martes, 9 de marzo de 2010

Reseña: Edge of Darkness (Al Filo de la Oscuridad)

Mel Gibson no tenía un papel estelar desde hacía varios años, pues si la memoria no me falla la última película donde actuó fue Signs (Señales) de M. Night Shyamalan. Desde entonces se dedicó a su carrera como director con cierto éxito y aceptación. Edge of Darkness recibió un fuerte apoyo promocional con la premisa de "el regreso de una estrella", pero luego de verla puede quedar en "el regreso de una celebridad", porque jamás sería "el regreso de un gran actor".



Edge of Darkness (Al Filo de la Oscuridad) está basada en una exitosa y aclamada miniserie transmitida por la BBC en 1985, y fue dirigida por el veterano neozelandés Martin Campbell, quien también dirigió dicha miniserie. El guión de esta adaptación fue escrito por William Monahan y Andrew Bovell.


Campbell es un director a quien podría calificar como entretenido, pues es la impresión que me han dejado sus películas, como GoldenEye, Mask of Zorro (La Máscara del Zorro), Vertical Limit (Límite Vertical), y Casino Royale. No conozco el trabajo de Bovell, pero Monahan ha escrito películas como The Kingdom of Heaven (Cruzada), The Departed (Los Infiltrados), y Body of Lies (Red de Mentiras), así que llegué al cine con expectativas de una película entretenida. Pero me decepcionó, y mucho.


Tom Craven (Gibson) es un detective de Boston que recibe la visita de su hija Emma (Bojana Novakovic), una graduada del Tecnológico de Massachussetts que trabaja en una empresa que realiza investigaciones de energía nuclear para el gobierno. Cuando ella es asesinada en la puerta de su casa, todo mundo piensa que fue un accidente y que el objetivo del asesino era el detective.

Cuando la investigación sobre quien podría tener motivos para matarlo no arroja indicios, Craven decide investigar un poco sobre el trabajo de su hija para la corporación Northsmoor, pero al toparse con el hermetismo de Bennet (Danny Huston), el director de la compañía, se ve forzado a hurgar en las actividades de la empresa y se adentra en un mundo de intriga política y conspiraciones gubernamentales.


Quiero pensar que la miniserie es más compleja e interesante que la película, pues ésta tiene un enorme problema que pudiera definirse como una crisis de identidad. La historia del policía que no encuentra justicia y decide buscar venganza no es original, pero resulta entretenida cuando es bien hecha, y en ese aspecto la película no tiene pero, pues Campbell tiene una idea muy clara de cómo funcionaría una versión actualizada de Death Wish (El Vengador Anónimo). Las persecuciones y tiroteos están bien montados y la mayor parte del tiempo son lo que mantiene a flote a la película.

Sin embargo, la parte de la trama que involucra el complot entre la compañía de investigación y el gobierno de los Estados Unidos es la que no funciona. El complot es demasiado simple para ser interesante, y entre más oscuro y complejo tratan de que parezca, más ridículo se vuelve. Quizá por las restricciones de tiempo de la película a diferencia de la miniserie, las revelaciones se dan a cuentagotas pero de forma precipitada, lo que afecta a la trama.


Tampoco ayudan mucho las actuaciones, pues Danny Huston ha demostrado una y otra vez que tiene un rango muy limitado, y ni hablar de Gibson, quien nunca se ha caracterizado por sus dotes histriónicas. Si se trata de perseguir y amenazar gente, o participar en tiroteos, está en su elemento. Pero cuando se trata de mostrar emociones o sacar su parte dramática, no hay como ayudarlo.

Me parece frustrante que alguien con más de treinta años de carrera a ambos lados de la cámara no sea capaz de hacer una escena de llanto que sea convincente, pues se limita a hiperventilar, tal como lo hacía en las primeras entregas de Mad Max o Lethal Weapon. La inclusión del excelente Ray Winstone fue un acierto, pues su actuación impide en buena medida que la película se convierta en una farsa absoluta, pero no es suficiente para evitar que el final se sienta como Arma Mortal 7.


A fin de cuentas, Edge of Darkness es un medianamente entretenido thriller policíaco, demasiado pretencioso para su propio bien, pero cumplidor en términos generales. A los incondicionales de Gibson debe gustarles, pero al resto de la gente sólo se la recomendaría si no hay otra opción más atractiva.

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