Ahora, en cuanto a la película y qué tan mala es, y dado que pese a todos sus defectos cuenta con gran cantidad de defensores que apenas se contienen de proclamarla como una obra maestra, considero necesario establecer una postura al respecto.
The Spirit no es una buena película. Pero, por razones que expondré a continuación, resulta un tanto injusto afirmar que se trata de una mala película. Supongo que lo único que me queda es decir que no es ni buena ni mala, sino... diferente. Sé que suena a mal chiste, pero a pesar de que tenía toda la predisposición del mundo para hacerla pedazos en cuanto la viera y poner en su lugar a Frank Miller, debo admitir que la afrenta no era para tanto.
Con esa aclaración fuera del camino, me dirijo a todos aquellos ajenos al arte secuencial: Si no les gustan los cómics y no tienen el más mínimo interés en ese medio y su lenguaje narrativo, estética y recursos visuales, no pierdan su tiempo y su dinero. Detestarán la película. Me tocó ver a varias personas abandonando la sala pasada media hora de la proyección, y unos más alrededor de la hora, quienes asumo esperaban algo muy diferente a lo que estaban viendo. Visualmente la película tiene una estética muy similar a la de Sin City, algo notorio desde los primeros avances y fotos promocionales de la película.
La historia está más o menos apegada al origen del entrañable justiciero de Will Eisner, pero los cambios realizados por Miller bastan para crearle piedritas en el estómago a los fans más puristas del viejo maestro del medio comiquero. Miller está demasiado casado con sus herramientas narrativas como creador de cómics. Su lenguaje cinematográfico no existe, y pese a las múltiples coincidencias entre cine y cómic como medios visuales, elementos que funcionan en uno no siempre se trasladan bien al otro, lo que en este caso trabajó contra Miller.
La impresión que queda es la de estar viendo un cómic filmado en vez de una película adaptada a partir de un cómic, pero a diferencia de Sin City, la cinta no logra una identidad propia. La idea de que la versión de Miller de The Spirit pudo haber sido un gran cómic es reforzada al ver las imágenes que creó para los storyboards de la película, las cuales adornan la secuencia de créditos finales. Lástima, porque una vez más se confirmó aquello de zapatero a tus zapatos, porque Frank Miller, como director de cine, resultó un gran historietista.
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