Aunque mis preferencias de lectura están orientadas a la literatura "de género" (ciencia ficción, horror, fantasía) siempre he pensado en eso más como etiquetas que otra cosa, así que una buena premisa o una recomendación presentada de la forma correcta puede bastar para hacer que me interese en un libro. Así fue como llegué a When No One is Watching, de Alyssa Cole.
Supongo que el hecho de que la autora sea una escritora a la que mucha gente asocia de inmediato con un género en particular es la principal razón por la que su editorial perece haber hecho especial énfasis en recalcar que When No One is Watching, novela publicada en septiembre de 2020, es un thriller, e incluso lo anuncia en la portada.
Sydney Green nació y creció en Brooklyn, y ahora está de vuelta luego de un fallido matrimonio. Además de tener que lidiar con las enormes deudad médicad producto de una madre enferma y las secuelas de su difícil rompimiento, el familiar confort de estar de vuelta en casa empieza a desaparecer cuando se percata de que su amado vecindario parece cambiar un poco más cada vez que voltea hacia otro lado. Los vecinos y comercios que ha conocido toda su vida desaparecen sin previo aviso, reemplazados por condominios y modernas tiendas de moda.
Tratando de hallar un poco de paz interior, Sydney toma una visita guiada por su propio vecindario, lo que empeora las cosas, pues la guía decide ignorar la rica historia del lugar como una comunidad afroamericana. Frustrada, Sydney se deja convencer por su madre y amigas de preparar su propio tour de la zona y ofrecer la primera visita guiada como parte de una fiesta comunal. Pero conforme la fecha se acerca, no avanza con el proyecto y se ve forzada a aceptar la ayuda de Theo, un joven blanco que se mudó hace poco a la casa de enfrente y quien está lidiando con sus propios problemas personales.
Juntos se sumergen en una investigación que muestra repeticiones cíclicas de un abusivo patrón de apropiación de propiedades que los pone a pensar acerca de lo que está pasando a su alrededor, una situación que poco a poco los va llenando de miedo y paranoia. ¿En qué momento las coincidencias dejan de serlo? ¿Qué sucede con la gente que se ve desplazada por la gentrificación? ¿Puede haber una conspiración detrás de la transformación del vecindario? Sydney y Theo tendrán que aprender a confiar uno en el otro si esperan llegar al fondo del asunto antes de sumarse a las filas de los desaparecidos.
La novela está narrada en primera persona, alternando entre los puntos de vista de Sydney y Theo, y eso resulta muy efectivo para desarrollar a ambos personajes al compartir sus sueños y temores, mientras descubrimos poco a poco sus secretos. Los primeros capítulos se sienten como si fuera el planteamiento de una historia de amor, lo que supongo no es extraño dados los antecedentes de la autora, y la presentación de la problemática es clara, aunque por momentos se siente como infodump, lanzando muchos datos históricos para educar al lector tanto como a sus protagonistas.
Pero tengo problemas con el ritmo de la novela. Es casi hasta la mitad que se empieza a dar un cambio de tonoy empiezan a aparecer elementos de intriga y suspenso, los cuales estallan hasta el último tercio de la novela, que es el que me genera conflictos. Las revelaciones se suceden de forma implacable y apuntan a una resolución explosiva, que se cumple sólo a medias. El desarrollo íntimo de sus dos protagonistas le juega en contra, pues el corazón del problema se siente demasiado grasnde y ominoso para que ellos puedan resolverlo por su cuenta, lo que da un peso adicional a personajes que hasta entonces eran s´olo parte de la escenografía.
Otro problema que le encuentro es que no hay desarrollo de personajes más allá de Sydney y Theo, lo que no sería del todo malo, sobre todo por el argumento que hace sobre el supremacismo blanco como la raíz del problema, pero la contra es que no hay villanos o antagonistas de peso. Todos los personajes que debían haber representado algo son meros cartones, figuras genéricas e intercambiables que, insisto, podrían funcionar de esa manera si el desenlace se hubiera manejado de otra manera, pero como no fue así, el final se siente un tanto abrupto y apresurado.
En resumen, When No One is Watching es un entretenido thriller de intriga y suspenso que aborda el tema de la gentrificación desde una puntual y completamente actual perspectiva que se siente más relevante que nunca, y pese a su apresurado final, resulta una lectura bastante satisfactoria que además resulta muy instructiva. Supongo que sólo me queda estar al pendiente de cualquier cosa que Cole haga fuera de sus acostumbradas novelas románticas. Lectura recomendada, pero con algunas reservas menores.
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