martes, 13 de noviembre de 2018

Adios, Stan, y gracias por todo

Ayer falleció Stan Lee.

Ya antes he comentado que aprendí a leer gracias a los cómics, así que es un tema cuya importancia personal es mucha. En el caso de Stan, hay muchas cosas en su trabajo que también dejaron huella. Primero, porque por mucho que se discuta sobre qué tanto mérito en la creación de Marvel es suyo y qué tanto se le debe a sus colaboradores, hay un personaje que para mí es doblemente especial y que es difícil argumentar que no fue mayormente creado por Stan: Spider-Man.

Hace muchos años escribí un texto sobre lo que descubrir a Spidey representó en un momento especial de mi vida, y todo lo que dije ahí sigue vigente. Por otro lado, Stan Lee fue el primer autor de cómics que me hizo ser consciente de que había gente responsable de la creación de esos personajes y de narrar sus historias.


Aprendí a leer a los cinco años con reimpresiones en español de cómics de DC publicados originalmente en los 60 y 70, y aunque recuerdo y atesoro la sensación de descubrir esas historias, sobre todo las de Superman, es muy poco probable que pueda hablar de una historia que recuerde con claridad. En cambio, los primeros cómics que leí de Spider-Man están grabados en mi memoria. Claro, los he leído una y otra vez a lo largo de los años, pero su impacto fue inmediato desde la primera vez. Y eso fue por la forma de escribir de Stan.

Sus personajes eran humanos, gente como uno o como la que uno puede hallar en su vida cotidiana, y lo mismo se puede decir de casi todas sus creaciones. No importa si se trata de millonarios inventores, científicos convertidos en monstruos o adolescentes huérfanos con un gran sentido de personalidad. Y sí, es claro que a ninguno lo creó él solo. Todos fueron producto de la colaboración con leyendas como Jack Kirby o Steve Ditko, pero hay quienes parecen querer tomar una postura opuesta y dar crédito sólo a los artistas y ningunear el trabajo de Stan como un oportunista roba-créditos.

Y eso es algo que también he comentado antes: acusar a Stan de no haber hecho nada denota una gran ignorancia sobre la historia del cómic estadounidense. Sí, le gustaba el protagonismo y disfrutaba ser el centro de atención. Sí, era un vendedor nato con actitudes que rayaban en el narcisismo. Pero se puede ser todo eso y aún así ser un incansable creativo. Y no sólo escribía la mayor parte de la línea de cómics de Marvel, también era el editor. La razón por la que Jack Kirby, Steve Ditko, Bill Everett y otros trabajaran en Marvel es que él los convenció. Lo mismo que a otras leyendas que se sumaron al bullpen de la Casa de las Ideas en los años siguientes, como John Romita, los hermanos Buscema, Steranko y Roy Thomas.


Se le acusa de robar créditos cuando antes de la Era Marvel la gran mayoría de los cómics no incluían información sobre los autores de cada historia. Fue Stan quien insistió en la importancia de que los lectores supieran quienes eran los responsables de las historias, y la caja de créditos en esos cómics estaba escrita con la misma chispa de alegría y entusiasmo que caracterizaban su trabajo, además de los distintivos y afectuosos apodos que daba a los autores. Esa forma tan peculiar de escribir, dirigiéndose al lector como un amigo, con guiños y familiaridad, fue parte tan importante del éxito de Marvel como las épicas aventuras de sus héroes.

Y respecto a los créditos compartidos, esto es algo en lo que hay que insistir una y otra vez: los cómics son un medio colaborativo. Fuera de los casos en que un autor se encarga de todo el proceso, la gran mayoría son historias que el escritor no podría contar sin el apoyo de un dibujante, y que el dibujante no haría de la misma forma sin un escritor. Y cada vez se vuelve más importante el reconocer la importancia de todos los involucrados. Escritor, dibujante, entintador, colorista, rotulista y editor. Cambiar o eliminar a cualquiera de ellos de la ecuación haría que el resultado fuera muy diferente.

Y si quieren pensar un poco en los aportes de Stan que van más allá de los icónicos héroes diseñados por sus legendarios colaboradores, sólo piensen en los personajes secundarios. Y volvamos a Spider-Man como el más claro ejemplo. No existe otro héroe o protagonista con un elenco de apoyo tan complejo e interesante como Spidey. Y no hablo de los acumulados en 55 años, sólo den un repaso a los aparecidos en esos primeros años: La Tía May, Harry, Gwen, Flash, Mary Jane, J.J. Jameson, Robbie, Betty, Ben, el Capitán Stacy, etc. Esa clase de personajes son fruto de la labor de un escritor, al igual que su extensa galería de villanos con orígenes trágicos y personalidades propias.


No es correcto decir que Stan creó al Universo Marvel, pero tampoco lo es decir que fue creado por otros sin que él hiciera nada. La verdad irrefutable es que se trata de un mundo y personajes creados por Stan y una pléyade de artistas y colaboradores. Ningunear a Stan o tratar de negar su aportación no ayuda a engrandecer el legado de Kirby o Ditko y sólo sirve para dividir, algo que está de moda en estos días y parece ser el principal objetivo de los comic-haters y otros grupos de pseudofans.

¿Por qué hay tantos "fans" de cómic que odian a Stan Lee? No lo sé, y suena muy agresivo, pero sólo puedo asumir que es por ignorancia. Y entre grupos como ComicsGate es comprensible que busquen ensuciar su imagen. Después de todo, Stan siempre usó sus cómics para abogar por la diversidad y la inclusión, para denunciar el racismo y el bullying, y para atraer la atención hacia problemas sociales. Fue uno de los primeros creativos que  llenaban el molde de lo que esos idiotas llaman despectivamente SJW (Social Justice Warriors).

Sí, hay que reconocer y celebrar el trabajo de muchos otros artistas y escritores, y no sólo por el papel que tuvieron en la creación del Universo Marvel, pero ¿por qué hacerlo en detrimento de Stan? Olvídense de comentarios mezquinos y discursos de odio que los hacen ver como ignorantes ociosos con ganas y tiempo de jugar al trol. La vida y obra de Stanley Martin Lieber, mejor conocido como Stan Lee, es digna de toda clase de homenajes y celebraciones.

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