En el mundo de las artes marciales mixtas no existe una figura más divisiva o controversial que Conor McGregor. Hay mucha gente que no sigue este deporte, o tiene una idea muy vaga de lo que es UFC, pero sabe quién es Conor McGregor, sobre todo luego de su publicitada pelea de box ante Floyd Mayweather Jr.
Tras algunos años compitiendo en Cage Warriors, una promotora de MMA mayormente activa en Irlanda y el Reino Unido, McGregor llegó a UFC en 2013, y debutó con un contundente knockout sobre Marcus Brimage en poco más de un minuto. Durante los siguientes dos años, su reputación creció gracias a la combinación de su explosivo desempeño y peculiar personalidad, acumulando victorias sobre Max Holloway, Diego Brandão, Dustin Poirier y Dennis Siver.
En julio de 2015 enfrentó a Chad Mendes por el Campeonato Interino de peso pluma, y lo noqueó en el segundo asalto tras otra gran exhibición. Eso puso la mesa para su primera gran pelea convertida en evento mediático, pues en diciembre del mismo año enfrentó a José Aldo para unificar em campeonato. Aldo era uno de los peleadores más dominantes en la historia de UFC y tenía diez años sin perder una pelea, pero a McGregor le tomó sólo 13 segundos mandarlo a dormir con un poderoso derechazo de contra.
A partir de ahí, su carrera pareció perder dirección. En 2016, luego de que otras peleas se vinieran abajo, enfrentó a Nate Diaz em peso welter, cediendo una enorme ventaja en peso en tamaño ante un experimentado rival. Diaz sobrevivió a los embates de McGregor en el primer asalto y en el segundo pudo llevar la pelea al piso, donde sometió al irlandés. Unos meses después se dio una pelea de revancha, y en esta ocasión McGregor usó una estrategia diferente y logró la victoria.
En noviembre de ese mismo año, McGregor alcanzó el punto más alto de su carrera al derrotar a Eddie Alvarez con un knockout en el segundo round, capturando el campeonato de peso ligero de UFC y convirtiéndose en el primer peleador en la historia de la promoción en ser campeón en dos distintas divisiones de peso de forma simultánea. Como resultado, McGregor empezó a poner cada vez más condiciones para volver a pelear, provocando disgusto y frustración en Dana White, presidente de UFC.
2017 fue un año inusual en la carrera del popular y polémico peleador irlandés, pues tras muchos rumores y especulaciones, enfrentó a Floyd Mayweather Jr. en una pelea de box, deporte en el que no tenía experiencia profesional, pero con tantas expectativas que su combate se convirtió en uno de los más exitosos en lo que a ventas de pago por evento se refiere en la historia del boxeo profesional.
UFC le quitó el título de peso pluma, y pasaron casi dos años hasta que, por fin, en octubre de 2018, McGregor defendiera el cinturón de peso ligero ante Khabib Nurgamomedov. El ruso hizo gala de su sofocante estilo y derrotó a McGregor, convirtiéndose en el nuevo campeón. Desde entonces, los rumores sobre la reaparición de McGregor eran muchos, pero ninguna pelea parecía concretarse, hasta que hace un par de meses se confirmó que el ex-campeón irlandés enfrentaría a Donald "Cowboy" Cerrone en UFC 246, primer evento de PPV de la promoción en este 2020.
Las expectativas por ver a McGregor de vuelta en el octágono eran altas, y muchos nos preguntábamos qué versión del peleador sería la que hiciera aparición, el hambriento y agresivo striker que tomó por asalto al mundo de las artes marciales mixtas, o el controvertido showman más preocupado por promover su imagen o las ventas de su whisky o su línea de ropa que por presentarse a pelear. Y la respuesta del irlandés fue categórica.
Cuarenta segundos bastaron para que McGregor noquease a Cerrone luego de un explosivo e inusual ataque, que incluyó una serie de golpes con el hombro, una patada a la cabeza, y un intento de rodilla voladora. Así, de forma tan explosiva y sorpresiva como había desaparecido de los reflectores, Conor McGregor anunció que estaba de vuelta. Su actuación parece ser el reflejo de una renovada hambre de triunfo que ya genera especulaciones sobre lo que el futuro depara a este talentoso peleador de 31 años de edad.
Cabe apuntar que la pelea se realizó en peso welter (170 lb. - 77.1 kg), categoría en la que McGregor sólo había competido en sus dos enfrentamientos ante Nate Diaz pero en la que Cerrone tenía más experiencia, pese a ser considerado como un rival de mucho más cuidado en peso ligero (155 lb - 70.3 kg). McGregor fue campeón en esta última categoría, y en peso pluma (145 lb - 65.8 kg), por lo que la transición a peso welter puede parecer arriesgada, pues en ella enfrentaría a rivales más grandes y fuertes que sus rivales pasados.
Lo ideal pareciera ser regresar a peso ligero, pero si lo que McGregor quiere es volver a ser campeón, eso implicaría enfrentar otra vez a Nurmagomedov, y la diferencia de estilos da una marcada ventaja al peleador ruso. Si éste llegase a perder en abril próximo ante Tony Ferguson, eso podría cambiar las cosas y sería una oportunidad perfecta para que el irlandés buscara recuperar su cetro, pero de no ser así, habría que ver si está interesado en volver a enfrentar a Khabib. En caso de que no sea así, sus opciones en peso welter no son tantas.
Se antoja difícil verlo pelear por el campeonato de esta división ante el nigeriano Kamaru Usman a menos que derrote antes a uno o dos peleadores considerados como contendientes. Una posibilidad más realista sería enfrentarse a Jorge Masvidal, quien tiene un estilo que se presta para una pelea espectacular, y cienta con el añadido de que a Masvidal le gusta el juego de provocaciones y duelos verbales previos a un combate casi tanto como a McGregor, y está en posesión del simbólico cinturón de "Bad Motherfucker" que ganó tras derrotar a Nate Diaz.
Sea cual sea la decisión que McGregor tome acerca de su futuro en UFC, una cosa es segura: nada que tenga que ver con él o su carrera resultará aburrida.
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