Puede ser un tanto difícil de creer que no haya escrito nada acerca de Zodiac, pues no sólo es una película de David Fincher, uno de mis directores favoritos actuales, si no también de una de mis películas favoritas de los últimos años. Hora de corregir semejante omisión.
Además del tema de los asesinos seriales, no existen mayores similitudes entre Se7en y Zodiac. La primera era un homenaje al film noir con énfasis en el drama que representaba para un par de policías la investigación de una serie de homicidios temáticos.
En cambio, en Zodiac Fincher hace una reconstrucción de una historia de obsesión y frustración, tanto para los policías a cargo de la investigación, como para los medios y la gente de la época. Se7en llevó el tema del asesino serial hasta el límite y exageró las horrendas posibilidades narrativas del género, en tanto que Zodiac es un sobrio ejercicio cuasi documental donde queda nuevamente de manifiesto el gran talento técnico de David Fincher, así como su atención al detalle y su casi obsesivo perfeccionismo.
La película está mayormente basada en el libro de Robert Graysmith del mismo título, y sigue las investigaciones del caso a partir de la noche del 4 de julio de 1969, fecha en que se dió el segundo ataque del asesino del Zodiaco, tanto de parte de la policía de San Francisco y los condados aledaños, como de la prensa, especialmente en el diario San Francisco Chronicle, donde llegó la primera carta del asesino algunas semanas después del hecho.
Originalmente la redacción del periódico puso a Paul Avery (Robert Downey Jr) a cargo de analizar las cartas y buscar información del caso. A pesar del interés de Graysmith (Jake Gyllenhaal) por el caso, su posición de caricaturista editorial no le daba la credibilidad suficiente como para que su opinión fuese tomada en cuenta. Aficionado a la criptología, Graysmith descifró el código en las cartas del asesino y realizó un análisis de sus acciones, impresionando lo suficiente a Avery como para que éste accediese a compartir con él sus notas del caso.
Los primeros ataques se dieron en los condados de Vallejo y Napa, pero el cuarto ataque ocurrió en la ciudad de San Francisco, donde los detectives Dave Toschi (Mark Ruffalo) y Bill Armstrong (Anthony Edwards) son asignados al caso. Las investigaciones involucraban a la policía de los diferentes condados, que tenían un posible sospechoso a quien apuntaba toda clase de evidencia circunstancial, pero análisis de caligrafía, así como la investigación forense y huellas digitales lo exoneraron de toda culpa.
Graysmith y Avery recibieron amenazas telefónicas y postales, lo que llevó al segundo a refugiarse en el alcohol y las drogas, abandonando su trabajo en el Chronicle en 1975, en tanto que el detective Armstrong renunció a la División de Homicidios para evitar la continua presión a causa del caso.
El detective Toschi fue separado del caso por supuesta conducta impropia, por lo que Graysmith era prácticamente la única persona que seguía investigando el caso. Su obsesión con el mismo lo llevó a perder su trabajo, provocando que su esposa lo abandonase tomando a sus hijos con ella. Su constante asedio hacia el detective Toschi finalmente le permitió contactar a los detectives encargados de la investigación en otros condados.
Graysmith estaba convencido de haber hallado al culpable, pero nunca consiguió reunir suficiente información y evidencia como para presentar un caso sólido, por lo que eventualmente el caso quedó relegado y pasó a los expedientes de casos sin resolver.
Uno de los grandes talentos de Fincher es su asombrosa capacidad para reunir al mejor elenco posible, con actores de gran talento para interpretar partes en las que encajan a la perfección, y Zodiac no es la excepción. No solo extrae grandes interpretaciones de Downey, Gyllenhaal, Ruffalo y Edwards, si no que cuenta con un reparto secundario que incluye a Elias Koteas, Donal Logue, Brian Cox, John Carroll Lynch, Philip Baker Hall, Chloë Sevigny y Dermot Mulroney.
La impecable dirección de Fincher mantiene siempre el enfoque en la historia, sin florituras innecesarias o dramatismo truculento. No hay escenas de acción, y el suspenso es sustituido con tensión, lo que prueba de forma magistral que no es necesario hacer un aburrido docudrama televisivo o una exagerada versión ficcionalizada para contar de forma inteligente e interesante una historia basada en hechos reales. Altísimanente recomendada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario