El año pasado dediqué un par de entradas en este blog a la fastuosa ciudad de Dubai, el primero de ellos dedicado a la construcción de la torre Burj Dubai, y el segundo, un poco más extenso, en el que comenté sobre otros de los proyectos de construcción en esa ciudad y sobre las condiciones de vida de los trabajadores encargados de la construcción de tan faraónicas piezas de arquitectura. En ese mismo texte mencioné que me parecía extraño que, a pesar de la crisis económica mundial, la ciudad no estuviese haciendo esfuerzos visibles por reducir los gastos de construcción ni anunciase la cancelación o postergación de algunos de sus proyectos.
Sin embargo, en los siguientes meses se reveló que también Dubai había sido duramente afectada por la crisis, pero que la razón por la que se pudo continuar con la mayoría de los proyectos en curso fue que Abu Dhabi, uno de los emiratos vecinos a Dubai, había realizado prestamos e inversiones que permitieron que la economía se mantuviera a flote. El resultado de la derrama económica proveniente de Abu Dhabi (que, dicho sea de paso, es el emirato que controla la mayor parte del petróleo de los Emiratos Árabes Unidos y por tanto el que tiene la economía más fuerte y sólida) fue que algunos de los edificios incluso se terminaron antes de lo programado, como es el caso de la antes mencionada Burj Dubai, pues a pesar de que se esperaba abrirla en la segunda mitad de este año fue inagurada el día de ayer.
El Burj Dubai es ahora el edificio más alto del mundo, con una altura de 828 metros, y sorpresivamente fue rebautizado ayer mismo, recibiendo ahora el nombre de Burj Khalifa. El nuevo nombre de la impresionante torre es para homenajear al Jeque Khalifa bin Zayed Al Nahyan, quien es el soberano de Abu Dhabi, además de servir como presidente en funciones de los Emiratos Árabes Unidos, una federación que está integrada por siete pequeños emiratos, imcluyendo Abu Dhabi y Dubai. Se estima que este hombre fue responsable de que Abu Dhabi inviertiese un estimado de 25 billones de dólares para mantener a flote la economía de Dubai, así que creo que ponerle su nombre a la torre es lo menos que podían hacer.
pero que no abran una ventana arriba, porque se los lleva Satanás. qué demostración tan ostentosa, francamente naco.
ResponderBorrarHa de ser el inclemente sol del desierto lo que les obnubila el sentido común...
ResponderBorrarLa verdad es que va más allá de lo naco el despliegue de una riqueza que ahora resulta que ni siquiera tienen en verdad, y más tomando en cuenta que recurrieron a revivir el esclavismo para poder realizar esta construcción.
Es de esas cosas que lo hacen a uno sentir vegüenza de pertenecer a la especie humana.
¡Un abrazo, Chamacón!