martes, 5 de enero de 2010

Avatar, de James Cameron

James Cameron es un director que será recordado, más que por su talento narrativo o capacidad creativa, por sus contribuciones técnicas a la cinematografía, sobre todo en el campo de los efectos visuales. Terminator, The Abyss, Terminator 2 e incluso Titanic, son muestras representativas de su trabajo: fastuosas producciones de elevados presupuestos donde la historia y el desarrollo de personajes pasan a segundo término.

Su nuevo trabajo, Avatar, es más de lo mismo. El proyecto estaba en su cabeza desde hace más de veinte años, cuando comenzó a mencionar que tenía intención de realizar una épica de ciencia ficción que combinara elementos de muchos libros con la aspiración de que se convirtiera en un referente del género. Su intención era comenzar a filmar al terminar Titanic, pero el elevado presupuesto requerido para hacer lo que quería ahuyentó el interés de todos los estudios. Por fin en 2002, tras ver lo que Peter Jackson hizo con Gollum en la trilogía de The Lord of the Rings, Cameron decidió que la tecnología ya le permitiría hacer todo lo que quería.

Ese dato me parece un tanto irónico, pues un comentario de Peter Jackson realizado como respuesta a una declaración de George Lucas bien pudo haber sido dirigido también a Cameron. Cuando se anunció que el director neozelandés planeaba llevar a la pantalla grande The Lord of the Rings, la épica saga de fantasía de JRR Tolkien, alguien pensó que era buena idea preguntarle a Lucas su opinión al respecto.

El creador de Star Wars dijo que le parecía un error intentarlo, pues no existía la tecnología que se requería para recrear ese mundo. Supongo que a alguien le pareció relevante su respuesta con base en que se le consideraba como una autoridad en lo que a realizar épicas sagas cinematográficas se refiere, pero la respuesta de Jackson fue tan simple como elegante y precisa: "El cine no se trata de tecnología o efectos especiales. Lo que importa es la historia".

En Avatar, Sam Worthington interpreta a Jake Sully, un marine retirado del servicio activo tras perder el uso de sus piernas. Cuando su hermano gemelo es asesinado, la compañía para la que trabajaba le ofrece a Jake que tome su lugar. La empresa en cuestión trabaja como parte de una expedición a Pandora, una luna en un lejano planeta, donde buscan mejorar las relaciones con los nativos, una raza llamada Na'vi, a fin de facilitar el establecimiento de una colonia minera.

Para lograr una mejor comunicación con los Na'vi, la compañía inició un proyecto para la creación de seres híbridos creados a partir de una mezcla de ADN alienígena y humano, mismos que pueden ser controlados de manera remota por seres humanos en cámaras de aislamiento, funcionando como avatares en un mundo no virtual. Jake toma el lugar de su hermano con la idea de que, al compartir con él información genética, es compatible con el costoso avatar que ya se había creado.

Lo que sigue es una historia más bien genérica: Jake es contactado por los marines que sirven como mercenarios en la expedición, donde el oficial superior (Stephen Lang) le pide que se convierta en un espía para ellos, facilitándoles información que pueda ser utilizada si llegase a ser necesario sacar por la fuerza a los nativos a fin de construir la mina en el sitio donde se encuentra la aldea principal.

Jake acepta y se integra al grupo de científicos que está intentando fraternizar con los Na'vi, el cual es dirigido por la doctora Grace Augustine (Sigourney Weaver). Por accidente conoce a Neytiri, la hija del patriarca local, y consigue ser aceptado en la aldea, donde Neytiri intenta educarlo para que entienda mejor las costumbres y modo de vida de los Na'vi. Conforme se integra a esta nueva vida, Jake va cambiando su forma de pensar.

El resto de la historia es reminiscente de muchas otras historias del cine y la literatura, lo cual ha llevado a críticas y burlas sobre la película, como referirse a ella como "Baila con lobos en el espacio exterior" o "la Pocahontas extraterrestre". En lo personal encontré ecos de The Lion King, Tarzan, las mencionadas Dances with Wolves y Pocahontas, así como de historias de ciencia ficción de la Edad de Oro, y en especial del trabajo de Jack Vance.

El aspecto visual también tiene una fuerte influencia de otras obras, con escenarios que parecen salidos de una pintura de Roger Dean, a quien tal vez identifiquen como el responsable de las portadas de todos los álbumes del grupo británico de rock progresivo Yes. Cameron pobló su película con un talentoso grupo de actores, pues además de los mencionados también aparecen Michelle Rodriguez, Giovanni Ribisi, y Zoe Saldaña, aunque esta última sólo lo hace bajo la apariencia de Neytiri.

La película no es mala y ni siquera está cerca de serlo, pues la historia resulta aceptable y la realización no tiene peros. Mis únicas quejas la falta de originalidad y la tendencia de Cameron a enamorarse de su trabajo, pues de haber dejado media hora más en el cuarto de edición, Avatar fluiría de mucho mejor manera.

La película es una experiencia visual, y para apreciarla de forma adecuada hay que verla en pantalla grande y de ser posible en 3D. No es una obra con méritos narrativos que le den un lugar importante en el medio, pero se le recordará como un parteaguas tecnológico en la evolución de los efectos especiales.

Cameron tendrá que seguir cargando con la reputación de ser un director con pocas ideas propias, aunque su aportación técnica en efectos visuales es suficiente como para asegurarle un sitio de honor en la historia del medio.

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