Las historias de detectives juveniles han gozado de gran popularidad entre el público desde hace mucho tiempo, y aunque alcanzaron su mayor popularidad gracias a series animadas como Scooby Doo o Clue Club, nacieron décadas atrás en la literatura, donde franquicias como Nancy Drew o los Hardy Boys en EEUU y los Famous Five de Enid Blyton en Inglaterra, se convirtieron en el modelo a seguir para todo lo que vino después. Hace un par de años me sorprendió enterarme de que alguien había retomado la idea para una novela de horror, así que me aseguré de guardar el título con intención de localizar el libro para leerlo.
La historia tiene lugar en 1990. Tras pasar trece años en prisión, Thomas Wickley acaba de salir libre. En una cafetería, mientras desayuna, lee un recorte de periódico. La nota cuenta cómo cuatro chicos y su perro resolvieron el caso del Monstruo del lago Sleepy y detuvieron a Wickley, quien se disfrazaba como monstruo para ahuyentar a la gente de los alrededores del lago y tratar de localizar un tesoro oculto en la vieja Mansión Deboen o en las minas abandonadas. La nota incluye una foto que muestra a los muchachos y su perro junto con el alguacil de Blyton Hills y el desenmascarado Wickley.
Al entrar al baño es atacado por una joven latina, que lo interroga acerca de lo ocurrido trece años atrás en la vieja mansión del lago. Wickley confiesa que no era responsable de todo lo que lo acusaron, y recita algo en una extraña lengua. La chica es Andrea "Andy" Rodríguez, uno de los miembros del Blyton Summer Detective Club, y lo dicho por Wickley confirma las sospechas que la han atormentado por más de una década: la resolución del caso del monstruo del lago Sleepy fue un error y Wickley tomó la culpa por cosas que no tenían nada que ver con él. Ahora Andy está decidida a reunir a la pandilla para regresar a Blyton Hill y terminar lo que empezaron en 1977.
Peter, quien solía fungir como líder del equipo, se convirtió en estrella de TV, pero falleció años atrás víctima de una sobredosis. Kerri, la linda pelirroja que era el cerebro del grupo, es bióloga, pero trabaja como mesera en un sucio bar. Tras ir a sacarla de ahí, las dos chicas van a Arkham, Massachusetts a ver a Nate, el nerd aficionado al horror, que en los últimos años se ha recluído por voluntad propia en varias instituciones mentales. Las chicas no lo saben, pero Nate es atormentado por el fantasma de Peter.
Contrariamente a lo que se pudiera pensar, no se trata de una novela para niños. Además de los elementos de horror que son parte central de la trama, hay pasajes que pueden resultar violentos para algunas sensibilidades, además de un desparpajado uso de vocabulario no apto para menores y una que otra situación sexual, pero nada explícito. El libro es una novela de horror con tintes de aventura y comedia, y está escrito en un estilo ágil y muy agradable que hace fácil seguir las acciones. Es evidente que Cantero pensó en la novela como un homenaje a la obra de Enid Blyton (el nombre del pueblo), aunque es probable que el título se haya elegido pensando en apelar a los fans de Scooby Doo.
La novela tiene toda clase de homenajes a la cultura pop más allá de las esperadas referencias a Scooby Doo, Nancy Drew o los Hardy Boys, pues aprovecha la ambientación en el pasado para jugar con la nostalgia del lector, además de que evade las complicaciones que la tecnología moderna puede añadir a esta clase de historias, en particular los teléfonos celulares. Al terminar su lectura uno se pregunta cómo es que a nadie se le había ocurrido mezclar las historias de detectives adolescentes con el horror lovecraftiano, pues aunque se han hecho algunas referencias en las más recientes versiones de Scooby Doo, el público al que se dirige ese material limita lo que se puede hacer con ellas.
Lo que más me sorprendió de la novela fue la decisión de Cantero de dejar que el misterio, que está bien planteado y es explorado de forma entretenida e intrigante, pasara a segundo plano, prefiriendo enfocarse en el desarrollo de sus personajes, lo que los eleva por encima de los arquetipos que los inspiraron, lo que permite explorar las secuelas que el traumático evento de su infancia dejó en cada uno de ellos. Los diálogos en todas y cada una de las interacciones que hay entre ellos o con los personajes secundarios facilitan una rápida caracterización y el lector empatiza con ellos al instante, involucrándose a nivel emocional con todo lo que les sucede.
Hay algunas cuenstiones de estilo que pueden molestar a algunos lectores, como la tendencia de Cantero a pasar de un estilo de prosa tradicional a escribir como si fuese un guion de cine, con dirección de escena incluida. En ocasiones también rompe la cuarta pared para que su narrador omnisciente pueda ofrecer al lector algunas acotaciones, y algunas de las metáforas que usa pueden resultar un tanto confusas, pero son cuestiones que se establecen desde muy temprano en el libro y nunca son tan graves como para sacar al lector de la historia. ¿Mencioné que en ocasiones nos da también un vistazo a lo que pasa por la cabeza de Tim, el perro?
En resumen, Meddling Kids es una entretenida novela llena de nostalgia que usa de forma eficiente el horror para contar una historia muy humana de cuatro jóvenes que intentan hallar su lugar en el mundo. Además de los aficionados a historias de detectives adolescentes, ya sea literarios o de la televisión animada, creo que este libro puede resultar del agrado de aficionados a las historias de aventuras juveniles con toques de misterio u horror, desde The Goonies hasta Stranger Things, o It. Sin duda una lectura bastante recomendable.
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