Imagino que todo mundo tiene una idea de quién es el Conde Dracula. Desde su debut en la novela de 1897 Dracula, de Bram Stoker, el personaje es el principal referente para los vampiros en la cultura popular occidental. Algunas de las características asociadas con estas criaturas se establecieron en esa novela, pero muchas otras se añadieron en las décadas siguientes, sobre todo en el cine.
Esto no es ninguna sorpresa, pues Dracula es uno de los personajes más llevados a la pantalla, sólo superado por Sherlock Holmes. Según el IMDB, hay alrededor de 190 películas del personaje, y recibe menciones o referencias en más de 600. La primera adaptación de la novela enfrentó problemas legales, pues la producción no tenía la autorización para realizar la película y la viuda de Stoker intentó evitar su estreno.
Producida en Alemania en 1922 y dirigida por F.W. Murnau, la película tuvo que cambiar su nombre por el de Nosferatu y el de su protagonista por el de Graf Orlok. Un juez ordenó destruir todas las copias, pero la cinta sobrevivió gracias a que ya se habían enviado copias al continente americano, y al paso del tiempo fue ganando reconocimiento, no sólo como un clásico del género, sino también como un ejemplo de lo mejor del expresionismo alemán.
En 1931, se estrenó la primera versión cinematográfica con el mismo título de la novela. Dirigida por Tod Browning y protagonizada por Bela Lugosi, esa película se basó en una exitosa obra de teatro que en 1924 se había convertido en la primera adaptación autorizada por la viuda Stoker. El propio Lugosi había interpretado al personaje en Broadway, y por ello se le considera como el precursor de la imagen esteotípica del vampiro.
Por mucho tiempo Dracula fue representado como un hombre alto, pálido, bien peinado y elegantemente vestido, con todo y una larga capa negra, apariencia que reafirmaba su condición de acaudalado aristócrata. Durante las siguientes décadas Dracula apareció en muchas películas de bajo presupuesto, y de entre los actores que lo interpretaron el más memorable es Christopher Lee, que lo encarnó en las películas del estudio inglés Hammer Films.
Éstas eran modestas producciones con poca promoción fuera del Reino Unido, y durante mucho tiempo estuvieron relegadas a un estatus de culto. Con Peter Cushing como el Profesor Van Helsing, némesis del conde, las historias eran simples, pero aprovechaban la imponente presencia física de Lee, que combinada con una gran ambientación resulta en cintas muy apreciadas hasta nuestros días.
A fines de los 70 renació el interés por el personaje gracias a una serie de TV, una película para televisión y varias producciones de bajo presupuesto, además de tres películas de alto perfil que devolvieron al personaje la notoriedad que había tenido décadas atrás. La película de TV es Count Dracula, producción de la BBC estrenada en diciembre de 1977 con Louis Jordan en el papel del Conde, y es excelente aunque poco conocida y un tanto difícil de conseguir.
En cuanto a las producciones de cine, todas ellas de 1979, la primera fue una divertida comedia titulada Love at First Bite (Amor a la Primera Mordida) protagonizada por George Hamilton; la segunda un remake del clásico de Murnau, Nosferatu, conocida bajo su título internacional en inglés como Nosferatu The Vampyre, escrita y dirigida por Werner Herzog y protagonizada por Klaus Kinsky e Isabelle Adjani.
La tercera, titulada simplemente Dracula, es una producción británica dirigida por John Badham que contó con las actuaciones de Frank Langella como el Conde y Sir Lawrence Olivier como Van Helsing. Aunque ambas difieren de forma notable de la novela, creo que Nosferatu The Vampyre y el Dracula de 1979 son las dos versiones mejor logradas en cine a la fecha, pues mantienen elementos del material de origen y agregan otros que enriquecen su mitología.
En el caso de la cinta británica, la actuación de Langella se basó en una fuerte presencia escénica, pero a diferencia de Lee no se trata de un tema de presencia física, pues la pose y mirada del Conde suelen ser suficientes para establecer su personalidad como alguien habituado a dominar a todos a su alrededor, y el privilegio de tener a Sir Lawrence como contraparte ayudó mucho al éxito de la película.
En cuanto al Nosferatu de Herzog, película cuyo título original en alemán es Nosferatu: Phantom der Nacht (Nosferatu: Espectro de la Noche), se trata de una verdadera obra de arte de principio a fin, desde la música y ambientación hasta las excelentes actuaciones, además de que reincorpora a la historia algunos elementos de la novela de Stoker que habían sido omitidos en versiones anteriores.
Por ahora no voy a escribir más acerca de Nosferatu porque, además de que considero que las películas de Murnau y Herzog son las mejores versiones de Dracula para la pantalla, creo que vale la pena guardarme eso por ahora a fin de extenderme después en un texto en que además de esas dos dos cintas pienso incluir también comentarios sobre la otra versión fílmica del Graf Orlok.
En cuanto a la novela de Stoker, debo haberla leído por primera vez hacia finales de los años ochenta, en mi adolescencia, y fue una experiencia un tanto extraña. Conocía al personaje porque para ese entonces ya había visto al menos las dos versiones de Nosferatu y conocía las interpretaciones de Dracula de Lugosi y Langella, además de algunas de las películas de Lee y varias versiones de televisión.
El problema con haber conocido al mítico conde en otros medios es que tenía una idea preconcebida del personaje y su mitología, así como de los vampiros en general, y nada de ello se parecía a lo que me encontré en la novela, partiendo desde su peculiar formato, porque nunca antes había leído nada que se le pareciera.
Cuando empecé a leer el libro eso me decepcionó un poco, pero conforme avanzaba en la lectura la historia me fue atrapando y quedé fascinado por esa inusual manera de contar la historia y por la forma en que eso ayudaba a enriquecer a muchos de los personajes.
Pocos años después llegó la versión cinematográfica de Francis Ford Coppola, titulada Bram Stoker's Dracula, la cual desde siempre me ha generado sentimientos encontrados aun a pesar de tratarse de una gloriosa interpretación visual de la historia original (aunque con bastantes licencias), que cuenta además con un impresionante y fastuoso diseño de producción
La película contó con un director experimentado y la extraordinaria actuación de Gary Oldman en el papel principal y de Anthony Hopkins y Wynona Rider en los secundarios, pero creo que no capturó la esencia de la novela, por lo que al final se siente como un tibio intento que poco aporta a la mitología del personaje. En retrospectiva, creo que evidenciaba a un Coppola para entonces harto de Hollywood.
No es una mala película, pero no se puede comparar a algunas de las que mencioné antes, y comete el pecado de querer venderse como la versión definitiva de la historia al incluir en nombre de Stoker en el título. Aun así, el exquisito diseño de producción y su grandioso score musical le dan un lugar especial en mi particular lista de adaptaciones draculescas.
Por cierto, como nota al margen, muchos años después descubrí que el artista a cargo de los storyboards y arte conceptual de la película fue el diseñador gráfico y alguna vez artista de cómics Jim Steranko, y todas las ilustraciones que he visto de esta producción son extraordinarias. Y ya que mencioné los cómics, también existe una adaptación de la película, escrita por Roy Thomas y dibujada por Mike Mignola que también vale mucho la pena por el aspecto gráfico.
Dado que me estoy extendiendo demasiado supongo que es hora de hacer una pausa, dejando para la próxima el comentario de algunas versiones derivadas del personaje, tanto en libros como en la pantalla. O tal vez lo dedique a hablar de Nosferatu en sus diferentes versiones.
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