Las historias de crimen siempre han tenido un lugar importante en los cómics. Surgidos en la década de los 1940, cuando el medio empezó a diversificar sus temáticas más allá de los superhéroes o el humor, y vivieron su época de mayor popularidad a inicios de la década siguiente, sobre todo gracias al éxito de los excelentes títulos publicados por EC Comics. Tras la aparición del Comics Code Authority y una fuerte campaña de autocensura en su contenido, estuvieron cerca de desaparecer, aunque cada cierto tiempo reaparecen con éxito considerable.
Joe Bob Coates es el veterano sheriff de Ambrose County, Texas, y aunque se trata de un pueblo mayormente tranquilo, cuando la violencia aparece lo hace de forma salvaje y devastadora, lo que lleva al viejo policía a cuestionar su continua capacidad para mantener el orden. Randy Terrill es un joven escritor qua años atrás salió de Texas pensando en escapar de una vida sin rumbo y llena de violencia, y aunque ha logrado forjarse una vida lejos de todo eso, los fantasmas del pasado lo acosan de forma constante, y la noticia de la muerte de su hermano Travis lo obliga a volver a su pueblo natal y lo obliga a confrontar a sus demonios.
Volver a su antiguo pueblo le trae muchos recuerdos, pocos de ellos agradables, y al principio se rehúsa a visitar su vieja casa, pero cuando el sheriff le informa que su hermano fue asesinado, Randy debe confrontar la realidad: su pasado es parte inherente de todo lo que es como persona, y pensar que al irse del pueblo podía dejarlo atrás fue sólo un auto engaño. Lo único en su mente es la venganza, y sin pensar en las consecuencias se sumerge en una espiral de violencia con tal abandono que no se detiene a preguntarse si las cosas realmente sucedieron como él se imagina. ¿Será capaz de detenerse a tiempo, o echará por la borda la nueva vida que había encontrado lejos de Texas?
La historia en That Texas Blood fue concebida como un guion de cine que Condon desarrolló, pero tras años de reuniones que no llevaron a nada y al no conseguir un estudio o financiamiento para su película, el joven escritor decidió adaptar su relato a otro medio narrativo para compartir su historia sin tener que involucrar a tanta gente: los cómics. La elección de artista no fue difícil, pues quien le ayudó a crear el arte conceptual y a diseñar personajes y locaciones, era un artista con raíces en el medio. Jacob es hijo del veterano y multipremiado dibujante de cómics Sean Phillips, y desde hace un par de años es el colorista de todas sus colaboraciones con Ed Brubaker, convirtiéndose en una pieza clave del que ya de por sí era uno de los equipos creativos más celebrados en el medio.
A pesar de los antecedentes sanguíneos y como colorista de Jacob, ver el aplomo y capacidad con que el joven artista asume todas las labores visuales en That Texas Blood, desde trazos, tintas y color hasta el rotulado, es toda una revelación que sólo viene a confirmar que se trata de un artista con un gran futuro en el medio del cómic, y no sólo como colorista. Su limpio trazo complementa a un gran diseño de página, donde despliega una gran claridad narrativa y hace un excelente manejo de expresiones faciales. Ya conocíamos su talento para crear atmosferas con el color, pero ver el inteligente uso que hace de las onomatopeyas y el sólido rotulado, lo muestran como un artista completo y muy competente.
La participación de Jacob en este proyecto resulta particularmente adecuada, aun si es otro motivo para que se repitan y mutipliquen algunos comentarios alrededor de la serie y la similitud en tono y ejecución con algunas historias de Brubaker y Phillips. El personaje de Randy parece el típico protagonista que podemos hallar en el trabajo de aquella celebrada dupla. Se trat de un hombre con tendencias auto destructivas, alguien que intenta alejarse de su pasado, pero entre más se esfuerza con más fuerza se ve atrapado en un ciclo de errores que amenazan con destruir todo a su alrededor. La construcción de la historia también es reminiscente de obras como Criminal o Pulp.
A pesar de ello, Condon tiene una voz propia y la deja lucir en sus diálogos y en la construcción de sus personajes. En su trabajo hay un colorido y humor que nada tienen que ver con los deprimentes mundos creados por Brubaker, y la mayoría de las secuencias con Joe Bob y su esposa son un perfecto ejemplo. El escritor usa los momentos de ligereza y humor de un modo similar al que muchos autores de horror incorporan momentos livianos en sus historias para dar un respiro a sus lectores antes de sumirlos en otra violenta confrontación. Los giros argumentales en el último tercio de la historia están bien trabajados y evitan que That Texas Blood caiga en un cómodo conformismo lleno de lugares comunes.
Además del cómic mismo, el tomo incluye una historia en prosa, obra de Randy, y aunque se trata de una historia independiente a la trama del cómic, su contenido informa y complementa la historia, ayudando a entender un poco más de los demonios internos del protagonista. Se trata de un recurso que también fue empleado en Undone by Blood, otro excelente cómic reciente de tono similar, y la forma en que esa historia adicional complementa al cómic me recordó un poco a lo que Alan Moore y Dave Gibbons hicieron con el cómic de piratas en las páginas de Watchmen, así que es un recurso que no debiéramos minimizar.
En resumen, That Texas Blood es un excelente cómic de crimen que debe ser del agrado de los fans del género y de todo seguidor del trabajo de Brubaker y Phillips. Se trata de un debut extraordinario para un par de talentosos creadores, cuya intención es crear una serie de historias ambientadas en el estado de la Unión Americana que da título a la serie, y este año debe aparecer la segunda. Los seis números ya fueron recogidos en un tomo de pasta blanda que es fácil conseguir en tiendas de cómics y outlets en línea, y si quieren una probada antes de decidirse, Image Comics ofrece la posibilidad de leer de forma gratuita el primer número de la serie.
De lo mejor de 2020, y sin duda una lectura absolutamente recomendada.
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