Es común que cuando una editorial prepara un número especial o algún evento, use para promoverlo frases rimbombantes: "¡Todo cambiará para siempre! ¡Nada volverá a ser igual! ¡Una saga que cambiará la historia!", y hemos aprendido a ignorarlas. Pero hubo un tiempo en que algunos cómics hacían justicia a la hipérbole.
Para quienquiera que esté familiarizado con la historia de los mutantes de Marvel, es claro que se trata de un cómic que, en efecto, alteró por completo el panorama para el cómic de superhéroes, además de que fue el primer paso para convertir a los X-Men en la franquicia más popular y exitosa del medio al menos por los siguientes 20 años.
Pensando en la popularidad de que gozaron los mutantes de Marvel, sobre todo en las décadas de los 80 y 90, es difícil imaginar que antes de la aparición del Giant Size los X-Men hubiesen sido relegados al papel de personajes de apoyo, con apariciones esporádicas en otras series, y que por más de cinco años no habían sido protagonistas de una nueva historia, pues su propia serie había dejado de publicar material nuevo.
¿Cómo pasó eso? En 1966, Roy Thomas sustituyó a Stan Lee como escritor de X-Men. Sin Lee o el arte de Jack Kirby, cocreadores de los personajes, las ventas habían ido a la baja lenta pero consistentemente. A principios de 1969, Neal Adams se convirtió en el nuevo artista regular de la serie, pero ni siquiera eso revivió el interés de los fans, así que X-Men #66, publicado en enero de 1970, fue la última nueva historia que se produjo en varios años.
Tras unos meses de incertidumbre, apareció el número 67, pero en sus páginas no había una nueva historia, sino reimpresiones de los números 12 y 13, producidos unos años atrás por Lee, Kirby y Alex Toth. Entre algunos fans de Marvel es muy popular la leyenda que la razón por la que Marvel decidió no cancelar la serie es que Lee sentía un especial afecto por estos personajes y por ello pidió que se mantuviera en el catálogo, aunque fuese sólo para republicar algunas de sus historias anteriores mientras decidían qué más hacer con ellos. Pero la verdad es mucho menos romántica que eso.
En esa época no había tiendas de cómics, y conseguir números atrasados era muy difícil más allá de lo que uno pudiera hallar en una venta de garage u olvidados en algún mercado. Existía un público interesado en reimpresiones, sobre todo de los primeros años de Marvel, y la Casa de las Ideas tenía varias series dedicadas a ellas. La mayoría eran de aparición bimestral y contenían dos números por ejemplar, y era más fácil cambiar el formato de X-Men que registrar un nuevo título, así que de los números 67 al 93 la serie se usó sólo para reimpresiones.
Pero una constante en el mercado de cómic es el cambio. Para 1974 Roy Thomas era el editor en jefe en Marvel, y creía que incrementar la presencia de personajes de distintas nacionalidades ayudaría a generar lectores en otros mercados, por lo que encargó a varios de sus autores la creación de esos personajes. El más exitoso y popular de esos héroes internacionales fue Wolverine, creado por Len Wein y John Romita y cuyo debut se dio en las páginas de The Incredible Hulk #181, dibujado por Herb Trimpe.
Otro de los planes de Thomas para la internacionalización de Marvel era convertir a los X-Men en un grupo de héroes que recorriera el mundo enfrentando monstruos y villanos al tiempo que reclutaba héroes de otros países para unirse a su causa. Esa transformación del equipo habría de ser narrada en las páginas de una nueva serie trimestral con el formato Giant Size, que eran cómics de 68 páginas que combinaban historias nuevas con reimpresiones.
El artista elegido para trabajar con él fue Dave Cockrum, quien acababa de renunciar en DC, donde dibujaba a la Legión de Superhéroes. El dibujante tenía muchos diseños para nuevos personajes y una serie de diseños para renovar el look de la Legión que fueron rechazados, y trabajó con Wein para adaptar y modificar algunos para crear a los miembros internacionales de los X-Men.
Cuando por fin apareció en el mercado Giant Size X-Men #1, su impacto fue inmediato. El interés de los lectores por los nuevos personajes fue tal que Marvel descartó el plan original de la serie trimestral, y en vez de ello se tomó la decisión de relanzar la serie regular de X-Men, misma que retomaría la numeración de la serie original, reimpresiones incluidas. Así que un par de meses después apareció X-Men #94, con la primera aventura oficial del nuevo equipo de mutantes, fue publicado en junio de 1975, y los cambios se seguían sucediendo.
En esos meses Roy Thomas dejó el puesto de editor en jefe, y las responsabilidades del cargo se dividieron entre Len Wein y Marv Wolfman, quienes por un tiempo compartieron el puesto. La nueva carga de trabajo de Wein le impedía seguir escribiendo como antes y sólo podía encargarse de una serie al mes. Debido al afecto que sentía por Hulk eligió permanecer como guionista de ese título y reasignar los demás.
Si para entonces a alguien le quedaban dudas de que esta vez las cosas eran diferentes, la muerte de uno de los héroes al final de esa primera aventura era una clara señal de que en esta nueva era nadie estaba a salvo. Claremont se mantuvo como el guionista principal de X-Men por más de 17 años, y bajo su gestión los mutantes de Marvel se convirtieron en la franquicia más popular y exitosa del cómic de superhéroes.
Un detalle curioso es lo que pasó con la máscara de Wolverine. La portada del Giant Size X-Men #1 fue realizada por el legendario Gil Kane, a quien no le gustaba la máscara que diseñó Romita, así que la dibujó diferente. A Cockrum le gustó tanto el rediseño de Kane que dibujó nuevamente todas las viñetas interiores en que aparecía el personaje. Unos años después John Byrne la volvió a alterar, pero esa es una historia para otra ocasión.
Otra curiosidad sobre este título es que en algún momento del proceso todos se olvidaron de que la razón original por la que Thomas quería personajes internacionales era para que Marvel se afianzara en otros mercados. Sí, los nuevos los nuevos personajes eran nativos de la Unión Soviética, Kenia y Alemania, pero Marvel no tenía tratos de publicación o distribución en ninguno de esos países, por lo que su introducción no tendría un impacto directo en esos países.
¿Qué tan distintas hubieran sido las cosas si los nuevos X-Men fuesen de México, Francia, Inglaterra, Italia y España, países con una saludable distribución de títulos de Marvel en aquel entonces? Nunca lo sabremos. Como sea, el título fue un éxito absoluto que tuvo repercusiones tanto en Marvel como en su distinguida competencia, así que dudo mucho que al mirar atrás alguno de los involucrados crea que no haber cumplido con aquel objetivo inicial pueda considerarse como un fracaso.
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