Los vampiros en el cine tienen una larga historia de hacer uso de cuanto género se presta para reinventarse una y otra vez, pero eso no quiere decir que no haya directores y guionistas contentos con trabajar sobre terreno conocido, y Vampires vs. the Bronx, comedia de horror coescrita y dirigida por Osmany "Oz" Rodriguez, protagonizada por Jaden Michael, Gerald W. Jones III y Gregory Diaz IV y estrenada hace unos días en Netflix.
La película está llena de guiños y referencias a la cultura pop en lo que se refiere a vampiros (la inmobiliaria se llama Murnau y usa la imagen de Vlad Tepes, Luis está leyendo Salem's Lot, hay un personaje llamado Polidori y los vampiros parecen construidos como una mezcla de los que hemos visto en Buffy the Vampire Slayer o Blade), lo cual ayuda a simplificar la construcción de su mundo al usar tantos elementos que resultan fáciles de identificar para buena parte de la audiencia.
Otro ejemplo de ese buen trabajo lo vemos en la subtrama de Bobby, cuyo padre se convirtió en delincuente y por ello perdió la vida, razón por la que su madre intenta mantenerlo alejado de malas influencias. Esto causa un conflicto interno en el chico, que se debate entre ayudar a sus amigos, lo que además complacería a su madre, o ceder a la presión de su entorno y enredarse en cuestiones ilícitas. Muy pronto queda claro que Henny (Jeremie Harris), el líder de la pandilla local, no necesita ser un ente sobrenatural para representar una amenaza para el alma del muchacho.
La brecha generacional también aparece retratada de forma clara y muy astuta. Los adultos están conscientes de que su barrio está en peligro, pero lo ven como algo natural, y algunos de sus parlamentos lo expresan con una claridad que parece ocultar un triste aire de derrota ante la aceptación de lo inevitable, con el consuelo de que al menos van a obtener algo de dinero a cambio de tener que abandonar sus hogares.
Rodriguez tiene amplia experiencia dirigiendo comedia, y es famoso por su labor en Saturday Night Live. Eso explica el excelente timing de algunos diálogos y la forma en que los actores los entregan. Los montajes de las escenas en que los muchachos se arman de ajo, crucifijos y estacas improvisadas son brillantes, y tal vez la única queja sea que al usar a los vampiros sólo como una metáfora se diluye su impacto y peso dramático, por lo que las secuencias de acción, aunque bien ejecutadas, son un tanto predecibles.
En resumen, aunque Vampires vs. The Bronx es poco original como película de vampiros, su ágil ritmo y construcción, personajes entrañables y chispazos de humor, la convierten en una agradable experiencia, elevada por contenido social que invita a la reflexión sin entorpecer la historia. Es una entretenida cinta que resulta una buena opción para la temporada de Halloween, sobre todo si son aficionados a los vampiros en la cultura pop y deseen pasar un buen rato con un poco de entretenimiento ligero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario