Danny Boyle es uno de mis cineastas favoritos desde hace años. Descubrí su trabajo en Trainspotting (La Vida en el Abismo) y luego vi Shallow Grave (Tumba al Ras de la Tierra), su primera película. Su incursión en Hollywood no fue tan exitosa, con A Life Less Ordinary (Vida sin Reglas), que no es mala pero pudo ser mucho mejor, y The Beach (La Playa), que está más allá de cualquier intento de defensa.
Slumdog Millionaire cuenta la historia de Jamal Malik, un joven que creció en los slums de Bombay (hoy Mumbai) al lado de su hermano Salim y su amiga Latika. Creo que lo más cercano a una traducción para slum sería arrabal, pues se refiere también a los asentamientos humanos que se dan en los bordes de las ciudades, donde las condiciones de pobreza y falta de salubridad son infrahumanas.
Jamal es interrogado por la policía por sospecha de fraude. Es concursante del popular programa de TV Who Wants to Be a Millionaire? (¿Quién Quiere ser Millonario?), donde acumula diez millones y está a sólo una pregunta de alcanzar el premio principal de veinte millones de rupias (unos cuatrocientos mil dólares). Como no tiene estudios y apenas sabe leer y escribir, los responsables del programa creen que puede estar haciendo trampa, pues ha llegado más lejos que cualquier participante anterior, incluso profesionistas y gente preparada.
Mientras Jamal responde al interrogatorio se va dibujando la historia de su vida, desde sus primeros años en el slum, hasta el momento en que decidió buscar la oportunidad de concursar en el mencionado programa y, parafraseando a Spider-Man, se trata, como toda historia digna de contar, de una historia acerca de una chica.
Se criticó a la película porque supuestamente presenta una exagerada visión de las condiciones de pobreza en los barrios bajos de la India, a grado que algunas marcas (Mercedes-Benz y Coca-Cola) pidieron que sus logotipos se retiraran de toda escena para evitar que su buen nombre se ensuciara al aparecer entre tanta miseria, e incluso hay quienes la califican como "poverty porn" (porno de pobreza), por la supuesta explotación que hace del tema para generar morbo y simpatía.
No estoy de acuerdo, en primera, porque no es necesario ir hasta la India para encontrar asentamientos donde la gente viva en esas condiciones, pues tristemente existen en casi cualquier gran ciudad; y en segunda, porque la historia nunca hace intento alguno de explotar el origen de Jamal ni intenta presentarlo como un mártir o una víctima de las circunstancias, simplemente establece las condiciones en que creció para dar un trasfondo al personaje.
El guion es obra de Simon Beaufoy, quien ganó fama hace unos años por el guion de The Full Monty, y está basado en la novela Q & A, de Vikas Swarup, publicada en español por Editorial Anagrama como ¿Quién Quiere ser Millonario? La traducción de diálogos y soporte cultural en la India corrió a cargo de Loveleen Tandan, quien tiene crédito como co-directora en la película, aunque según ella misma y gente cercana a la producción, éste se debe al deseo de Boyle de señalar la importancia de su trabajo en la película, y no quiere decir que comparta crédito por el trabajo directorial.
La película resulta ser una especie de cuento de hadas para adultos, una historia optimista y llena de esperanzas por un futuro mejor, y para mi eso es suficiente razón para que se le celebre y promueva alrededor del mundo. El hecho de que se trate de una bien cuidada producción realizada por uno de los más talentosos directores del cine occidental y se convierta en un primer vistazo al cine de Bollywood es un añadido que se agradece, incluso con su controvertido número musical final, Jai Ho!, que personalmente me divirtió bastante.
A ver si alguno de los productores de cine nacional se da cuenta de que existen diferentes maneras de utilizar la pobreza y la adversidad como temas en el cine, porque lamentablemente la gran mayoría del cine mexicano si tiende hacia el lado del porno de pobreza, y del más barato.
Como añadidos triviescos:
La película tuvo un costo de 15 millones de dólares y las empresas británicas involucradas tuvieron que recurrir a capital norteamericano para cubrir el presupuesto, o corrían el riesgo de verse forzados a lanzarla directo en DVD, omitiendo su estreno en cines.
Por cierto, dado que mi idea era poder verla antes de la entrega de los Oscar, terminé pasando un fin de semana de tres visitas al cine paraa ver tres películas completamente distintas. Ya comentaré The Transporter 3 y Righteous Kill.
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