¿Se puede tener una amistad con un personaje ficticio?
Mi personaje de cómics favorito desde hace muchos años es Spider-Man, el héroe antes conocido en México como El Hombre Araña. Esto es algo que sorprende a muchos, porque no parecen empatar mi personalidad con la idea de que Spidey sea mi personaje favorito, así que decidí escribir un poco sobre mis razones.
Mis padres se divorciaron cuando yo tenía ocho años, y tras la separación nos mudamos a casa de mis abuelos. No es fácil mudarse a esa edad, y menos si es inesperado. Nueva escuela, colonia extraña y sin amigos cerca. Pero al instalarme en mi nuevo hogar recibí un regalo que me cambió la vida: una caja con casi doscientos números de El Asombroso Hombre Araña, traducciones de Novedades Editores de las historietas de The Amazing Spider-Man de Marvel Comics, más en específico. Durante años leí y releí esos cómics, y y creo que ayudaron a definir muchos aspectos de mi carácter y personalidad.
¿Por qué? Porque esas historias tratan de un joven con problemas para relacionarse con los demás. Alguien que no tiene una familia en el sentido convencional, y que en la escuela es un nerd. Por razones que sólo él entiende, se siente más cómodo solo y leyendo o estudiando que divirtiéndose con gente de su edad. Era casi imposible no sentirme identificado con Peter Parker. Y la razón por la que digo que cambió mi vida es aún más simple.
A través de Peter aprendí que las cosas no siempre salen como uno desea, pero que no importa que tan graves sean tus problemas, siempre habrá forma de superarlos. Aprendí a no rendirme sin importar lo difícil que parezca cualquier situación. De cierto modo Peter Parker se convirtió en mi modelo a seguir. Gracias a él aprendí a valorar la importancia de los sacrificios personales y a no ser egoísta, a aceptar los tragos amargos y a poner la otra mejilla. El personaje creado por Stan Lee y Steve Ditko me permitía un nivel de empatía e identificación que era imposible con Batman, Superman o cualquier otro personaje de cómics.
Spider-Man es más que un héroe, pues antes que otra cosa, es un ser humano, una persona como cualquier otra para quien lo más importante es tratar de hacer lo correcto, y eso es lo que lo hacía especial y lo que hizo que resultara tan importante en esa etapa de mi vida. En mis últimos años en la primaria, como el chico nuevo y el nuevo cerebrito de la clase, tuve problemas para hacer amigos. En más de una manera podría decir que mi mejor amigo en la pubertad fue Peter Parker. Parece tonto pensar en un personaje de ficción como amigo, pero para mí representaba un refugio, un apoyo sin el que hubiese sido difícil sobrellevar mi vida.
La secundaria fue igual de complicada. Siempre fui el nerd, el inadaptado. El que prefería sentarse solo a leer en un rincón que convivir con los demás. Apreciado por mis maestros y rechazado por la mayoría de mis compañeros, pasé buena parte de esos años tratando de descubrirme a mí mismo, de entender quién era y cuál era mi lugar en el mundo. En esa misma época empecé a trabajar y aprendí que había formas de interactuar con otras personas sin que fuese algo personal. Y una de las primeras cosas en las que pensé al tener mi propio dinero fue en ponerme al día con mi viejo amigo.
Pasaron los años y la vida siguió. Peter y yo nos alejábamos por temporadas, pero nunca para siempre, y los reencuentros casi siempre han sido gratos. Tal vez su influencia en mi vida no volvió a ser tan importante como en esos primeros años, pero conocerlo fue de lo mejor que me sucedió en aquella época. Fue hasta muchos años después que comprendí la importancia de esa inusual amistad, y creo que eso me ha ayudado a valorarla más. Por eso no puedo evitar sonreír cada vez que me topo con su clásica descripción: "su amistoso vecino, el Hombre Araña".
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