Uno de los géneros más maltratados por Hollywood en los últimos años es el horror. No quiero pretender que el género tuvo una época de oro o que alguna vez se le haya respetado abiertamente, pero uno sabía que eran películas hechas con cierta honestidad. Podías tener horror psicológico, gore, slashers, etc, y siempre sabías que esperar de cada subgénero. Vamos, incluso si una película de horror es mala, es posible que sea tan mala que la puedas disfrutar por razones diferentes. Pero parece que eso se acabó. Los grandes estudios parecen haber notado cuenta de que el nicho de mercado en cuestión no era pequeño ni insignificante y decidieron atacarlo sin misericordia.
El resultado de ese esfuerzo se pudo apreciar durante la pasada entrega del premio de la Academia, donde en medio de un "homenaje" al género vimos escenas hasta de Twilight. Entiendo que hay películas que van enfocadas a cierto sector del público y que éste no tiene por qué incluirme, pero creo que toda película de género debe tener un mínimo de características generales que permitan que cualquier aficionado al mismo pueda disfrutarla. Y ése no es el caso de The Haunting of Molly Hartley (La Profecía del Diablo).
Molly es una adolescente que acaba de mudarse junto con su padre a una nueva ciudad. En el primer día en su nueva escuela, Molly vive todo lo que uno esperaría de un melodrama adolescente: llega tarde a clases, atrae al galán de su grupo y se gana la enemistad de la novia, tiene un momento de tensión con el director, y evade su primera cita con la consejera escolar. Además de ganarse la amistad de la fanática religiosa de la escuela, claro.
Poco a poco y de forma muuuy lenta, descubrimos cosas del pasado de Molly. Hace meses que escucha voces, lo que llevó a su madre a la locura, al grado de que intentó matarla "por su bien y el del mundo", pero falló en el intento y acabó recluida en una institución mental. Desde entonces Molly sufre pesadillas, aunque no parecen relacionadas con sus alucinaciones auditivas, mismas que son desechadas a mitad de la película. Ah, y Molly regresa a clases al día siguiente de someterse a una operación en el cerebro.
Lo que sigue son spoilers, pero si los leen y con ello evitan ver la película, les aseguro que es en su propio beneficio.
La madre de Molly escapa del sanatorio donde se encontraba con el objetivo de matar a su hija antes de que cumpla dieciocho años, para lo cual falta sólo un día. Antes de atacarla, le explicar la razón para todo, contándole que cuando su embarazo llegaba a termino perdió al bebé. Molly murió antes de nacer, en el baño de un restaurante.
Una mujer se presentó ante sus padres y ofreció regresarla a la vida. Les explicó que viviría felizmente con ellos durante dieciocho años, pero pasado ese tiempo se convertiría en uno de "ellos". O lo que es lo mismo, vendieron el alma de Molly al Diablo a cambio de que viviera. Y eso no es lo peor, pues pronto descubrimos que la mayoría de la gente alrededor de Molly sabía lo que ocurría y que incluso algunos forman parte de "ellos".
La verdad no me alcanzan las palabras para explicar que tan malo es este patético refrito de El Bebé de Rosemary, predigerido para la generación RBD/90210. La historia se sostiene con alfileres, los diálogos son malos, usa cuanto cliché de película de fantasmas pudo apretar en su poco menos de hora y media de duración, y remata con uno de los finales más estúpidos que haya visto jamás.
Para pretender ser una película de terror falla con demasiada obviedad en muchos sentidos. Nunca vemos una manifestación de poderes sobrenaturales, ninguna aparición, nada. Ni siquiera algún acto indescriptiblemente malvado de parte de alguno de los personajes de soporte. Absolutamente nada. En este caso no me sorprende que tardaran tanto en estrenarla en nuestro país (es una producción de 2008), si no que la estrenaran de cualquier modo, pues no merece siquiera un lugar en los botaderos de remate de b-movies.
Resulta extraño, pero antes de siquiera completar el primer cuarto del 2010, ya vi la peor película y leí el peor libro que vaya a ver o leer este año. Porque, honestamente, no creo poder alcanzar tan bajos niveles otra vez en mucho tiempo.
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