sábado, 16 de febrero de 2008

Reseña: American Gangster

Ridley Scott es uno de los directores más longevos y respetados en Hollywood. Aunque no todas sus películas son buenas (¿Recuerdan Black Rain?), el nivel de calidad que ha mantenido a lo largo de su carrera es sobresaliente. En los últimos años creo que sus películas se dividen en dos categorías: las que hace por gusto (Matchstick Men, Blackhawk Down, Kingdom of Heaven... usualmente más largas), y las que hace para el estudio (Hannibal, Gladiator, A Good Year), más orientadas a la taquilla.

En lo personal prefiero las primeras, y afortunadamente American Gangster cae en esa categoría. Con un elenco plagado de estrellas (Denzel Washington, Russell Crowe, Josh Brolin, Chjwetel Ejiofor, Carla Gugino, Ted Levine, John Hawkes, RZA, Cuba Gooding, Armand Assante, Common), Scott dirige una impecable historia sobre el crimen organizado, narcotráfico y corrupción, basada en hechos reales pero sin caer en la tentación de dejar que se convierta en un pseudo-documental de época, replicando el entorno de Nueva York y Nueva Jersey de los años 70, pero centrándose en sus personajes y no en el mundo que habitan, utilizando éste solamente para enriquecer su historia.

Frank Lucas fue un claro ejemplo de lo que era el sueño americano, aunque con un twist.

De origen humilde y nativo de Carolina del Norte, Lucas escaló posiciones dentro del crimen organizado, desde trabajar como chofer de un capo de Harlem hasta convertirse en uno de los hombres más poderosos de Norteamérica, con influencia sobre las familias de la mafia italiana que operaba en las mayores ciudades de su país, a quienes utilizaba como vehículo de distribución para la droga que importaba del sudeste asiático. La historia de Lucas es más o menos conocida por todo el mundo, así que nada que cuente de la trama debiese contar como un spoiler, pero a fin de no arruinarle a nadie la experiencia, no mencionaré ningún detalle de la historia.

Baste con decir que Scott, inteligentemente, se preocupó por desarrollar a los personajes principales, utilizando como punto de partida la vida personal y familiar de sus dos protagonistas, creando un vínculo invisible entre ellos al tiempo que ayuda a entender el porque de su modo de proceder y comportarse ante diferentes situaciones. Washington y Crowe son dos de los mejores actores de carácter en la actualidad, y apoyados por un sólido guión y un excelente reparto secundario, consiguen que Frank Lucas y Richie Roberts sean algo más que un delincuente y un policía enfrascados en un duelo personal.


Sin alcanzar los niveles de obsesión por el detalle de, por ejemplo, David Fincher en Zodiac, Scott consigue crear un retrato de la sociedad norteamericana de la década de los 70, con la guerra de Vietnam como espectral fondo, aparentemente invisible para la mayoría pero presente en todo momento en el subconsciente colectivo.

Con los personajes como vehículo, Scott critica la postura del gobierno norteamericano ante muchas cosas, desde la continua necedad de seguir con una guerra imposible de ganar, hasta la hipocresía con que ignoraba (aún lo hace) problemas de su sociedad, como las adicciones, la corrupción y el constante desarrollo del crimen organizado a la vista de todos.

El tema del narcotráfico lo maneja de forma inteligente, presentando la información de un modo crudo pero neutral, evitando juzgar a nadie, de una manera que resulta reminiscente de Blow o Traffic.

Altamente recomendada.

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