jueves, 16 de septiembre de 2004

Que Poca Abuela

Mi abuela fue mencionada de manera tangencial en el post anterior. En medio de un texto sobre Spider-man, por extraño que parezca. Así que intentaré definir en los mismos términos lo que mi abuela fue para mí en la infancia: era como la tía May, Jonah Jameson, Norman Osborn y la casera de Peter (la tía de Brandy) en una sola persona.

Y lo digo en serio.

Mencioné que nos mudamos a casa de mis abuelos en 1982, cuando yo tenía ocho años. Era una casa grande. Lo bastante como para albergar a mis abuelos, cuatro tíos, mi madre, dos hermanos y yo, sin que tuviéramos que vivir apretados o amontonados.

La convivencia entre todos era más fácil y agradable que lo que se pudiera pensar habiendo tanta gente en una sola casa. Siendo todos mis tíos menores que mi madre, algunas veces yo sentía como si de repente me hubiera encontrado con que tenía hermanos mayores. El único problema era mi abuela.

De mal humor la mayor parte del tiempo, posesiva y manipuladora, chantajista y opresora. Excepto tratándose de reuniones familiares como Navidad o Año Nuevo, cuando era toda dulzura y comprensión. ¡Que Sara García ni que nada, mi abuela era una abuela modelo! Nunca entendí si era para quedar bien con sus hijas casadas y los respectivos maridos o si realmente era invadida por el espíritu de la época.

En otro post mencioné que dejé de comprar cómics y revistas por un tiempo, pero que había suficientes cómics y revistas a la mano como para no quedarme sin nada que leer. Pero no mencioné lo difícil que era poder leer en paz en esa casa. Mi abuelo, jubilado un par de años antes, solía esconderse de mi abuela para poder sentarse a leer en paz. Y había que buscar el modo de mantener los cómics y revistas escondidos o fuera del alcance de mi abuela so pena de que los tirase a la basura o los vendiese como periódico viejo.

Y al final ese fue el triste destino de la mayor parte de esas publicaciones. Incluidos cerca de la mitad de los cómics que recibí en mi noveno cumpleaños.

Mención aparte merece el tema de la televisión. Mis hermanos y yo teníamos terminantemente prohibido encender la televisión durante el día hasta que no llegase mi madre del trabajo. Y si mi abuela estaba de mal humor, ni siquiera entonces. Y no es que no hubiera más de una tele, simplemente es que bajo el argumento de que se gastaba mucha luz y que si estábamos viendo la tele no hacíamos nada más, mi abuela era capaz de bajar el switch principal.

Recuerdo que acostumbrábamos encenderla mientras ella estaba en su recámara viendo las telenovelas, pero solíamos turnarnos en la ventana de nuestro cuarto, al otro lado del patio, para vigilar que no se diera cuenta y fuera a apagarnosla. Prácticamente había que esperar a que se fuera a dormir para poder ver la tele o realizar cualquier otra actividad en paz. Ahora que lo pienso, es muy probable que mis hábitos nocturnos tengan su origen en esa época.

Al paso del tiempo la relación se fue distendiendo. Pero no porque ella se estuviese ablandando, sino más bien porque tenía otros temas a los cuales desviar su atención. Conforme mis tíos alcanzaban la edad adulta y empezaban a planear sus vidas lejos del hogar paterno, ella parecía tener como prioridad el hostigarlos a ellos, criticando sus decisiones y molestándolos sobre sus elecciones de pareja.

O recurriendo al chantaje sentimental ("Oh, que será de mi, vieja y desvalida si todos ustedes se van y me dejan sola con el inútil de su padre" y demás cantaletas por el estilo).

Después yo empecé a trabajar, y entre la escuela y el trabajo me mantenía fuera de la casa la mayor parte del tiempo. Los años pasaron y por fin nos mudamos. Y sucedió en medio de otro melodrama sentimental ("Para que se van a vivir tan lejos si aquí están bien") particularmente ridículo tomando en cuenta que en varias ocasiones había amenazado con corrernos "con todas nuestras chivas" de su casa.

En mi caso, la distancia llevó al perdón, o a algo por el estilo. No le guardo rencor, pero sería deshonesto de mi parte afirmar que siento algún afecto particular por ella. Creo que le tengo consideración por ser la madre de mi madre pero nada más. Y sólo con el propósito de dejarlo claro, el título de este post no es una falta de respeto, sino más bien una alusión a la baja estatura de mi abuela, que no alcanza el metro cincuenta.

Hace un par de años le fue diagnosticado un mal cardíaco que derivó en tener que internarla en el Centro Médico. Algunos de mis tíos y tías manifestaron su desagrado por la leve muestra de indiferencia de parte de mis hermanos y mía. Pero, una de mis tías, conversando con mi madre, hizo un comentario que bien puede servir como explicación de nuestra actitud.

A mi madre, "Como que tus hijos no quieren a mi mamá, ¿verdad?". Mi madre, contrariada, buscaba una respuesta, pero mi tía la proporcionó ella misma, "Es de comprenderse. De todos sus nietos ellos son los únicos que alguna vez vivieron con ella". 'Nuff said.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario