viernes, 12 de febrero de 2021

Mission: Impossible – Rogue Nation (2015)

Es momento de otra retrorreseña, pues pensaba escribir de Mission: Imposible - Fallout, sexta entrega de la saga protagonizada y producida por Tom Cruise inspirada en la vieja serie de TV, cinta que fue la última o una de las últimas que vi en cine antes de empezar el tratamiento y cirugías en los ojos, pero descubrí que nunca escribí de su predecesora, Mission: Impossible – Rogue Nation

Con esta cinta Cruise puso la popular franquicia en manos del talentoso guionista y director Christopher McQuarrie, con quien había trabajado en tres proyectos anteriores (McQuarrie escribió Valkyrie y Edge of Tomorrow, además de que escribió y dirigió Jack Reacher).

Cabe apuntar que esta película de 2015 no fue la introducción de McQuarrie a la franquicia, pues en 2011 contribuyó a reescribir (sin crédito) partes del guion de Mission: Impossible - Ghost Protocol (la cual sí comenté hace años) cuando la cinta de Brad Bird ya se estaba filmando, así que ya estaba familiarizado con la franquicia y los personajes.

Imagino que esa relación previa, además de las colaboraciones ya mencionadas, influyeron en su elección como director y guionista a cargo de continuar con la franquicia, y lo hizo con tanto éxito que no sólo escribió y dirigió la sexta película de la saga, sino que ya trabaja en lo que serán las entregas siete y ocho de la misma.

La cinta inicia con Benji Dunn (Simon Pegg) y Luther Stickell (Ving Rhames) tratando de detener un embarque de gas nervioso que será vendido a terroristas chechenos, sin mucho éxito hasta que aparece Ethan Hunt (Cruise) para salvar el día. Hunt es el principal agente de la Fuerza de Misiones Imposibles (IMF, por sus siglas en inglés), y está convencido de que El Sindicato, un consorcio de ex agentes de servicios de inteligencia de varias partes del mundo, es un peligro real, aun si la CIA no cree en su existencia.

Mientras Hunt sigue una pista en Londres, cae en una trampa, sin saber que al mismo tiempo el Director Alan Hunley (Alec Baldwin), de la CIA, ha logrado la disolución de la IMF. Hunt escapa con la ayuda de Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), agente británica que parece haberse infiltrado en el Sindicato, pero cuando solicita apoyo, William Brandt (Jeremy Renner), director de operaciones de la IMF, le informa lo sucedido, por lo que decide seguir trabajando por su cuenta.

La CIA anda tras su rastro mientras él sigue buscando indicios de las operaciones de El Sindicato, hasta que vuelve a cruzar caminos con Ilsa y algunos asesinos durante un atentado en contra de un importante funcionario europeo, lo que involucra a Benji, que se rehusa a volver a América y se queda para ayudarlo, mientras ambos se cuestionan cuál es la verdadera afiliación de Ilsa.

Juntos localizan a Ilsa y ella les informa la identidad de la cabeza del sindicato, Solomon Lane (Sean Harris), un ex agente del MI6, y les explica que su plan es robar una lista de agentes del Sindicato, que está almacenada en una bóveda digital segura en Casablanca, Marruecos. Juntos desarrollan una forma de extraer la lista, pero una vez que la tienen en su poder enfrentan una serie de intrigas y traiciones que, aderezadas con la infaltable secuencia de persecución, preparan el camino para una confrontación final con Lane, de cuyo resultado puede depender el futuro de la IMF.

La película se siente como un buen punto de entrada para la serie, pues hace homenaje a mucho de lo que vino antes (la intriga y traiciones de la primera película, la intensidad de las secuencias de acción de la segunda, un megalómano villano que recuerda al de la tercera, etc.) al tiempo que establece una estructura de trabajo para la IMF que deriva directamente de los sucesos de la entrega anterior, pero abre la puerta a futuros desarrollos, y lo logra de forma tan exitosa que habría que considerar que poner a McQuarrie al frente fue la decisión correcta.

También ayuda contar con un elenco que a primera vista parece sobrecalificado para protagonizar un mero blockbuster de verano, pero por fortuna McQuarrie se asegura de darles con qué trabajar, balanceando las secuencias de acción y la elaborada trama con momentos personales para la mayoría de los personajes. En especial destaco la labor de Rebecca Ferguson, que se beneficia de interpretar al personaje más complejo e interesante de toda la película, y lo hace de una forma excelente. Puntos extra por evitar el cliché de convertirla en un interés romántico para Hunt, aunque sé que a mucha gente le molestó que "no hubiera más química entre ellos".

La película cumple con creces en todo lo que hemos venido a identificar con esta franquicia, que ha desarrollado una identidad propia sin volverse repetitiva. A pesar de sus más de dos horas de duración, la cinta no se siente pesada gracias a que McQuarrie mantiene un ritmo frenético con toda la intriga y acción que uno pudiera desear, y sin cometer el error de hilar esas secuencias una tras otra, lo que permite que el espectador pueda recobrar el aliento, y en esos momentos la trama se siga moviendo o algún personaje tiene un momento relevante a su propio arco argumental. Hay también destellos de humor, pero ligeros y nunca forzados.

Quizás el único punto flaco de la historia sea el villano, que pese a operar desde las sombras pasa demasiado tiempo a cuadro, lo que le confiere una importancia que de otro modo no hubiera tenido, pero su apariencia física no impone ni resulta amenazante, y poner rostro al Sindicato mina un poco la fuerza que pudo tener una siniestra y omnipresente organización, ya que Lane parece un insignificante matón. Por fortuna el argumento de la película recae más en sus actos y las implicaciones de lo que planea que que en la amenaza representada por el individuo, lo que hace que el problema se vuelva menor.

Las secuencias de acción están perfectamente planeadas y son espectaculares, lo que no es ninguna sorpresa, pues siempre han sido uno de los puntos fuertes en el trabajo de McQuarrie, y la claridad con que están filmadas hace que el respeto y admiración que la dedicación de Cruise despiertan entre crítica y espectadores sigan creciendo, sobre todo por su reticencia a usar dobles de acción sin importar lo arriesgadas que puedan ser, y son uno de los elementos más distintivos de la saga.

Mission: Impossible – Rogue Nation es una entretenida película de intriga y acción que, aunque no logra replicar los niveles de sofisticación alcanzados por Ghost Protocol, resulta una muy digna adición a una franquicia que todavía tiene mucho que ofrecer. Sin duda una opción bastante recomendable, sobre todo para los fans de las historias de intriga y espionaje y para los aficionados al cine de acción.

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