El cine de horror estadounidense atraviesa un periodo de crisis desde hace varios años, pues se limita a hacer remakes, reciclar conceptos y extender sagas más allá de su vida natural. Por eso me sorprendió encontrarme con opiniones positivas acerca de Insidious, cinta estrenada hace un par de meses en la Unión Americana y dos semanas en nuestro país.
La primera sorpresa de la película me llenó de angustia, pero no por la trama, sino al ver en pantalla el nombre de James Wan, director que no sólo ha trabajado poco desde Saw (Juego Siniestro), sino que lo ha hecho en películas que no me han gustado. Sin embargo, decidí darle una oportunidad y ver que tenía que ofrecer en esta ocasión.
Insidious (La Noche del Demonio) sigue a una familia formada por Josh (Patrick Wilson) y Renai (Rose Byrne) Lambert, quienes acaban de mudarse a una vieja casona en compañía de sus tres pequeños hijos. Todo parece ir bien hasta que, tras un inofensivo accidente doméstico, Dalton (Ty Simpkins), el mayor de sus hijos, cae en un inexplicable coma.
De inmediato comienzan a ocurrir sucesos extraños en la casa: objetos que cambian de lugar, ruidos en la noche y, para desesperación de Renai, extrañas apariciones. Tras varios días así, y dado que los médicos no pueden descubrir que es lo que está mal con Dalton, Renai convence a Josh de mudarse otra vez. Pero las apariciones no cesan e incluso empeoran, llevando a la pareja a pensar en aceptar cualquier clase de ayuda.
La madre de Josh (Barbara Hershey) les sugiere llevar a una psíquica a revisar la casa y, pese a sus reservas, sobre todo de parte de Josh, deciden darle una oportunidad. Elise Rainier (Lin Shaye) es una psíquica un tanto inusual, pues antes que otra cosa, envía a un par de asistentes a que revisen la casa para averiguar si puede haber una explicación mundana y razonable para lo que sus habitantes perciben.
Al concluir su revisión, Elise se presenta para indagar en el terreno paranormal y determina que las apariciones son fantasmas y que no residen en la casa, si no que persiguen a Dalton. Aquí la historia da un giro inesperado e inusual, pues Elise les informa que el niño tiene la habilidad de proyectarse astralmente y abandonar su cuerpo, y por eso está comatoso: Su espíritu está perdido y los fantasmas que lo rondan esperan la oportunidad de ocupar su cuerpo si no encuentra el camino de regreso.
Lamentablemente la película desperdicia la oportunidad de hacer algo diferente, en parte por la falta de oficio de Wan, y en parte porque el guion pierde rumbo a mitad de la película y nunca decide a dónde quiere llegar. Lo que es una auténtica lástima, pues en sus mejores momentos Insidious demuestra que incluso en un subgénero tan explotado como es el de fantasmas se pueden hallar formas de hacer algo diferente.
La historia fue escrita por Leigh Whannell, guionista de las primeras tres entregas de Saw, lo que tal vez explique el por qué de tantas ideas a medio cocinar. Resulta curioso que esta película sea producida por Oren Peli, el director y escritor de Paranormal Activity (Actividad Paranormal), pues al combinarse con los responsables de iniciar la serie de Saw, terminó creando un hijo bastardo de ambas franquicias, con todo lo bueno y lo malo que ello implica.
Recomendada solo para los aficionados al género.
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