James Robinson es un escritor británico, famoso como cocreador de Starman, uno de los cómics más exitosos y aclamados de los noventa. El éxito de esa serie lo convirtió en uno de los autores más respetados del medio, y en los años siguientes trabajó para las principales editoriales junto a artistas como Michael Zulli, Teddy Kristiansen, J.H. Williams III, Paul Grist o Tim Sale, desde superhéroes tradicionales hasta fantasía, pasando por el horror, la ciencia ficción, o los mal llamados cómics ‘infantiles’.
En 1996 hizo equipo con el dibujante Paul Smith, dibujante de los X-Men en la década de los ochenta con quien años antes había colaborado en la miniserie The Golden Age, publicada por DC Comics. Juntos lanzaron Leave It to Chance, cómic de fantasía y aventuras orientado a un público infantil y juvenil que al año siguiente fue galardonado con un premio Harvey y los Eisner como Mejor Serie Nueva y Mejor Título para Jóvenes Lectores.
Leave it to Chance sigue las aventuras de Chance Falconer, la hija de catorce años del investigador paranormal Lucas Falconer, protector de Devil’s Echo. La historia se desarrolla en un mundo donde la magia es algo cotidiano, con todo lo que implica, como demonios, monstruos y fantasmas que mantienen ocupado a Falconer. Por generaciones los Falconer han sido los defensores de Devil’s Echo ante amenazas sobrenaturales, y la responsabilidad pasa de padre a hijo con un entrenamiento que inicia a los catorce años de edad.
Pero Lucas quiere que Chance lleve una vida normal, se case, y cuando tenga un hijo permita que éste sea entrenado por su abuelo para preservar la tradición. Chance se rehúsa a aceptar lo que considera una injusticia, pues cree que merece ser entrenada como su sucesora, y cada que encuentra la oportunidad aprovecha las ausencias de su padre para investigar a escondidas toda clase de crímenes e incidentes de índole paranormal.
En sus aventuras Chance es acompañada por St. George, su dragón mascota, y cuenta además con la ayuda y apoyo de sus amigos de la escuela, así como de la oficial de policía Margo Vela, el reportero Will Bendix, e incluso los empleados domésticos de su padre, el mayordomo Hobbs, y el ama de llaves Quince, quienes hacen lo posible por cuidarla y mantenerla lejos de problemas, esfuerzo que suele resultar inútil.
Por otro lado, a pesar de la renuencia de su padre a permitir que Chance sea su sucesora y a su insistencia en no entrenarla, es un hecho que Lucas Falconer se siente orgulloso de su hija y de todo lo que es capaz de hacer, aun si nunca lo demuestra abiertamente. La serie explora el crecimiento como persona de Chance al tiempo que construye de forma eficiente el mundo en que vive y a la gente que la rodea.
Shaman’s Rain, la primera historia, consta de cuatro partes y nos presenta a los personajes y a la ciudad de Devil’s Echo, y sienta la premisa y tono de la serie. Chance sabe que su familia tiene una responsabilidad y está ansiosa por asumir su parte, aun si eso significa dejar atrás la infancia. Uno de sus mejores amigos es Dash, un hado que vive en el jardín de los Falconer, quien le informa que pronto dejaran de verse, pues sólo los niños pueden ver hadas.
Tras esa introducción Robinson y Smith se enfocaron en historias autocontenidas, donde Chance debe rastrear a un mono robado que sus captores pretenden utilizar en un oscuro ritual ocultista, despejar el misterio tras el fantasma de un capitán pirata (cuya antigua guarida es ahora un colegio para señoritas en el que Chance fue inscrita por su padre), o detener a un misterioso espectro empeñado en arruinar el centro comercial de Devil’s Echo.
No podían faltar los clásicos monstruos del cine, y cuando los planes del propietario de un viejo cine de Devil’s Echo salen mal y los monstruos salen de la pantalla para causar caos en la ciudad, es Chance quien debe enfrentarlos en una historia de dos partes. En ella se hace evidente que Robinson tenía planes a largo plazo, pues es la primera vez que vemos entre sombras a alguien que parece orquestar los eventos que mantienen ocupada a Chance.
El arte de Smith es ligeramente distinto a lo que le habíamos visto antes, pues a su tradicional trazo limpio y de líneas compactas agrega un diseño de personajes que no se vería fuera de lugar en una animación, lo que es complementado de gran forma por la vibrante paleta de color elegida por el veterano Jeromy Cox, quien se encargó del color digital y ayuda a que, a pesar de los años transcurridos desde su publicación, Leave It to Chance sea una serie visualmente muy atractiva.
Madurar no implica olvidarse de la infancia y lo que representa, sino asumir la necesidad de ver más allá de sus sueños para integrarlos a las responsabilidades adultas, lo que da a la serie cierto tono realista. Al menos tanto como lo permiten sus cotidianos enfrentamientos con zombis, magos y demonios. Robinson jamás asume un tono que pretenda sermonear, y deja que los temas tanto de madurez como de género sean explorados como parte integral de la historia.
Por desgracia el éxito de crítica nunca se reflejó en las ventas. La serie nació como parte de Homage Comics, sello para cómics de autor de Wildstorm, donde sumó once números. Cuando en 1999 DC Comics absorbió aquella compañía, publicó un número más, y el número trece, un especial con el doble de páginas que parecía preparar el camino para historias futuras, apareció en 2002 en Image Comics, pero desde entonces no ha habido más.
A la fecha existen tres tomos que coleccionan los primeros once números de la serie, aunque no son fáciles de conseguir. En una industria que ha sufrido durante décadas para generar nuevos lectores, resulta triste que tantos esfuerzos dirigidos a capturar la atención de un público más joven sean infructuosos.
Ojalá algún día se resuelvan los problemas y quizá así podamos tener más Leave It to Chance de manera consistente, pues sin duda es uno de esos escasos títulos capaces de atraer audiencias de cualquier edad o género, y es una lectura muy recomendable. Baste recordar que en algún momento el propio Robinson apuntó que era el trabajo del que más orgulloso se sentía, incluso por encima de Starman.
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