martes, 13 de septiembre de 2022

Sandman: Su tortuoso camino del cómic a la pantalla

A poco más de un mes de haberse estrenado en Netflix y luego de que diversas fuentes reportan que se trata de la serie más vista alrededor del mundo en las últimas semanas, los fans de Sandman seguimos a la espera de que el gigante del streaming anuncie por fin que ha dado luz verde a la producción de una segunda temporada. Y mientras esperamos, se me ocurre que vale la pena repasar la historia de cómo pudimos llegar a esta serie luego de treinta años de infructuosos intentos por llevarla a la pantalla.

Sandman fue la serie más vista alrededor del mundo durante el mes de agosto. ¿Bastará eso para ver una segunda temporada en Netflix?

El origen de la serie se remonta a la segunda mitad de los años ochenta, cuando DC Comics, una de las dos grandes editoriales de cómic en Estados Unidos, buscaba formas de revitalizar su línea de publicaciones a fin de no ceder terreno a Marvel, su principal competidor. Alentados por el éxito de Alan Moore en Watchmen y su reinvención de Swamp Thing, a inicios de 1987 los editores Karen Berger y Dick Giordano viajaron al Reino Unido con Jenette Kahn, presidenta de la compañía, en busca de nuevo talento.

A inicios de la década habían contratado a un puñado de artistas ingleses, como Brian Bolland o Dave Gibbons, a quienes después siguió Alan Davis, y sabían que su pequeña excursión podía ser benéfica para la editorial, pero se enfocaron a buscar escritores. Entrevistaron y contrataron a Jamie Delano, Grant Morrison, Peter Milligan y Neil Gaiman, y sembraron contactos que en años posteriores resultaron en las contrataciones de Garth Ennis, Warren Ellis, Paul Jenkins y Mark Millar, entre otros.

Entonces Gaiman tenía 26 años y era un periodista con tres libros publicados y quien, inspirado por el trabajo de Moore en Swamp Thing y luego de hacer amistad con el brujo de Northampton, llevaba poco más de un año escribiendo historias cortas para diversas antologías de cómic, además de la novela gráfica Violent Cases, ilustrada por su amigo Dave McKean, misma que aún no salía a la venta. Pese a su inexperiencia, el escritor causó buena impresión en su entrevista, sobre todo con Berger.

La editora le dio una lista de personajes y le pidió una propuesta de uno de ellos. Dos días después él y McKean presentaron su idea para una miniserie de Black Orchid y fueron contratados. Su primer esbozo de la historia incluía personajes de la serie de The Sandman creada por Jack Kirby a mediados de los 1970, pero los eliminó de la versión final, aunque mencionó a Berger su interés por hacer algo con ellos. Tomó más de un año completar el arte, así que Gaiman escribió otras cosas en ese periodo.

Berger llamó a Gaiman para definir su siguiente proyecto y le pidió una propuesta de Sandman, pero con una condición: debía ser un personaje nuevo, distinto a las dos versiones existentes, aunque podía incorporar en su historia elementos de ellas. Así fue como nacieron los conceptos de Morfeo y los Endless, creados por Gaiman en colaboración con Sam Kieth, Mike Dringenberger y Dave McKean. Sandman debutó en noviembre de 1988, y el éxito tanto de crítica como comercial fue inmediato.

La serie se publicó de forma constante y puntual hasta su conclusión en 1996, y se considera a sus colecciones en tomos como la principal razón para que las librerías tradicionales abrieran sus puertas a los cómics. Dado su éxito más allá del entorno habitual de los cómics, no es extraño que hubiera interés por llevar la franquicia a otros medios. En 1991, Lisa Henson, hija de Jim Henson que entonces era una ejecutiva en Warner Pictures, citó a Gaiman para discutir la posibilidad de producir una película.

Para su sorpresa, Gaiman le pidió no hacerlo. Henson se mostró extrañada, porque nunca nadie le había pedido no hacer una película. El escritor le explicó que con el cómic aún en proceso, una película se convertiría en una distracción y podía afectar a ambos medios. Henson se mostró comprensiva y le dijo que entonces dejarían esa idea para más adelante y no habría trabajos de cara a una adaptación del cómic. Su promesa se mantuvo hasta 1996, al concluir de la serie, con ventas que indicaban interés del público por la propiedad.

Neil Gaiman, creador de Sandman, esperó treinta años para ver su historia en pantalla, y al final fue parte importante para realizar la adaptación.

A lo largo de los años, Gaiman ha explicado por qué no quería una película de Sandman en aquellos primeros años. Además de que siempre ha considerado la serie como parte importante de su legado, se trata del tipo de historia que requiere tiempo para desarrollarse y que la audiencia pueda involucrarse con los personajes. Como comparación, suele mencionar que hubiese sido igual de difícil realizar en aquel entonces una película basada en Game of Thrones, de George R.R. Martin.

En 1996, una vez completada la serie, en Warner creían que era momento de hacer una adaptación, y para ello contrataron al dúo de guionistas formado por Ted Elliot y Terry Rossio. Como parte importante en el lanzamiento de exitosas franquicias como Pirates of the Caribbean y Shrek, hoy día son conocidos y respetados en el medio, pero en aquel entonces sólo podían presumir de haber escrito Aladdin y un par de cintas poco populares, Little Monsters y The Puppet Masters.

Ambos eran fans de Sandman desde el lanzamiento de la serie, y habían pedido a su agente estar pendiente de cualquier intento por llevarla a la pantalla, pues querían escribir el guion. La estrategia funcionó. El guion que presentaron combinaba en una sola historia los arcos Preludes & Nocturnes y The Doll's House, e incluía una secuencia basada en A Dream of a Thousand Cats. Es decir, era una versión compacta de lo que vimos en los once episodios que forman la primera temporada de la serie de Netflix.

La premisa que acompañaba a su guion decía: "Sandman, el Rey de los Sueños, es atrapado y mantenido prisionero. En su ausencia, una pesadilla escapa de la tierra de los sueños al mundo de vigilia. Para recuperar su reino, Sandman debe recuperar las herramientas de poder que le robaron y derrotar a la pesadilla". Los guionistas estaban satisfechos de aquel primer guion porque sentían que capturaba la esencia de la historia contada en el cómic, pero las cosas habían cambiado desde su contratación.

Sandman iba a tener a Lorenzo DiBonaventura como productor ejecutivo y los productores Orin Coolis, Alan Riche y Tony Ludwig, pero mientras Elliot y Rossio escribían su guion, Jon Peters, productor que suele representar malas noticias para cualquier proyecto. había tomado el control. Peters era famoso por imponer ideas y hostigar a creativos, como consta en el documental The Death of "Superman Lives": What Happened?, que muestra su interferencia en la abortada cinta de Tim Burton sobre el hombre de acero.

Tras leer la primera versión del guion, Peters hizo que uno de sus asistentes llamara al agente de los guionistas para decirles que el estudio consideraba que su trabajo era tan malo que lo iban a considerar como "impresentable". Peters no sabía, pero ellos habían contactado a Gaiman, que había leído el guion y le gustaba el rumbo de aquella primera versión. Parece que la intención del productor era justificar su negativa a pagar la totalidad del contrato de los escritores y remplazarlos por alguien más... manejable.

Los guionistas consideran que la secuencia de A Dream of a Thousand Cats no funcionaba, pero habían acordado con el estudio que en la segunda versión buscarían una forma más orgánica para que Morfeo explicase el peligro que representaba permitir que el villano alterase el reino de los sueños, que era el uso que daban a esa escena. En su blog Elliot ha explicado que creen que Peters quería deshacerse de ellos porque no incorporaron en su guion la única idea que les dio en la junta que tuvieron.

Ted Elliot y Terry Rossio, guionistas famosos por Aladdin, Pirates of the Caribbean y Shrek, entre otras, fueron los primeros en tratar de adaptar Sandman.

Al etiquetar el guion como impresentable, Peters podía exigir que los guionistas reescribieran sin cargo alguna sección problemática, pero eso es algo que se puede discutir entre las partes sin necesidad de ensuciar la relación laboral con hostilidad, y por eso eso los guionistas creen que el productor sólo buscaba una excusa para contratar a otro guionista. La idea de Peters que los escritores decidieron ignorar era que la historia abriese con una pijamada entre adolescentes que, al realizar una sesión espiritista, capturan a Sueño.

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