Tengo un amigo a quien a primer vistazo podrían tachar de ignorante, cerrado, machista y demás calificativos poco halagadores. La verdad es que no es del todo cierto, pero sus reacciones viscerales y su costumbre de soltar su opinión sin cuidar la forma en que lo hace provocan muchos malentendidos. La última vez que tuve una discusión con él, fue luego de que hizo un comentario sobre la incapacidad de las mujeres para ser buenas directoras de cine.
Según él, estaba muy lejos el día que alguna mujer pudiese ser tomada con seriedad entre los grandes realizadores de cine. La única respuesta que se me ocurrió luego de escucharlo esgrimir semejantes argumentos fue darle un nombre, pero uno de peso: Kathryn Bigelow.
Bigelow se rehúsa a ser encasillada y sus películas tienen un toque distintivo y personal que las separan de las producciones "de estudio". Desde la extraordinaria cinta de vampiros Near Dark (ya comentada aquí hace un par de años), hasta la oscura pieza de ciencia ficción Strange Days (Días Extraños) y pasando por dramas y thrillers como Blue Steel, Point Break (Punto de Quiebra), K-19: The Widowmaker, o The Weight of Water (El Peso del Agua), las cintas de Bigelow son proyectos personales en los que explora personajes y expresa un punto de vista al tiempo que cuenta una historia, y The Hurt Locker no es la excepción.
The Hurt Locker (Zona de Miedo) sigue a un esquadrón especializado en disponer de artefactos explosivos (EOD, por sus siglas en inglés) apostado en Irak como parte de la Compañía Bravo del ejército estadounidense. Cuando el oficial al mando, el Sargento Matt Thompson (Guy Pierce) muere en una detonación, es reemplazado por el Sargento William James (Jeremy Renner), quien acompañará al Sargento J.T. Sanborn (Anthony Mackie) y al especialista Owen Eldridge (Brian Geraghty) hasta que cumplan su año de servicio. El problema para la unidad es que James es adicto a la adrenalina y acostumbra saltarse las medidas de precaución estándar para el EOD.
Tal vez el mayor acierto de la película sea mantenerse al margen de la política detrás de la guerra. La gran mayoría de las películas realizadas hasta ahora sobre la intervención norteamericana en Irak parecen demasiado preocupadas por buscar explicaciones para el origen de la intervención o totalmente enfocadas en justificar o criticar la continua presencia del ejército estadounidense en la región. En vez de eso, Bigelow se concentra en las personas que sufren una de dos situaciones: la presencia en casa de un ejército extranjero, o ser parte de una fuerza de ocupación en territorio hostil.
La película abre con una cita del periodista y corresponsal de guerra del New York Times Chris Hedges:
"The rush of battle is a potent and often lethal addiction, for war is a drug." (El Trance de la batalla es una potente y a menudo letal adicción, pues la guerra es una droga)
Esa adicción es ejemplificada a la perfección por el sargento James, pues mientras sus compañeros buscan pasar el tiempo que les resta de servicio tan seguros como sea posible y no tienen intención de regresar jamás a Irak, James expresa sus dudas sobre regresar a la vida de civil, aún a pesar de ser el único miembro de la unidad que está casado y tiene un hijo. La exploración del microcosmos de este pequeño grupo de soldados hace que The Hurt Locker resulte una película humana y emocional al tiempo que echa un vistazo al macrocosmos del conflicto armado en medio del cual están los personajes.
Quiero destacar el trabajo de cinematografía, realizado por Barry Ackroyd, elegido para el trabajo luego de que la directora vio y quedó admirada con lo que hizo para Paul Greengrass en United 93 (otra extraordinaria película que algún día necesito comentar aquí), trabajo donde logró momentos reminiscentes del llamado cinema verité. Para replicar ese efecto en The Hurt Locker utilizaron varias cámaras S16mm de forma simultánea, lo que permitió a Bigelow editar usando varios puntos de vista y crear la sensación de realismo e intimidad que se da a lo largo de toda la película.
Encuentro curioso que la directora no pensaba realizar esta película y se preparaba para iniciar la preproducción de otro proyecto, pero fue su ex esposo y frecuente productor James Cameron (una prueba más de que su su mejor trabajo en cine rara vez se da detrás de la cámara) quien la convenció de dirigirla luego de leer el guion. Como premio, la verá convertida en su rival como la principal contendiente a llevarse el Oscar el próximo domingo.
Por cierto, en cuanto a mi amigo, mencionar a Bigelow no fue suficiente para hacerlo cambiar de opinión. Ahora resulta que incluso la usa como su argumento final, porque es la excepción que confirma la regla. ¿Conocen a otra directora que pudiese desmentirlo?
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