Neil Gaiman es uno de mis escritores favoritos desde que descubrí su trabajo en cómics y novelas gráficas hace unos quince años. Black Orchid, Violent Cases, The Sandman y The Books of Magic fueron algunas de las primeras historias que leí en cómic que no eran de superhéroes y me dejaron vislumbrar por primera vez el potencial del arte secuencial como medio para narrar historias de cualquier género y dirigidas a toda clase de público de distintas edades.
Coraline es una novela ilustrada para niños, pero sería mejor describirla como una fábula de terror para todas las edades. Fue publicada en el 2002 y yo tengo una copia desde al menos hace cinco años, aunque por una u otra razón no la había leído. Hace un par de años se anunció que Henry Selick, el respetado director y animador de The Nightmare Before Christmas y James and the Giant Peach, se encargaría de adaptar y dirigir Coraline en cuanto terminase sus proyectos pendientes.
La noticia me agradó, pues me parecía una conjunción de talentos afines, pero ni así se me ocurrió que tal vez era buen momento para leer el libro, cosa que hice hace apenas unos días al darme cuenta del inminente estreno de la película, que quería ver después de leer el libro. En realidad se trata de una lectura bastante rápida que puede concluirse en una tarde, así que tampoco era un caso de urgencia o apresuramiento, lo que agradezco pues me gusta leer relajado y en paz.
Una tarde lluviosa en que se encuentra aburrida, Coraline convence a su madre de que le muestre que hay tras una puerta al fondo de una habitación que usan para guardar muebles viejos y cosas que no utilizan. Para su desencanto, detrás de la puerta sólo hay un muro de ladrillos y nada más.
Pero unos días más tarde, cuando Coraline está sola en casa, busca la llave y revisar otra vez la puerta. Al abrirla descubre un oscuro túnel, y al seguirlo encuentra una replica de su departamento. O casi una réplica. Ahí encuentra a una mujer parecida a su madre pero con dos enormes botones negros en lugar de ojos. Después descubre que además de otra madre también tiene otro padre, y que también hay réplicas de sus vecinos en los departamentos correspondientes.
Coraline regresa a su casa pese a las insistencias de su otra madre de que se quede con ella. Al volver a su casa no encuentra a nadie, pues parece que sus padres no han regresado. Se prepara algo para cenar y se va a la cama, pero a la mañana siguiente descubre que sigue sola. Una rápida exploración de la casa la lleva a suponer lo que ha ocurrido: su otra madre secuestró a sus verdaderos padres para forzarla a volver con ella.
Lo que sigue es una historia de descubrimiento personal en busca de la fuerza interior para sobreponerse a la adversidad y enfrentar sus miedos, contada a través de los ojos de una niña consciente de que ha cometido errores en su intento de sobreponerse a la soledad.
Es una lectura recomendada para niños de todas las edades y para adultos que saben que crecer no significa dejar atrás la niñez o la capacidad de soñar y descubrir, misma que si no tuviese fantasmas, animales que hablan, malignos seres con poderes sobrenaturales y toda clase de situaciones mágicas y sorprendentes, sería interesante pero mucho más aburrida. Ahora habrá que ver que tal pudo trasladar todo eso el Sr. Selick a su película y ya lo comentaré por aquí.
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