miércoles, 5 de septiembre de 2018

Comicsgate, ¿Qué es y qué pretende?

En el último par de semanas cobró notoriedad en círculos comiqueros nacionales la existencia de ComicsGate, un movimiento impulsado por un grupo de “fans” enfocados en una campaña de odio y acoso contra la diversidad en la producción y consumo de cómics que se escuda bajo la bandera de luchar por “salvar la industria” o, como ellos mismos lo dicen, enunciándolo de una forma que deja en claro el origen de su ideología y afiliaciones, que buscan “devolver su grandeza a los cómics” (“Make Comics great again”).

Muchos piensan que esta política de odio en redes inició hace uno o dos años porque asocian su aparición con un par de casos muy sonados, pero la realidad es que los ataques en contra de creadores, periodistas y críticos pertenecientes a minorías vienen de varios años atrás, y tomaron su actual forma al menos desde 2014, cuando se dio el Gamersgate, escándalo altamente publicitado en el mundo de los videojuegos que se construyó alrededor de un caso de acoso sexual y cuyos efectos y consecuencias llevaron a estos sujetos a fomentar el mismo odio y división en los cómics.

Una de las razones por las que a muchos casos no se les ha dado exposición ni seguimiento es que los creadores de color o miembros de la comunidad LGBT+ que suelen ser el blanco de estos ataques trabajan en títulos independientes, ya sea autopublicados o distribuidos a través de editoriales pequeñas, así que el grueso de la industria los ve como casos aislados o que no tienen mayores repercusiones (lo que, de hecho, es parte del problema).

Chelsea Cain fue el primer blanco de alto perfil de los trolls comicsgaters.
Los dos sonados casos a los que me refiero, que llevaron a que más gente se diera cuenta de la existencia de este grupo de acosadores e incitadores a la violencia, tuvieron que ver con Marvel Comics. El primero se dio en otoño de 2016, con Chelsea Cain como blanco de estos ataques. ¿La razón? Mockingbird, protagonista de su propia serie, entonces escrita por la novelista, apareció en la portada de un número portando una playera con la leyenda “ask me about my feminist agenda” (“Pregúntame por mi agenda feminista”). Esto provocó que este grupo se volcase en redes, sobre todo Twitter y YouTube, para denunciar que Marvel solo buscaba complacer a “feminazis que ni siquiera leían cómics” y por eso había contratado a Cain.

Unos meses después, en julio de 2017, el blanco de los ataques fue Heather Antos, entonces editora de la casa de las ideas. Días después de la muerte de Flo Steinberg, legendaria pionera del staff de Marvel, Antos y otras mujeres empleadas por la editorial decidieron homenajearla al tomarse una selfie grupal durante una salida a tomar una malteada, algo que Steinberg hacía como ritual de bienvenida cada vez que una chica entraba a trabajar a la editorial y que varias de ellas solían hacer para convivir fuera de la oficina.

Heather Antos (al centro) y el staff femenino de Marvel se convirtieron en blancos
por el “atrevimiento” de trabajar en una industria que “no les pertenece”.
La foto expuso a estas mujeres, sobre todo a Heather, a una campaña de acoso y hostigamiento, pues según muchos, tantas mujeres en el staff de Marvel debían ser la causa de que la editorial “estuviera tan mal”. Ahí quedaron de manifiesto muchas de las actitudes que se han vuelto comunes entre los ‘gaters’, como se conoce a los militantes de este grupo: Acusaciones de ser intrusas, de no saber nada de cómics o siquiera ser fans o lectoras, e insinuaciones de que la única explicación para estar empleadas en la industria era habiendo “comprado” su lugar con favores sexuales. Y lo contradictorio de afirmar que alguien a quien no le interesan los cómics esté dispuesta a ofrecer favores sexuales para trabajar en ellos no parece importarles.

Lo que tienen en común esos dos incidentes, que junto a dos más que se dieron en las últimas semanas han sido los que lograron cierto grado de cobertura mediática, es que involucraron a creativos y gente del medio que al laborar en Marvel eran de un perfil más alto que los blancos habituales de esta campaña de odio, otro indicativo del entorno que ha permitido que ésta se esparza, pues la mayoría de los profesionales de la industria han ignorado o minimizado los incidentes, excepto cuando les pegan más cerca.

Uno de los dos casos recientes a que me refiero inició cuando algunas de las figuras más prominentes del CG trataron de usar el nombre e imagen de Darwyn Cooke, popular artista fallecido hace un par de años, para promover su agenda. Cuando la viuda de Cooke se manifestó al respecto, diciendo que su marido jamás hubiera apoyado un movimiento de odio que estaba dañando a la industria del cómic, se convirtió en un nuevo blanco para estos trolls. Esto llevó a que, finalmente, muchos profesionales establecidos se manifestaran contra la agenda de odio de este grupo, destacando los mensajes de Bill Sienkiewicz y Jeff Lemire, que hallaron eco en muchos otros autores de renombre.

Casi al mismo tiempo, Marvel Comics anunció una nueva serie protagonizada por Riri Williams, Ironheart, y a la responsable de escribirlo, una reconocida y premiada escritora y catedrática de Chicago, Eve Ewing. Esto volvió a exacerbar a los provocadores, quienes reclamaban a Marvel la contratación de alguien “sin experiencia previa” en los cómics, aunque basado en los antecedentes de estos retrógradas individuos, lo más probable es que en realidad lo que los molestó fue el hecho de que Ewing no sólo es mujer, sino también afroamericana. Porque no importa que sea un personaje que no les interesa en una serie que no piensan comprar, hay que defender que la escriba alguien que “lo merezca”.

Eve Ewing ha sido la víctima más reciente de los ataques en línea de estos inadaptados.
Las muestras de solidaridad de otros profesionales hacia Ewing han ido en aumento, y ante los cuestionamientos y provocaciones en su contra, muchos han compartido historias sobre sus propios inicios, cuando también eran desconocidos y no tenían experiencia previa. ¿Cuál fue la “inteligente” respuesta de los trolls? Tratar de corregirlos y explicarles a todos y cada uno de ellos cómo y cuándo fue que en realidad empezaron sus carreras.

Pero si algo ha revelado este caso, es que muchos de los participantes de esta campaña de odio, racismo y misoginia parecen actuar por ignorancia (varios de ellos han reconocido haber dejado de comprar y leer cómics hace varios años y estar “informados” de la situación sólo por lo que han visto y escuchado en YouTube), y algunos más por envidia, pues no son ellos los que reciben la oportunidad de, “de la nada”, convertirse en escritores para Marvel o DC.

Otro factor importante a tomar en cuenta, es que convertirse en estandarte de una campaña de odio resulta bastante lucrativo. Esa fue la enseñanza que muchos de los líderes del Comicsgate tomaron del Gamersgate. Verdades a medias sazonadas con una buena dosis de mentiras y afirmaciones genéricas bastan para sonar plausiblemente informados y conseguir seguidores fieles, dispuestos a financiar las acciones para “salvar a la industria”. Ése es el caso de algunos de sus principales promotores, Richard C. Meyer, Ethan Van Sciver y Mike S. Miller.

Aunque no fue el primero, Meyer es considerado por muchos como quien lo inició todo, y sin duda es quien más beneficios económicos ha obtenido de esto. Y si a alguien le quedan dudas de su interés en la salud de la industria, sería bueno entender un poco acerca de él. Se trata de un ex-militar que ha escrito cómics independientes y quien durante años ha buscado, sin éxito, atraer el interés de Marvel y DC. Cuando inició su campaña a través de un canal de YouTube, dejó claro cuál cree que es el elemento más importante para que un cómic sea bueno y cuya ausencia es lo que más le preocupa de la actual situación de Marvel: senos grandes. Y entre mas grandes, mejor.

De acuerdo con Richard C. Meyer y otros comicsgaters, Carok Danvers
dejó de ser femenina con el cambio de identidad y apariencia.
Según él mismo, el momento en que se dio cuenta de que Marvel estaba mal y necesitaba ser salvada de sí misma, fue cuando Carol Danvers se convirtió en la Captain Marvel. No sólo le quitaron el sexy uniforme que usaba como Ms. Marvel/Warbird, sino que le cortaron el pelo y redujeron considerablemente el tamaño de su busto. Obviamente ése ataque contra la femineidad del personaje era indicio de una agenda liberal encaminada a complacer a lesbianas y feministas e iba a dañar la industria, así que se erigió como el defensor de la sacrosanta tradición de representar a los personajes femeninos con exagerados atributos físicos y atuendos reveladores.

De ahí pasó al tema de la “representación forzada”. No sólo cambió la apariencia de Carol Danvers, sino que la nueva Ms. Marvel era una chica de ascendencia pakistaní. Además, había un Spider-Man negro e hispano, Thor fue reemplazado por una mujer, el Capitán América por un héroe negro y Iron Man por una chica negra. ¡Impensable la falta de respeto hacia los clásicos!

Lo más preocupante es que halló una audiencia que compartía sus ideas, y logró manipular su discurso para generar simpatías entre los viejos fans que, pese a ya no leer cómics, están preocupados al ver que los cómics buscan crecer, diversificarse y apelar a nuevas audiencias porque, claro, no quiera Odin que el cerrado y cada vez más pequeño gueto de los fans de cómics se vea invadido por nuevos lectores o, peor aún, lectoras. Porque no importa que ellos ya no participen de forma activa, alguien tiene que cuidar la puerta del Club de Toby porque todo mundo sabe que las mujeres tienen piojos (no es broma, ése es un argumento que han usado) y no debiera dejárseles entrar a lugares “de hombres”.

Otra práctica común de los ‘gaters’ que pone en evidencia su cobardía, es llevar al límite sus ataque verbales, insultando hasta provocar una respuesta. Una vez que la obtienen, borran todos sus tuits ofensivos para poder asumir el papel de víctimas “injustamente atacadas y ofendidas por creadores liberales y SJWs (Social Justice Warriors, Guerreros de la justicia social, apelativo que usan de forma peyorativa para referirse a sus “enemigos”) al tratar de llevar un “diálogo civilizado” con la oposición.

Ethan van Sciver, uno de los profesionales
que han capitalizado su popularidad entre
los Comicsgaters. 

Ethan Van Sciver, artista que recientemente anunció su salida de DC, es notorio en este aspecto. Suele hacer alusiones a sus enemigos para azuzar a sus seguidores mientras que él mantiene una cuidadosa fachada de persona respetuosa y decente, de una forma que resulta risible, pues luego de expresar alguna opinión incendiaria o criticar a alguien en sus videos, dice cosas como “claro que esto es algo que hay que discutir civilizadamente, así que les pido a todos que no antagonicen a estas personas”.

Y si a alguien le quedan dudas sobre la intención de convertirse en los guardianes o cadeneros de la industria, consideren lo siguiente: sus supuestas críticas de cómic no hacen un análisis de nada y se reducen a “es obvio que el autor no sabe lo que está haciendo. Seguro nunca ha leído cómics. Además es mujer/negro/gay/transexual y todo mundo sabe que ellos(as) no saben nada de cómics”. Y para confirmarlo, han difundido una ‘lista negra’ de autores a quienes hay que boicotear y a la que constantemente agregan nombres. Se trata de los autores “forzados” que la industria ha contratado, además de todos aquellos con ideas progresistas que han salido en defensa de los atacados.

Hace unos días se dio otro incidente digno de mención. Vox Day, notorio supremacista blanco y promotor de temas de la agenda de la extrema derecha estadounidense, y quien hace unos meses anunció la creación de una editorial de cómics para promover temas de su interés, reveló la adición de ComicsGate Comics, un subsello abierto a los profesionales que simpatizan con ese grupo. Si tu campaña atrae el interés y la simpatía de un abierto y vocal racista, tal vez es buen momento para evaluar lo que tu ideología está proyectando al resto del mundo.

Bill Sienkiewicz es uno de los más
vocales opositores del Comicsgate
Antes de cerrar este texto, me parece importante explicar a que me refería líneas arriba al hablar del uso que los líderes de estos trolls hace de verdades a medias.

La principal justificación que usan para su radical postura de cadeneros y policía del contenido es que “la industria está en crisis y alguien tiene salvarla”, y citan la baja en las ventas de títulos de Marvel y DC de acuerdo a los reportes de Diamond, el distribuidor encargado de abastecer a las tiendas de cómics. Pero esa afirmación es, si no del todo falsa, al menos sí engañosamente malinterpretada y sacada de contexto. Más adelante escribiré un poco acerca del estado del mercado y el problema de Diamond y las tiendas del mercado directo, pero baste por ahora un dato: el total de ventas, en dólares, de la industria del cómic en los últimos veinte años se ha mantenido estable.

¿Será acaso que, más que una crisis en la que se está acabando el pastel, estamos ante una repartición diferente del mismo? Eso ya será tema de otro texto.

Por ahora eso es todo. ¿Qué piensan ustedes de este tema? ¿Hay algo que aún les genere dudas o preguntas sobre este fenómeno? Dejen sus opiniones, dudas y preguntas en los comentarios, pues seguramente este tema aún tiene mucho por explorar.

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