sábado, 15 de septiembre de 2018

The Dark Knight Returns: El Ocaso del Vigilante

Frank Miller es una leyenda del cómic estadounidense y esa valoración proviene, en buena medida, de su trabajo en la década de los 1980 con los héroes urbanos más populares de las dos grandes editoriales: primero Daredevil para Marvel, y más tarde Batman para DC Comics. En el caso del segundo es responsable de las dos historias que lo definieron en la Era Moderna, y es la primera de ellas la que nos ocupa en esta ocasión, a más de 30 años de su salida al mercado.

Luego del gran éxito que tuvo durante su etapa en Daredevil y tras completar la miniserie Ronin, publicada entre 1983 y 1984, Miller decidió alejarse de los reflectores y tomar un descanso. Al volver a los cómics trabajó en un nuevo arco argumental para Daredevil y elaboró una propuesta en colaboración con Steve Gerber para relanzar Batman después de Crisis on Infinite Earths.

El ambicioso plan de Miller y Gerber consistía en redefinir a la trinidad de héroes principales de DC en tres series que formarían una línea llamada Metropolis. Los títulos serían Amazon, escrita por Gerber; Man of Steel, coescrita por ambos, y The Dark Knight, escrita por Miller.

En aquel entonces DC Comics atravesaba un momento difícil y su universo postcrisis tenía que ser un éxito, así que la idea de poner todos los huevos (o al menos los más importantes) en una sola canasta no resultaba una proposición atractiva, por lo que rechazaron la propuesta. A pesar del rechazo, Miller mantuvo una buena relación con Dick Giordano, entonces editor en jefe de DC, y solían intercambiar ideas para distintos títulos y personajes.

Durante su sabático, Miller tuvo tiempo de meditar sobre su propia mortalidad: estaba por cumplir 29 años, la edad canónica de Batman, y muy pronto llegaría a los 30. ¿En qué clase de mundo podía él ser más viejo que su héroe de la infancia? Ese pensamiento lo llevó a preguntarse cómo enfrentaría Bruce Wayne la idea de envejecer y tener consciencia de que estaba perdiendo sus facultades físicas, sin las cuales su eterna cruzada contra el crimen sería imposible.

Poco a poco una idea fue tomando forma en la mente de Miller, y para realizarla retomó algunos elementos de su propuesta rechazada y los trasladó a un escenario futuro, en el que un Batman viejo (uno que una vez más era mayor que él) y retirado, se veía obligado a regresar a la acción para salvar de la oscuridad una vez más a Gotham City. A Giordano le encantó la idea, por lo que unos meses después vio la luz Batman: The Dark Knight.

Hunt the Dark Knight

La historia abre con un Bruce Wayne de 55 años de edad que una década atrás, a la muerte de Jason Todd, el segundo Robin, abandonó la identidad de Batman y se refugió en la vida de playboy que hasta entonces era sólo una fachada. La ciudad es presa de la inseguridad y la policía, bajo el mando de James Gordon, se ha visto rebasada por una pandilla que amenaza con tomar control total. Dos pandilleros asaltan a Wayne en el callejón donde murieron sus padres, y el incidente obliga a Bruce a confrontar su pasado y a aquello que, pese a su negación, aún lleva dentro. Es una llamada de atención por parte de la ciudad que abandonó y que ahora lo necesita más que nunca.

El regreso de Batman a la acción no es fácil. Los años no pasan en vano, y su estado físico no es lo que solía ser. El mundo es muy distinto a aquel en que solía pasar las noches persiguiendo a megalómanos narcisistas y enfrentado a coloridos villanos, y el veterano vigilante debe adaptarse a la idea de que pelear contra el sistema no es algo que se pueda hacer sólo a base de fuerza.

Por fortuna ahora tiene una ventaja sobre el implacable vigilante que alguna vez fue: la población en general, delincuentes y ciudadanos de bien por igual, lo consideran una leyenda. Batman se ha convertido en una figura mítica que de igual manera se usa para atemorizar a los niños que para maravillarlos o inspirarlos con el recuento de sus legendarias proezas.

Esto lo vemos a través de los ojos de Carrie Kelley, una adolescente que, luego de que Batman la salva de los mutantes, comienza a seguirlo y eventualmente es recompensada con la oportunidad de convertirse en la nueva encarnación de Robin. La relación de Bruce con esta joven que lo idolatra como una leyenda y lo ve como alguien que puede llenar el vacío en su vida de una figura paterna nos lleva al tema de la paternidad, que es parte integral de la mitología de Batman.

La figura del caballero oscuro nace como consecuencia de la pérdida de sus padres. Un niño huérfano, sin nadie que lo guíe pero con recursos suficientes como para financiar una cruzada personal que le permita enfrentar a sus fantasmas, además de que los usa como motivación para superar sus miedos y como motor principal que le permite seguir adelante con una misión imposible.

Alfred, su fiel mayordomo, hizo lo posible para servir como figura paterna al joven y solitario millonario, pero la naturaleza misma de su vocación le impidió acercarse lo suficiente como para lidiar de mejor manera con la mezcla de dolor y determinación que llenaban al joven Bruce.

Resignado a su fracaso, el abnegado y servicial mayordomo se limitó a tratar de convertirse en el mejor apoyo posible en una guerra que era imposible ganar. La aparición de Dick Grayson, igual que más adelante la de Jason Todd, representaron una esperanza, una fuente de luz en la oscura existencia de Bruce. Pero esa esperanza acabó de tajo con la muerte del segundo mientras portaba el traje de Robin.

Esa falla como figura paterna fue un golpe mortal a la determinación del vigilante y la razón para retirarse, pero la llegada de Carrie le hace creer que aún puede arreglar las cosas, resolver algunos problemas del mundo (o al menos de su ciudad) y dejar un mejor lugar a las nuevas generaciones. Pero mientras Bruce reencuentra su instinto paterno, Alfred ve una nueva repetición del ciclo de violencia y autodestrucción que bien conoce, cerrando así otro arco de paternidad fallida.

The Dark Knight Falls

Toda obra de arte es un reflejo del mundo en que fue creada, lo que incluye a los medios narrativos como el cómic, y The Dark Knight Returns no es la excepción. En 1986 el mundo vivía una situación complicada, pues la Guerra Fría amenazaba con dejar de serlo, y el régimen de Ronald Reagan como presidente de los Estados Unidos creó una serie de circunstancias que parecían estar a nada de sumergir a la humanidad en una Tercera Guerra Mundial.

Miller hace una dura crítica política y social a su país, extrapolando algunas características distintivas de ese gobierno y de la sociedad en que vivía para crear un mundo del que sólo alguien como Batman podría salvarnos.

Ese escenario de pesadilla se vuelve aún peor al revelarse que ya no hay héroes, pues al declararlos vigilantes fuera de la ley los obligaron a retirarse. Además, Superman, el primer héroe de todos, el más noble y puro, la personificación idealizada del sueño americano, es ahora una herramienta del sistema, un arma versátil usada en secreto para perpetuar el status quo y forzar la paz bajo los términos y condiciones del gobierno estadounidense.

Esa clase de cambio radical en un personaje tan establecido como Superman es algo que podría resultar forzado, pero Miller lo hace de manera inteligente y sutil, y ofrece una justificación para que el héroe haya tomado una decisión que además permite al autor explorar las muchas diferencias ideológicas entre El Hombre de Acero y Batman de una forma interesante, a la vez que prepara el camino para la eventual e inevitable confrontación que habrá de darse entre ambos.

The Dark Knight Triumphant

Al hablar de cómics de superhéroes, a Miller se le identifica más con vigilantes, esos héroes urbanos y pragmáticos que lidian con una oscuridad interior tan opresiva como la del mundo que les rodea, pero una característica que distingue a su trabajo del de otros autores es que interpreta de otro modo el aspecto idealista de esos personajes. Después de todo, libran una guerra que a largo plazo es imposible ganar, pero en vez de que la futilidad de sus esfuerzos los haga renunciar, su determinación los lleva a aceptar que sólo pueden superar una batalla a la vez. Ese sutil idealismo en la obra de Miller alcanza su punto más alto en las páginas de The Dark Knight Returns.

El mundo se ha convertido en un lugar terrible y carente de esperanza. El símbolo de la libertad y la justicia ha sido corrompido y ya nada tiene que ver con los miedos o intereses de la gente común. Bajo esas condiciones, ¿qué puede ser más idealista que dos viejos vigilantes, sin poderes sobrehumanos, que intentan arreglar las cosas, aun sabiendo que es algo que podría costarles la vida?

Aunque no es tan popular o famoso como Batman o Superman, Oliver Queen, el héroe alguna vez conocido como Green Arrow, es una importante adición a esta historia, sobre todo porque en muchos aspectos representa el opuesto de Batman, pues se trata de una persona impulsiva que permite que sus emociones controlen sus decisiones. A pesar de ello, tienen en común que ambos son seres humanos con una voluntad inquebrantable y preocupados por la gente a su alrededor.

Muchos ven a TDKR como una obra cínica y depresiva, y hay quienes consideran que esta historia y Watchmen fueron responsables de generar la moda de cómics oscuros en que los héroes fueron sustituidos por vengadores y antihéroes, pero esa es una lectura muy limitada, y quien piensa así está tan equivocado como aquellos autores que al emular la atmósfera pero no el espíritu de estas obras creían estar homenajeando a Moore y Miller con sus creaciones.

Otro elemento importante en la historia es el papel de los medios de comunicación. Con los 80 nació la era de las celebridades, y se puede argumentar que a partir de entonces la televisión cobró fuerza como mecanismo de influencia en las masas: si lo dice la televisión debe ser cierto. Miller la ve como una potencial amenaza, una herramienta de manipulación y control, y entre constantes alusiones a la censura la muestra como tal. Paradójicamente, una de las grandes razones para que The Dark Knight Returns fuera un éxito comercial fue esa misma cultura de las celebridades y la explosión de los medios electrónicos como herramienta publicitaria.

Miller fue una de las primeras celebridades en el mundo del cómic, y el lanzamiento de esta obra, protagonizada por un personaje que había alcanzado su mayor nivel de popularidad dos décadas atrás, también gracias a la televisión, recibió gran atención mediática, mucha de ella enfocada en las diferencias entre aquel justiciero bonachón que muchos aún recordaban y el oscuro vigilante de Miller.

Volviendo al tema de enfrentar las nociones de vejez y mortalidad, habría que verlo desde el punto de vista del autor. Cuando Miller se convirtió en una estrella gracias a su trabajo en Daredevil tenía apenas 22 años, y durante algún tiempo fue considerado como el nuevo joven maravilla del medio. Es comprensible que al cumplir cierta edad cuestionase la relevancia y valor de su trabajo, y alcanzar los 30 años era tan buen pretexto como cualquier otro.

¿Puede alguien de más de 30 años ser relevante en la industria del cómic? Sin duda. La producción de Miller en los quince años siguientes a la aparición de TDKR es muestra suficiente de que el autor siguió siendo relevante, y de que mostraba la capacidad de reinventarse.

Hoy día, a tres décadas de distancia de la aparición de esta historia y todas las reflexiones personales e ideológicas que plasmó en ella, Miller es mayor incluso que el Batman veterano al que hizo salir del retiro para salvar a su ciudad una última vez. Su salud se ha visto deteriorada y sus facultades, creativas y mentales en general, suelen ser cuestionadas por muchos.

Y aun así, de un modo similar a lo que sucedió con el viejo vigilante encapuchado de Gotham City, la vida y la edad no sólo le dieron experiencia, sino también ese estatus de leyenda que le permite salir bien librado de situaciones que quizás su contraparte más joven no hubiese podido superar.

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