Quizá estén pensando que nada que se llame Dracula cha cha cha puede ser tomado en serio, pero les aseguro que se equivocan. Se trata de la tercera novela de Kim Newman de la serie de vampiros conocida como Anno Dracula, y el título tiene una justificación.
Derrotado y expulsado de la isla, Dracula se refugia en el Imperio Germano, donde ayuda a construir su máquina de guerra durante la Primera Guerra Mundial. Derrotado otra vez, el conde se retira a una vida más privada hasta que los aliados solicitan su ayuda para detener la amenaza nazi y poner fin a la Segunda Guerra Mundial.
Como premio recibe un lujoso castillo ubicado en las colinas a las afueras de Roma, con la condición de que no lo abandone. Así llegamos a 1959, año en que se desarrollan los eventos de Dracula cha cha cha. La sociedad europea se prepara para un acontecimiento que moviliza a toda clase de celebridades hacia Roma para asistir al evento del siglo: la boda del Conde Dracula con una princesa europea.
El enlace preocupa a los gobiernos de varios países, pues ignoran qué esperar de Dracula. ¿Planea establecerse en los Cárpatos y desde ahí buscar otra vez la conquista del mundo? Pero también sus enemigos están en Roma. Charles Beauregard, ex agente del Diogenes Club y pieza clave en la caída de Dracula, retirado y delicado de salud, vive en la capital italiana junto a su amada Genévieve Dieudonné.
Mientras los invitados al enlace siguen llegando a la ciudad, se da una larga sucesión de asesinatos de vampiros, donde las víctimas son siempre antiguos y, de acuerdo con los testigos, el responsable es un hombre enmascarado que viste de rojo.
Quizá la Roma de la novela no sea la Roma real de aquella época, pero es una versión de la ciudad que resulta familiar, pues Newman utiliza la versión de la ciudad que conoce por las películas de Federico Fellini. Como ya es costumbre en esta serie, las referencias a personajes reales y ficticios son abrumadoras, aunque no obstruyen en modo alguno la narrativa, sino que la enriquecen.
Supongo que es parte de la evolución de Newman como escritor, pues en la primera novela el motor narrativo era su historia, y los cameos de personajes eran un bienvenido extra, mientras que en The Bloody Red Baron, la segunda de la serie, parecía haberse esforzado en ver cómo podían participar toda clase de personajes de otras historias. Ahora, la integración entre historia y referencias se siente más orgánica y fluida.
El título del libro hace referencia a una canción de Bruno Martino que aparece en una película de la época, la cual es mencionada por un personajes para referirse al modo en que Europa ha bailado al ritmo marcado por el Conde durante lo que va del siglo XX.
Pueden buscar la canción en YouTube, donde hay varias versiones, aunque les recomiendo la de Tango Saloon y Mike Patton. En Estados Unidos esta novela se conoce como The Judgment of Tears o Anno Dracula 1959. El primero de esos nombres también está relacionado con una situación en la novela y hace referencia a una obra de Dario Argento.
Si les gustan los vampiros, la metaficción, o disfrutan de cualquier historia empapada de la cultura popular del siglo XX, Dracula cha cha cha es una gran opción. Altamente recomendada.
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