar a varios de los equipos que han participado en ella con la ciudad de México como sede: La Ola Roja, Titanes, Pilares, y, más recientemente, Capitanes.
Esta franquicia apareció hace tres años, y lo hizo respaldada por una buena inversión del empresario Moisés Cosío, quien puso frente al equipo al coach español Ramón Díaz y armó un equipo competitivo con una balanceada mezcla de jugadores mexicanos y extranjeros, lo que resultó en un par de temporadas muy exitosas, pues en sus primeros dos años compitiendo en la LNBP el equipo alcanzó las finales, pero tuvo que conformarse con el subcampeonato.
Como era de esperar, las expectativas para el tercer año del proyecto eran altas, y hubo algunos cambios en la plantilla de jugadores. Como ya es costumbre, a lo largo de la temporada, Capitanes fue uno de los equipos más sólidos de la liga, aunque entre lesiones y algunos juegos que dejó escapar en casa, cerró el año de una forma más irregular que en las dos campañas anteriores, aunque le alcanzó para ser segundo lugar de su zona.
El rival en las semifinales de zona fueron los Aguacateros de Michoacán, equipo que terminó la temporada regular en la tercera posición. Pese a que el coach Díaz declaró antes del inicio de la serie que contaba con plantel completo (algo discutible, porque casi desde el inicio de la temporada el equipo dio de baja a uno de sus novatos y se quedó con una vacante en la plantilla nominal que permite hasta doce jugadores) aparentemente minimizando el que Héctor Hernández, importante veterano titular del equipo, estaba lesionado.
El primer partido, jugado en casa (en el Gimnasio Olímpico Juan de la Barrera, sede del equipo) el pasado miércoles 8, se caracterizó por un dominio del rival, en un partido en el que además el coach Díaz se dio el lujo de descansar a varios jugadores, usando una rotación de sólo siete hombres. Un importante esfuerzo de sus jugadores envió el juego a tiempo extra, y tras cinco sufridos minutos se dio una segunda prórroga, donde el cansancio y varios errores llevaron a una dolorosa derrota.
El segundo duelo de la serie se celebró al día siguiente, y pudimos constatar que jugadores como Moisés Andriassi (novato del año) y Raúl Delgado estaban sanos, por lo que la decisión de no usarlos en el primer juego fue "táctica". El juego fue mucho más disputado, y la participación de los mencionados jugadores en lugar de los cada vez más irregulares veteranos Pedro "Pery" Meza y Orlando Mendez fue parte importante de camino a una vital victoria.
La serie se trasladó entonces a Morelia, donde habrían de delebrarse tres encuentros, domingo, lunes y miércoles, resultando imperativo lograr al menos una victoria para asegurar el regreso de la serie a la ciudad de México, donde debían celebrarse, de ser necesarios, los juegos seis y siete de la serie. Pero las decisiones "tácticas" se repitieron en los juegos como visitantes, y Andreasi y Delgado pasaron largos periodos, además del juego 4 completo, viendo la serie desde la banca.
El resultado: una rápida salida de la competencia, que marca un triste final para la historia de este equipo a su paso por la LNBP, pues hace unos meses se anunció un acuerdo entre el equipo y la G-League, la liga de desarrollo de la NBA, para convertirse en la nueva franquicia de ésta. El Señor Cosío ha confirmado que no piensa abandonar la plaza de la Ciudad de México en la LNBP, por lo que en próximos meses anunciará la creación de un nuevo equipo que competirá en ésta mientras la plantilla principal de Capitanes se mueve a la G-League.
Esto deja varias dudas sobre el futuro del equipo, pues al tratarse de una liga de desarrollo uno pensaría que debe haber un énfasis en jugadores jóvenes o en el apogeo de sus carreras, así que jugadores como Meza, Mendez y Hernández podrían no encajar en el proyecto para G-League. ¿Serán la base para el nuevo equipo que competirá en la LNBP? Cosío señaló que crear un nuevo equipo es la oportunidad perfecta para incentivar el desarrollo de jóvenes, así que habrá que ver cómo se concretan los planes.
Respecto a Capitanes, la mayor duda que me dejan, es el nivel competitivo que pueden ofrecer en la G-League, sobre todo porque se ha confirmado que Ramón Díaz será el coach encargado de llevar al equipo a esta nueva aventura, y su trabajo a lo largo de la campaña dejó mucho que desear, por algunas decisiones tomadas a lo largo de la campaña, pero sobre todo por la actitud que parece haber contagiado a varios de sus jugadores.
El armado del plantel apuntaba a un equipo rápido, con mucha rotación de balón y énfasis en los disparos de larga distancia. La llegada de Joel James como poste parecía ser la solución a una deficiencia en temporadas anteriores, pero el cuadro alto del equipo no se alimentó con algún otro jugador que permitiese más rotación, lo que a lo largo de la campaña se convirtió en un problema por la baja de juego y creciente irregularidad de Ernesto Oglivie, jugador panameño que es el único delantero de poder en la plantilla.
Oglivie fue objeto de un fallido experimento de Díaz y cada vez era más frecuente verlo jugar abierto, como ala, lo que era un desperdicio de posesiones, pues muchas veces la jugada estaba diseñada para dejarlo solo en una esquina, pero por ser un jugador con pobre porcentaje en tiros de distancia, muchas posesiones terminaban en pérdidas de balón o intentos de penetración poco exitosos. En la serie con Aguacateros se hizo evidente, pues cuando el balón llegaba a Oglivie en la esquina, nadie se apresuraba a cubrirlo, sabedores de que de esa distancia no era una amenaza.
Otra tendencia muy marcada de Díaz en la parte final de la temporada fue una necedad inexplicable de mantener demasiado tiempo en la duela a algunos veteranos. Peri Meza estuvo lesionado buena parte de la temporada, y nunca pudo entrar en ritmo. Cuando era reemplazado por Andriassi o Delgado, el equipo ganaba en velocidad y mejoraba en defensa, pero la mayoría de las veces Meza volvía a la duela a los pocos minutos.
Casos como el de Orlando Mendez son inusuales, pues en temporadas anteriores, jugando para Soles de Mexicali, se había mostrado como un tirador letal y un líder en la duela, pero con Capitanes se convirtió en un jugador de rachas, que podía encenderse y meter triples consecutivos en cualquier momento, o que se mostraba displicente y perdía balones con demasiada facilidad, además de mostrar una creciente tendencia a buscar tiros innecesariamente complicados con la esperanza de sacar un foul.
El caso de los novatos me parece preocupante por lo que Cosío ha dicho sobre el interés en desarrollar talento joven. Andreasi se ganó a pulso el derecho a minutos en la duela, pero Díaz prescindió de él en su breve paso por los playoffs. Luis Antonio Álvarez, el otro novato, entraba sólo en los últimos segundos de la primera mitad, y era raro el partido en que sumaba un minuto en la duela. Hace unas semanas sustituyó por varios minutos a Oglivie e hizo un excelente trabajo en defensa, un área deficiente del panameño, y es inexplicable que nunca le dieran minutos para mostrarse y elevar su nivel de juego.
Pero para mí, el mayor problema de Ramón Díaz es la actitud. Hubo muchos partidos en la temporada regular en que, al enfrentar a equipos de menor nivel, Capitanes tomaba ventajas de hasta veinte puntos o más al medio tiempo, y se relajaban notablemente en la segunda mitad. Cuando las ventajas desaparecían y los partidos se complicaban, no se veía una reacción desde la banca, ni siquiera el uso de algún tiempo fuera para romper el ritmo del rival o tratar de poner orden en su equipo.
Más de una vez pudimos ver que los asistentes de Díaz le urgían a tomar un tiempo para hacer algún ajuste, y la única respuesta del entrenador era hacerles una seña con las manos para que se tranquilizaran y conservaran la calma. Lamentablemente esa falta de actitud competitiva en momentos clave parece haberse contagiado a varios jugadores, quizá de forma más notoria en veteranos como Mendez y Oglivie, lo que resultó en perder partidos que tenían dominados.
Con mi hermano y amigos solíamos quejarnos de la intensidad mostrada por algunos entrenadores visitantes, pero luego del cierre de la temporada nos preguntábamos si no era algo que quizá le vendtía bien a Capitanes, tener un coach que en todo momento grita, dirige y hace ajustes, alentando a sus jugadores a esforzarse y mantenerse concentrados todo el tiempo.
Y es que, aunque la capacidad de Díaz para desarrollar un sistema y dirigir a un equipo es indudable, pues me parece una gran elección para sentar las bases de un equipo competitivo, me parece que es pertinente cuestionarse si es la clase de entrenador capaz de tomar a un equipo competitivo y convertirlo en un equipo ganador. Tras dos finales perdidas y una decepcionante eliminación temprana, creo que es algo que Moisés Cosío y su gente deberían analizar cuidadosamente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario