La película fue escrita y dirigida por Hayao Miyazaki en tanto que la música es obra de Joe Hisaishi, quien también colaboró con Miyazaki en la banda sonora de Nausicaä. La película se estrenó en Japón en agosto de 1986 y un par de años después empezó a distribuirse en otros países.
La historia sigue a Sheeta y Pazu, una pareja de niños que huyen de piratas y el ejército mientras intentan mantener a salvo una gema que posee propiedades especiales y podría ser la clave para encontrar la mítica ciudad flotante de Laputa. Sheeta es una huérfana que fue secuestrada por autoridades militares y era transportada a bordo de un dirigible, pero cuando éste fue atacado por piratas, ella aprovechó para escapar, pero cayó al vacío.
Sin embargo, la misteriosa piedra azul que pende de su cuello detuvo su caída, permitiéndole descender suavemente en un pueblo minero, donde Pazu la recoge y hospeda en su casa. Poco después los piratas aparecen en el pueblo, y mientras empiezan a perseguirlos, llegan también los militares. Todo indica que ambos bandos están detrás de la piedra, y que ésta tiene que ver con el legado de Sheeta, relacionado de algún modo con la mítica ciudad flotante de Laputa, que es además el sueño de Pazu, quien espera algún día construir un avión para encontrarla.
Por la fecha en una fotografía se da a entender que la historia transcurre a finales del siglo XIX, pero está ubicada en mundo distinto al nuestro, como queda en evidencia por algunos de los avances tecnológicos, de entre los cuales los más notorios son los vistos en los distintos artefactos voladores, que mezclan elementos usualmente asociados a los subgéneros de steampunk y dieselpunk.
En términos generales, la historia es bastante simple y por tanto resulta fácil de seguir para público de todas las edades. Predomina el tono de aventuras, pero la riqueza de la construcción del mundo y una serie de personajes entrañables elevan el producto final, que resulta en una experiencia muy disfrutable. En lo personal, además de la joven pareja de protagonistas, me encantaron los piratas del aire, que ayudan a resaltar el tono de aventura y por momentos sirven también como el comic relief de la cinta.
La postura antibélica de Miyazaki también está presente en esta historia, al igual que su conciencia ecológica, pero de forma más sutil que en otras de sus películas. Imagino que su preferencia por tener adolescentes como protagonistas obedece a usar su inocencia para contrastarla con la avaricia y deseos de riqueza y poder en el mundo que los rodea, pero los usa de una forma que nunca se convierte en un sermón.
Por otro lado, destaca el hecho de que, a diferencia de la mayoría de las películas de Ghibli, Castle in the Sky tiene un villano claro y bien definido cuya maldad no puede ponerse en duda ni cuenta con matices redentores, a diferencia, por ejemplo, de la capitana Dola, líder de los piratas, que al partir la historia podría ser identificada como una villana, pero poco a poco descubrimos matices de su personalidad que cambian nuestra percepción de ella.
Un aspecto que me gusto mucho es el tema de los piratas espaciales, que además fue el pretexto perfexto para mostrar toda clase de diseños para máquinas voladoras. Imagino que el pasado mismo de Miyazaki, cuyo padre era un ingeniero aeronáutico, tuvo mucho que ver en la forma de desarrollar ese aspecto visual de la película y convertir los sueños de vivir en los cielos en una parte importante de la película.
En resumen, El castillo en el cielo es una entretenida película que debe resultar del agrado de cualquier fan de la animación (japonesa o no), y representa una excelente opción para disfrutarse en familia. Además de que es fácil de conseguir en DVD o Blu-ray, actualmente se encuentra disponible en Netflix, junto con el resto del catálogo de Ghibli. Sin duda una película altamente recomendada.
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