La última película nominada al Oscar que vi antes de la ceremonia de entrega fue Crazy Heart, la cual sólo me llamaba la atención porque quería saber a que se debía tanto escándalo por la actuación de Jeff Bridges y si en verdad ameritaba que se diera por hecho que ganaría la codiciada estatuilla luego de no conseguirla en sus cuatro nominaciones anteriores. A lo largo de los años Bridges se ha convertido en un sólido actor de soporte, y a lo largo de su carrera ha tenido momentos brillantes en papeles estelares. El último que recuerdo fue cuando estelarizó The Big Lebowski, y antes de eso creo que sería en The Fisher King (Pescador de Ilusiones), hace casi vente años.
Crazy Heart (Loco Corazón) sería una película del montón de no ser por las extraordinarias actuaciones de Jeff Bridges y Maggie Gyllenhaal. Cuenta la historia de Bad Blake (Bridges), un compositor y cantante de country que ha dejado atrás sus mejores días y ahora, para ganarse la vida, se conforma con hacer presentaciones en bares y boliches de pueblos pequeños. Blake atraviesa una profunda depresión que intenta ignorar refugiándose en el alcohol y las mujeres que conquista en los bares en que se presenta.
A pesar de sus problemas y pesares, todo parece estar a punto de cambiar cuando conoce a Jane Craddock (Gyllenhaal), reportera de un diario local a quien conoce antes de una de sus presentaciones. La fuerte y mutua atracción que sienten empieza a convertirse en una relación afectiva que podría representar el camino hacia la estabilidad en la vida del otrora exitoso cantante. Blake empieza a frecuentar la casa de Jane, y entabla también una relación con Buddy, su pequeño niño de cuatro años, producto de un fallido matrimonio anterior.
Blake recibe una oferta para ser el acto abridor en un concierto masivo de Tommy Sweets (Colin Farrell), exitoso cantante que alguna vez fue su discípulo y protegido. Renuente en principio porque aceptar ser el telonero de Sweets sería admitir que su carrera acabó, accede al pensar en las oportunidades que eso le puede generar. Feliz y sintiendo que la vida le ofrece una oportunidad para enderezar el rumbo, invita a Jane y a Buddy a pasar unos días con él en su casa. Todo va bien hasta que su alcoholismo provoca una situación amarga para los tres, por lo que Blake ingresa a un programa de desintoxicación.
Evidentemente la historia no es original o innovadora. Películas de gente que atraviesa problemas de adicciones y pierde familia, trabajo y oportunidades hay muchas, y pocas merecen un segundo vistazo, pero el acierto de Scott Cooper, un actor secundario con años de experiencia, quien con esta película debuta como guionista y director, fue enfocarse en los personajes y no tratar de añadir una moraleja a la historia, además de haberse rodeado de la gente correcta para la película, desde los actores elegidos hasta el staff de la producción.
Nunca he sido aficionado a la música country. Supongo que lo único que hay en mi colección son algunos álbumes de Johnny Cash y uno que otro sencillo de diversos artistas, pero debo reconocer el gran trabajo tras la música de la película, empezando por el extraordinario compositor y productor T. Bone Burnett, quien ha colaborado con artistas com Elvis Costello, Los Lobos, Roy Orbison, B.B. King, y Alison Krauss & Robert Plant, además de haber realizado supervisión musical y producción de las bandas sonoras de muchas películas y series de TV.
Crazy Heart es una buena película, sin exageraciones. No le va a cambiar la vida a nadie, pero la razón más importante para que valga la pena verla es la actuación de Jeff Bridges. Si además les gusta la música country, la van a disfrutar aún más.
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