Hace unas semanas, cuando comenté el fallecimiento de Michael Crichton, mencioné que acababa de terminar otro de sus libros. Se trata de su penúltima novela publicada (a la cual sigue Prey, además de otra novela que aparecerá el próximo año y cuyo título aún no se ha revelado), State of Fear. En esta ocasión el tema es el calentamiento global, y la postura que Crichton parece haber adoptado se convirtió en motivo de polémica y discusiones que lo llevaron a un enfrentamiento de acusaciones y declaraciones con periodistas, críticos y otros autores.
A grandes rasgos la historia trata de ambientalistas que abogan por actuar para reducir los riesgos del calentamiento global, y con tal de convencer de que tienen la razón a la mayor cantidad de gente posible, no dudan en recurrir a tácticas ecoterroristas para potenciar el miedo popular.
La postura de Crichton puede describirse como la de un escéptico informado, pues no desmiente toda la información de los ecologistas sobre el cambio climático, pero es perceptible su reticencia a creerlo, anteponiendo constantemente información contraria o estudios que no permiten sacar una conclusión definitiva.
La novela es protagonizada por Peter Evans, un joven abogado que trabaja para una firma que representa a varias asociaciones ambientalistas, pero también a varias empresas industriales. Evans está asignado a atender de manera personal a George Morton, multimillonario filántropo que dedica muchos recursos a causas ambientales, como el National Enviromental Resource Fund (NERF). Cuando encuentra evidencias del posible uso inapropiado de los fondos que entrega a la asociación, Morton empieza a dudar de su apoyo a NERF y a su fundador, Nicholas Drake.
La aparición en escena de dos supuestos investigadores del Tecnológico de Massachussetts acelera la confrontación entre Morton y Drake / NERF, culminando con la aparente muerte de Morton en un accidente automovilístico. Peter se ve entonces atrapado entre la lealtad a la memoria de Morton, a quien consideraba su amigo, y su obligación hacia la firma para la que trabaja.
Las emociones empiezan cuando Peter descubre que John Kenner y Sanjong Thapa, los supuestos investigadores del MIT, son en realidad agentes de una organización policíaca internacional que intentan detener al Enviromental Liberation Front (ELF), organización radical ambientalista que parece usar los fondos desviados de NERF para financiar una serie de atentados que, gracias a su equipo de alta tecnología, serán disfrazados de desastres naturales.
Sumamos a la trama la presencia de dos atractivas mujeres (Sarah, asistente de Morton, y Jennifer, abogada ambiental que en realidad es sobrina de Kenner y trabaja con él) que compiten por la atención y afecto de Peter, una serie de locaciones exóticas, enfrentamientos con la muerte y escapes improbables (además de toda la información que Crichton pudo incluir sin entorpecer la historia) y el resultado es una entretenida novela que coquetea con la aventura, la ficción especulativa, la ciencia ficción y el thriller policíaco pero se niega a ser encasillada en alguno de esos géneros.
La controversia generada por el libro se debe al enfoque que Crichton utilizó para acercarse al tema del calentamiento global. Los ambientalistas son los villanos de la historia en tanto que los personajes principales desarrollan un creciente escepticismo hacia la existencia del calentamiento global como un problema real. A lo largo de la historia repite constantemente que no hay estudios lo suficientemente imparciales o profundos como para determinar que el problema es serio o real, citando constantemente estudios con resultados contradictorios. Antes de que empiece la novela en si, después de la indicia y donde normalmente se pueden hallar dedicatorias y agradecimientos, hay una advertencia en la que se lee:
"Esta es una obra de ficción. Los personajes, instituciones, corporaciones y organizaciones que aparecen en esta novela son producto de la imaginación del autor o, en caso de ser reales, son usados de manera ficticia sin intención de describir su conducta real. Sin embargo, las referencias a organizaciones, instituciones y personas reales que están documentadas en las notas a pie de página son fidedignas. Las notas al pie son reales."
La mayoría de las notas apuntan a estudios que contradicen la evidencia del calentamiento global como una amenaza seria para la sociedad, razón por la que se asume que Crichton abogaba por no seguir ciegamente cualquier postura alarmista. Al Gore y otras figuras públicas asociadas con el tema han criticado a Crichton por State of Fear, en tanto que él ha defendido su postura y puntos de vista en pláticas y conferencias. Al principio se puede pensar que Crichton adopta una postura ultra-conservadora en torno al tema, pero conforme avanza el libro se hace evidente que en realidad invita al lector a informarse antes de adoptar cualquier postura o apoyar algún movimiento.
En la novela hay personajes y organizaciones que representan todos los puntos de vista posibles en torno al tema y hay muchos pasajes donde la discusión de temas científicos es al menos tan emocionante como las correrías de sus personajes. Al final el libro se convierte en una de esas extrañas joyas del entretenimiento contemporáneo en que la audiencia, además de recibir una satisfactoria pieza de divertimento escapista, es invitada, o mejor dicho, retada a ejercer su inteligencia, a pensar, y a adoptar una opinión propia.
En lo personal soy bastante escéptico en cuanto a temas ambientales, no porque considere que la contaminación ambiental y sus múltiples consecuencias y efectos sean un problema menor que no deba recibir atención, sino porque me parece que la falta de información suele utilizarse para manipular a la opinión pública.
¿Cómo creer ciegamente en una causa cuyo promotor más conocido es un político que llegó al final de su carrera y se dedicó a evangelizar sobre el tema mientras viaja por el mundo en un avión privado (que no es eléctrico ni cuenta con un motor ecológicamente limpio) y vive con su reducida familia en una gigantesca mansión que consume la misma cantidad de energía y recursos que un pequeño pueblo de centenares de habitantes? Yo no puedo. Espero que ustedes tampoco.
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