He pasado muy poco tiempo en redes sociales en las últimas semanas, pero veo que la noticia de que habrá un par de participantes del próximo certamen Miss Universo que no nacieron como mujeres causó revuelo y sacó a la luz los prejuicios de mucha gente, incluyendo a otras de las aspirantes al título de belleza.
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Todo empezó cuando Ángela Ponce se convirtió en la primera transgénero en convertirse en Miss España 2018, con lo que representará a su país en el certamen internacional a celebrarse en diciembre próximo, lo que generó controversia en medios y en redes sociales.
Unos días después se reveló que Belguun Batsukh, Miss Mongolia, también es transgénero, lo que avivó aún más el debate, que incluyó declaraciones desafortunadas como las de Valeria Morales, Miss Colombia, quien dijo que el "concurso es para las que nacemos como mujeres... hay que respetar la idea, pero no compartirla".
Imagino que alguien debería recordarle a la señorita Morales que, antes de inscribirse a cualquier competencia, debería darle una buena leída a sus reglas, pues Miss Universo cambió su reglamento en 2002 para permitir la participación de transgéneros en el certamen. Peor aún se vio la mexicana Lupita Jones, quien también hizo declaraciones en contra de la participación de Ponce a pesar de que es la directora de Miss Universo México, posición desde la que uno esperaría que estuviera mejor informada.
De entrada, diría que me sorprende que todavía existan esta clase de concursos de belleza, pero sería poco realista de mi parte, sobre todo si consideramos que vivimos en un mundo en el que aún hay quienes cree que la Tierra es plana, o que dicen que el calentamiento global y el cambio climático son mitos, o que ven conspiraciones por todos lados.
Y es que un concurso que evalúa a la mujer de forma superficial y absolutamente material es algo que suena tan medieval en esencia, que no sé cómo es que aún son populares entre ciertos sectores de la sociedad. Hay que recordar que estos concursos son parte del culto a la imagen que tantos problemas causa en la autoestima y la salud de millones de jóvenes alrededor del mundo, y su continua existencia debería tratarse como un problema de salud y educación.
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Por otro lado, considerando que la gente que da importancia a esta clase de concursos no se caracteriza por su pensamiento progresivo o por sus ideas incluyentes, no debería sorprenderme que revelen su intolerancia apenas se les presenta la oportunidad.
Más que el hecho de que se muestren intolerantes, me llama la atención que sean tan incongruentes. Es muy fácil toparse con que estas personas realizan comentarios sin sentido y en ocasiones incluso contradictorios cada vez que intentan justificar sus prejuicios y descalificaciones, y en ocasiones es necesario hacer una pausar y preguntarse si estarán hablando en serio o sólo siendo sarcásticos.
En especial me sorprendió ver a un par de ilustradores cuyo trabajo se caracteriza porque siempre buscan exacerbar los elementos sexuales en sus ilustraciones de personajes femeninos, y que aprovechan cuanta ocasión se les presenta para hacer gender-bending, es decir, cambiar el género de los personajes, para dibujar como mujeres sexy a cuanto héroe de cómics o personaje de películas les sea posible. ¿Es aceptable el cambio de género para satisfacer sus fantasías, pero no para quienes desean llevar una vida plena y feliz consigo mismos? ¿En serio no se dan cuenta de la forma en que sus acciones y sus palabras se contradicen?
Creo que en general están haciendo una tormenta en un vaso de agua, y que todo se resume a constatar, una vez más, que el mundo estará mucho mejor cuando aprendamos a olvidarnos de prejuicios y a respetar a los demás tal y como han decidido ser sin preocuparnos de que todo mundo se ciña a la peculiar idea que cada quien tiene sobre cómo "deberían" ser las cosas.
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