miércoles, 4 de marzo de 2009

The Transporter 3 (El Transportador 3)

El retiro como director de Luc Besson trajo como consecuencia que muchas de las locas e imaginativas ideas para hacer cine a su manera, mismas que lo lanzaron a la fama hace casi dos décadas, sirvan ahora para alimentar las carreras de una horda de aprendices e imitadores cuya única aspiración como directores de cine parece ser crear entretenimiento de acción para un público masivo.

Lo cual no es algo malo. Olivier Megaton es uno de esos directores, que tras haber heredado la franquicia de The Transporter (El Transportador) de manos de Louis Leterrier, regresa para dirigir la tercera entrega.

No es secreto para nadie que la saga en cuestión debe su éxito en buena medida al carisma de su protagonista, Jason Statham, quien una vez más encarna a Frank Martin, transportador profesional para quien no existe trabajo demasiado difícil o demasiado arriesgado. En esta ocasión Martin es obligado a realizar una entrega para la cual tendrá que atravesar la mitad de Europa bajo circunstancias inusuales. Primero, porque lleva a una atractiva joven ucraniana en el asiento de al lado, y segundo, porque tiene puesto un brazalete explosivo que lo hará volar en pedazos si se aleja más de unos cuantos metros de su auto.


Si alguien entra a ver una película con un número 3 en el título, es lógico asumir que está familiarizado con las entregas anteriores y que entra a la sale sabiendo qué esperar, así que no tendría por qué quejarse de la simpleza de la trama o del escaso o nulo desarrollo de personajes, pues The Transporter 3 tiene todos los ingredientes de una aventura de Frank Martin: vertiginosas persecuciones en auto, peleas cuerpo a cuerpo con excelentes coreografía del legendario Cory Yuen, explosiones, balaceras, y un poco de humor. Además, por primera vez se le da relevancia al tema romántico.


Para los fans del cine de acción la película es una experiencia satisfactoria con los elementos mencionados, y para el espectador casual puede ser una buena manera de matar cien minutos casi sin remordimientos, e imagino que para las fans de Jason Statham (que me consta que existen) debe resultar tranquilizador saber que también incluye la reglamentaria escena donde Martin se va despojando de su traje una pieza a la vez.

En fin, para describirla de un modo que he usado antes para esto que llamo macho movies, es precisamente la clase de cosa que le gustará a aquellos que disfrutan esta clase de cosas.

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