jueves, 12 de diciembre de 2019

Knives Out (Entre Navajas y Secretos), de Rian Johnson

En un mundo en que la mayoría de los directores que se consideran a sí mismos como "autores" tienden a hacer películas que evitan cualquier coqueteo con el cine comercial o pretenden mantenerse alejados del negocio del entretenimiento, resulta refrescante que Rian Johnson decida hacer una película divertida, sin más pretensiones que entretener, y lo haga con una voz propia, innegablemente de autor.

Knives Out (Entre Navajas y Secretos), la más reciente película del director y guionista, es uno de los estrenos más entretenidos del año, ofreciendo una carta de amor al género de misterio, con una estructura narrativa tan bien ejecutada que haría sentir celos a Agatha Christie. Desde Brick, su primera película, quedó claro que Johnson es un apasionado del cine de género, y con cada nueva película es obvio que eso produce interesantes recreaciones de los elementos de cada uno de ellos.

La cinta inicia de una forma familiar para el género, con el descubrimiento de un cadáver. El muerto es el exitoso novelista de misterio Harlan Thrombey (Christopher Plummer), quien aparentemente se suicidó tras celebrar con su familia su cumpleaños número ochenta y cinco. Pero, por alguna razón, un par de policías (LaKeith Stanfield y Noah Segan), reúnen una vez más a la familia para repasar los detalles de lo ocurrido aquella noche.

Así es como conocemos a la familia Thrombey, que con sólo momentos de la entrevista policíaca nos dan un vistazo a sus personalidades y defectos. Linda (Jamie Lee Curtis) es una exitosa empresaria de bienes raíces que presume de haber creado su negocio de la nada, aunque admite que no hubiera sido posible sin el millón de dólares que le prestó su padre. Está casada con Richard (Don Johnson), un conservador partidario de Trump que parece resentido porque siempre se le mantiene a distancia en los negocios de la familia.

Walt (Michael Shannon), otro hijo de Harlan, es el responsable de manejar el emporio editorial de su padre, aunque el hecho de que éste le imponga límites sobre cómo manejar la empresa le genera mucho malestar. Joni (Toni Colette) es la nuera viuda de Harlan, propietaria de una línea de productos de bienestar y auto-ayuda, también creada gracias a la fortuna de Harlan, quien además paga por la educación de Meg (Katherine Langford), la hija de Joni.

Cada uno cuenta su versión de lo sucedido y todos mienten al respecto. La policía no sabe, pero Johnson lo muestra a la audiencia y revela partes del rompecabezas. Una pieza clave para resolver el misterio es Marta Cabrera (Ana de Armas), la enfermera y confidente de Harlan, que podría ser esencial para descubrir la verdad sobre la muerte del famoso escritor. El responsable de hallar respuestas es Benoit Blanc (Daniel Craig), famoso detective contratado por un cliente misterioso para desentrañar la verdad tras el presunto suicidio de Harlan.

Este retrato de una familia disfuncional, creado por Johnson al combinar una ingeniosa estructura narrativa con un elenco extraordinario, pone en marcha una historia que por momentos se vuelve tan divertida, que en manos de un realizador menos capaz pudo haberse convertido en una farsa, pero en vez de eso se convierte en un misterio tan bien planteado que es imposible no jugar al detective y tratar de resolver el rompecabezas mientras se nos van presentando las piezas.

Otra pieza importantísima es Ransom (Chris Evans), el hijo de Linda y Richard, un desobligado e irresponsable playboy que nunca ha trabajado ni hecho nada de provecho y a quien el resto de la familia parece despreciar, sentimiento que él corresponde a todos y cada uno de ellos de forma sincera. Él aparece hacia la mitad de la película para añadir otra capa al enredado misterio, que tras la lectura del testamento se complica aún más.

La única queja posible de la película sería que no es posible explorar a todos sus personajes más a fondo, pues se trata de un elenco demasiado vasto, pero el trabajo de todos es sobresaliente. A pesar de ello destacan las actuaciones de Craig, que con su curioso acento sureño y altanera actitud es un deleite, y de la adorable de Armas, quien en cintas anteriores había mostrado promesa pero aquí tiene al fin la oportunidad de lucir y mostrar su rango actoral.

También es digno de mención el comentario social y político que permea la cinta, con constantes alusiones a la lucha de clases y al actual gobierno estadounidense y sus políticas racistas e intolerantes. El personaje de Marta es central en esto, lo que queda claro luego de que todos, en distintos momentos de la película, le dicen que la consideran parte de la familia y que puede contar con ellos, pero ninguno parece capaz siquiera de recordar de qué país latinoamericano viene su familia.

En resumen, Knives Out es un refrescante recordatorio de que el cine puede ser entretenimiento puro sin necesidad de renunciar a contar buenas historias o crear personajes humanos y bien construidos, de que ser divertido no es un crimen, y de que el cine inteligente no está peleado con la idea de crear un éxito comercial. Absolutamente recomendada.

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