A lo largo de sus décadas de existencia, el mundo de los cómics siempre ha respondido de forma extraña a algunas modas, y hay personajes que han llegado a alcanzar niveles de popularidad suficientes como para sobrevivir a la tendencia que los vio nacer, aun si muchos no logran entender de donde vino su éxito.
La interpretación de Margot Robbie en el cine ha sido fundamental en la continua popularidad de Harley, aunque DC Comics parece no tener un plan para el personaje y sufre para hallar un tono adecuado para sus historias. Pero si hay un área de esa editorial caracterizada por hacer un gran trabajo, es la de los cómics para niños y jóvenes lectores, publicados a través de los sellos DC Ink y DC Zoom, y Harley Quinn: Breaking Glass, la obra de Mariko Tamaki y Steve Pugh que quiero comentar en esta ocasión, apareció en 2019 en el primero de ellos.
Harleen Quinzel es una chica de 15 años que llega a Ciudad Gótica con sólo una mochila y cinco dólares. Su madre la envió a vivir con su abuela tras tomar un trabajo en un crucero, con la esperanza de ahorrar lo suficiente para poder empezar una nueva vida al lado de su hija. El problema es que que al llegar a la ciudad, Harleen se topa con la sorpresa de que su abuela falleció meses atrás. Es imposible contactar a su madre, así que lo que procede es que sea entregada a servicios sociales para que le busquen un hogar temporal hasta que su madre regrese.
Harleen es de carácter fuerte e independiente, y lo último que quiere es vivir con extraños bajo estrictas reglas hasta que su madre vuelva para hacerse cargo de ella, así que convence a Mama, drag queen que fuera compañero de cuarto de su abuela, de que la deje quedarse a vivir con ella. Mama y sus amigos suelen montar un show trasvesti de variedad musical y Harleen está maravillada al descubrir un mundo que no se parece a nada que haya visto antes. En la escuela encuentra una nueva amiga en Ivy Du-Barry, una joven de color preocupada por temas de inclusión, diversidad y justicia social a quien el activismo le viene en la sangre.
Entre lo que aprende con Ivy y el mundo que empieza a conocer gracias a Mama y sus amigos, Harleen empieza a formarse una nueva visión del mundo y a entender las muchas injusticias que el sistema permite, abusando de las minorías y quienes menos tienen para favorecer a la gente rica y blanca. La aparición de un misterioso anarquista, las intrigas de una enorme corporación inmobiliaria, y las acciones en la escuela de un peculiar bravucón privilegiado, la llevará a tomar decisiones que cambiarán para siempre su vida.
Como pueden darse cuenta, Breaking Glass es una historia que tiene lugar fuera de la continuidad "oficial" de Ciudad Gótica, Batman y personajes asociados, algo común en las publicaciones de DC Ink y DC Zoom (sellos ahora reemplazados por la etiqueta DC Kids), que están pensados para que cualquier lector pueda disfrutarlos aun si no sabe nada de cómics o de los personajes de DC. En cuanto a lectores veteranos, lo más sencillo es pensar en estas historias como si fueran Elseworlds y no tratar de hallarles sentido dentro de la elaborada y compleja continuidad de DC. A fin de cuentas, son lo que todo libro, cómics o no, debiera aspirar a ser: una historia completa que cualquiera puede disfrutar.
Mariko Tamaki se ha hecho de nombre en la industria a lo largo de las últimas décadas, y en particular su trabajo dirigido a un público adolescente es lo que la ha posicionado como una de las voces más distintivas en la industria. No es fácil crear personajes con los que sea fácil empatizar, y menos si se trata de antihéroes que, pese a que intentan hacer lo correcto, lo hacen de formas que no siempre están bien vistas y podrían no ser el mejor ejemplo para jóvenes en desarrollo, pero Tamaki hace un gran trabajo con esta historia de origen en que que una inocente joven de gran corazón pero impredecible y un tanto peligrosa, intenta hallar su lugar en el mundo.
La historia está narrada en primera persona, como si la propia Harleen se la estuviese contando a alguien más, formato que tiene muchas ventajas pero no siempre resulta de la mejor manera. En este caso hay que destacar la facilidad con que Tamaki logra darle una voz propia al personaje, con una peculiar forma de hablar y un humor muy distintivo, lo que permite que el lector simpatice rápidamente con el personaje y se involucre de forma emocional en los sucesos que van dando forma a su relato, lo que maximiza el impacto de algunos de los temas que toca, sobre todo en lo relacionado a la gentrificación y las injusticias sociales al proyectar la frustración de su protagonista.
En cuanto al arte, el trabajo de Steve Pugh es el complemento perfecto para la historia, con un estilo que va de realista a caricaturesco de una forma fluida y sutil, lo que le permite ilustrar a la perfección el tono de cada escena, apoyado en una minimalista paleta de color en la que predomina un suave sombreado azul, que es reemplazado por tonos sepia en algunos flashbacks, y con algunos acentos de color, rojo en particular, para resaltar algunos momentos y elementos de la historia. Mención aparte merece su extraordinario trabajo con las expresiones faciales de todos los personajes, además del excelente trabajo de diseño de personajes, desde usar gran variedad de tipos corporales, hasta alterar sus peinados sin que pierdan nunca su identidad visual.
En resumen, Harley Quinn: Breaking Glass es una novela gráfica acerca de tomar decisiones y aceptar sus consecuencias, de aprender a lidiar con la injusticia y el progreso, y lidiar con el proceso de convertirse en adulto, de mano de un personaje complejo y con el que resulta fácil simpatizar. No se dejen engañar por la etiqueta de que es un cómic para niños y adolescentes, pues se trata de una excelente historia narrada por dos talentosos autores que resulta una lectura satisfactoria para lectores de cualquier edad. Incluso si nunca les ha interesado el personaje de Harley Quinn, les garantizo que se trata de una historia que pueden disfrutar. Muy recomendable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario