No acostumbro revisitar muchos libros, pues aunque hay libros que me gustan mucho, prefiero descubrir nuevas historias en vez de regodearme en las mismas, sin importar cuanto las disfrute. Pero creo que se lo debía a Días de Combate y a Paco Ignacio Taibo II.
La primera vez que la leí fue hace ocho o nueve años, pero fue en medio de una tonta misión que me impuse en aquel entonces: leer más de cincuenta libros en el lapso de un año, sin contar novelas gráficas o antologías de cuentos. Cincuenta novelas, así de simple. Lo conseguí, leí cincuenta y tres libros, no todos buenos, pero algunos de ellos bastante buenos.
Lamentablemente hubo un puñado que no disfruté como debía por la prisa con que los estaba leyendo, y Días de Combate fue uno de ellos. Tratándose de una novela negra se requiere leerlo con cierto ritmo para apreciarla, y yo la leí casi como si fuera un instructivo o manual, apenas deteniéndome en algunas páginas, sin mostrar el respeto adecuado a una de las más importantes obras dentro de la novela negra mexicana y a la primera aparición del detective Héctor Belascoarán Shayne. Así que en cuanto se me presentó la oportunidad me hice con una copia y la leí realmente por primera vez.
Héctor Belascoarán Shayne es un ingeniero de 31 años, de madre irlandesa y padre vasco, recién divorciado y que acaba de renunciar a su trabajo en una importante empresa de la Ciudad de México para perseguir lo que percibe como su verdadera vocación: detective privado. Y el propio personaje tiene razón al afirmar que al menos tiene el nombre ideal para dedicarse a esa profesión.
Tras tomar un curso por correspondencia y adquirir por la misma vía su licencia, Héctor consigue un permiso para portar arma, alquila medio despacho y empieza a dedicar todo su tiempo, dinero y energía a la caza del peligroso asesino serial que tiene aterrorizadas a todas las mujeres de la ciudad, el misterioso Cerevro.
Tal vez más importante que la historia misma (aunque no hay pero que ponerle) sea la forma de contarla, pues Taibo II crea un detallado retrato de la Ciudad de México de mediados de los setentas, que si bien no la conocí de primera mano, se siente tan íntima y real que no hace falta, pues puedo percibir ecos de ella en la ciudad que me vio crecer y en la cual aún vivo. La Ciudad de México se convierte en un personaje tan importante como cualquier otro personaje de soporte en esta historia: Carlos y Elsa, los hermanos de Héctor; su madre; Claudia, su ex-mujer; Gilberto, el plomero que comparte el despacho con Belascoarán; sus vecinos, su asistente-secretaria, y por supuesto, la muchacha de la cola de caballo.
Días de Combate es una excelente novela que puede resultar atractiva tanto para los fans del género como para quienes no están familiarizados con él. Fue la primera de una decena de historias protagonizadas por Belascoarán, y aún cuando no las he leído todas, supongo que ahora que tuve un inicio fresco en la saga puede ser un buen momento para buscar el resto.
Por cierto, ha sido llevada al cine en dos ocasiones, una protagonizada por Pedro Armendáriz Jr y la otra por Sergio Goyri. Independientemente de que no logro visualizar a ninguno de los dos como Belascoarán, creo que ambas cintas son bastante malitas, a grado que nunca he podido ver ninguna de las dos de corrido de una sola vez.
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