jueves, 13 de mayo de 2010

Eastern Standard Tribe, de Cory Doctorow

Cory Doctorow es uno de mis escritores favoritos desde hace algún tiempo, aunque ésta es apenas la segunda novela suya que leo. Me encontré con su nombre como uno de los editores del excelente blog BoingBoing, y a lo largo de los años he leído historias cortas, ensayos, transcripciones de conferencias y columnas varias que ha publicado alrededor de la web. Hace un par de meses leí Little Brother, su novela de 2008, y me encantó.


Eastern Standard Tribe es su tercera novela, publicada en 2004. Al igual que el resto de sus libros, pueden descargarlo legal y gratuitamente de la página de descargas en el minisitio de la novela, dentro del sitio web oficial de Cory. Hay archivos adaptables a la aplicación o lector electrónico de su preferencia, aunque por el momento sólo está disponible en inglés.

La novela comienza con Art Berry en la azotea de un hospital psiquiátrico en Massachussets. Art considera sus posibles acciones, incluyendo hacerse una lobotomía con un lápiz a través de sus fosas nasales, y se pregunta cómo sería mejor vivir, ¿quiere ser listo, o quiere ser feliz?

Art fue encerrado en la institución psiquiátrica contra su voluntad, y su intento de escape lo dejó atrapado en la azotea sin que nadie dentro o fuera del hospital sepa que está ahí. Aquí la narrativa se divide en dos líneas temporales que se intercalan a lo largo del resto de la novela, una con Art lidiando con su predicamento en la azotea, y la otra contando la sucesión de eventos que lo llevaron ahí.

La acción se da en un indeterminado futuro cercano, en (me voy a robar una frase de Warren Ellis) un mundo conectado lleno de gente desconectada. Las tribus urbanas han sido sustituidas por tribus virtuales formadas alrededor de un huso horario, y sus miembros interactúan sin importar su ubicación física. Art es un ingeniero de experiencia de usuario canadiense que vive en Londres, y pertenece a la EST, la Eastern Standard Tribe (tribu estándar del este) a que se refiere el título, formada alrededor del horario de la costa este de Norteamérica.

Trabaja para una firma basada en Europa que por tanto pertenece a la tribu GMT -0, pero lo hace como agente doble, pues aunque es realmente bueno en su trabajo, Art presenta propuestas sutilmente defectuosas para entorpecer el funcionamiento de las operaciones y productos de su empleador. Fede, su amigo, trabaja para la misma firma pero en el área administrativa. Su misión actual es asegurarse de que una empresa de la EST consiga un lucrativo contrato superando a sus rivales de la GMT -0.


Tras un accidente de tránsito, Art conoce a Linda, una mujer de Los Angeles de vacaciones en Londres, e inicia una relación con ella. Mientras se cuestiona el nivel de compromiso con su misión y empieza a pensar en la mejor forma de regresar a Norteamérica, Art tiene una revolucionaria idea para implementar un sistema de intercambio de archivos musicales en las carreteras de cuota.

Tras darle forma a la idea, consulta a Fede antes de ofrecerla a la gente de la EST. Fede ve el potencial en la idea y lo convence de que lo mejor es vender o licenciar la idea en lugar de solo entregarla. Art no está del todo convencido, pero llegan a un acuerdo que los satisface a ambos, y Art vuela de regreso a América para encontrarse con los ejecutivos de la firma. Cuando Fede empieza a poner pretextos para retrasar la presentación de su idea y el cierre del trato, Art sospecha que algo anda mal.

Cuando Linda viaja para estar con él y empieza a comportarse extrañamente, Art está seguro de que algo raro sucede. Tras verificar sus sospechas gracias a sus contactos en los foros de EST, vuela a Londres para confrontar a Fede, pero no todo sale bien y termina encerrado en una institución mental de la que no está seguro si alguna vez lo dejarán salir.


La novela es una compleja crítica a la forma en que se han desarrollado en los últimos años algunas comunidades en línea alrededor del mundo, y a la forma en que éstas han cambiado la manera en que interactuamos unos con otros.

Al terminarla uno queda con la sutil sensación de que en el fondo el libro es una sátira, pero la seriedad con que Cory aborda la historia lo dejan a uno con mucho por reflexionar. Aunque la jerga alrededor de las tribus y sus actividades parece compleja, es engañosamente simple de comprender y nos da un patrón de conductas que permiten entender mejor las acciones y actitudes de los personajes.

Quizás el mayor mérito de Cory es la forma en que extrapola ideas sobre el desarrollo tecnológico y su impacto en la sociedad. Es difícil leerlo como ficción de anticipación porque escribe sobre un futuro suficientemente cercano como para que resulte plausible y familiar, pero no cabe duda que las implicaciones de vivir en un mundo así son dignas de tomar en consideración.

Ampliamente recomendada.

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