Hace unos días fui a ver Le Scaphandre et Le Papillion, que literalmente se traduce como La Escafandra y La Mariposa (¿De donde salió la traducción del título usado en México, "El Llanto de la Mariposa"? ¿Alguien sabe si así se llama en español el libro?), la más reciente película de Julian Schnabel.
La cinta está basada en el libro del mismo título de Jean-Dominique Bauby, quien fuera editor de la edición francesa de la famosa revista de modas ELLE hasta 1995, cuando a los 43 años de edad sufrió un infarto que lo puso en coma por tres semanas. Como consecuencia, Bauby quedó en una condición conocida como Síndrome de Encierro, con todo el cuerpo paralizado excepto por su ojo izquierdo.
El libro y la película cuentan la historia de cómo fue que, con ayuda de terapeutas especializados, Bauby aprendió a comunicarse con el mundo exterior parpadeando una letra a la vez. Aunque al descubrir su condición se sentía desolado y con deseos de morir, Jean-Do, como lo llamaban sus amigos, pudo encontrar la fuerza para vivir, y decidió dictar sus memorias, así fuera una letra a la vez.
Schnabel y su cinematógrafo, Janusz Kaminski, usaron una cámara que muestra el punto de vista de Bauby para contar su historia del modo más personal posible. Empleando de forma alterna ese material y tomas más tradicionales, la cinta narra su vida desde el día en que Bauby recobró la conciencia hasta que termina de dictar su libro, publicado con gran éxito un par de años después de su infarto.
Por lo regular siento desconfianza de películas basadas en la vida real, sobre todo si se trata de tragedias personales o de historias publicitadas con frases como "un triunfo del espíritu humano" o "la película más inspiradora del año", pero los avances que había visto y la positiva recepción que tuvo alrededor del mundo me dieron curiosidad, así que por esta vez debo sentirme feliz de ser más curioso que prejuicioso.
Mathieu Amalric interpreta a Jean-Do y es también la voz que nos cuenta su historia en primera persona. Su trabajo es impecable, desde que vemos los recuerdos de un joven y vital Bauby con su despreocupada vida de excesos y diversión, hasta verlo postrado en cama, casi como un muerto, y con su ojo izquierdo como única indicación de que aún queda vida dentro de esa carcasa humana.
El elenco lo complementan Marie-Josée Croze, que interpreta a Henriette, la terapeuta que desarrollo el método de comunicación con Bauby; Olatz López-Garamendia como Marie, su religiosa fisioterapeuta; Emmanuelle Seigner, Cecille, la madre de sus hijos con quien nunca se casó; Anne Consigny como Claude, la asistente de su editora, y los veteranos Jean Pierre Cassel (padre de Vincent) y Max von Sydow, quien encarna al padre de Jean-Do.
La película es muy diferente a los genéricos melodramas que solemos hallar en cintas de temática similar, sobre todo porque Schnabel tiene el buen juicio de permitir que la historia se cuente siempre desde la perspectiva de Bauby. Gracias a esto, su sarcasmo y mordaz humor negro se filtran con sutileza en la narrativa, y hay momentos en que la historia logra arrancar risas de la audiencia.
La inteligente forma de intercalar su situación con escenas sacadas de su memoria, o con fantasías tomadas de su imaginación, ayuda a evitar que la historia se vuelva estática o aburrida. Estoy seguro de que habrá quienes se quejen de que Schnabel es demasiado pretencioso, pero agradezco que sea así, pues hay que reconocer que es eso lo que hace que su trabajo resulte tan atractivo como interesante.
Sin duda una película muy recomendable.
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