lunes, 24 de agosto de 2020

Darkman (Darkman: El Rostro de la Venganza)

Hoy día Sam Raimi es un reconocido director de Hollywood cuyo nombre suele asociarse a grandes producciones de los principales estudios de Hollywood. Pero no siempre fue así. Quizás algunos lo recuerden más por su trabajo en cine de horror independiente y sepan que su carrera despegó en 1981 con Evil Dead (El Despertar del Diablo), película que se ha vuelto de culto y la cual filmó con un presupuesto mínimo y la ayuda de sus amigos.

Su primera producción de estudio se dio hasta 1990, cuando ya había realizado un puñado de producciones independientes. La película fue Darkman (Darkman: El Rostro de la Venganza), considerada por muchos como una precursora del cine de superhéroes, y la cual cumple hoy treinta años de haberse estrenado.

El origen de la cinta es un tanto extraño, pues surgió en parte gracias a dos proyectos frustrados. Raimi quería hacer una película de Batman, pero no pudo conseguir los derechos, y cuando se anunció la cinta que dirigió Tim Burton, trató infructuosamente de ofrecer sus servicios a Warner.

Su plan B era una película de The Shadow, popular héroe de radio, pulps y cómics, pero pronto se enteró de que los derechos no estaban disponibles pues Robert Zemeckis ya trabajaba en una adaptación. (Esa película tardó unos años en concretarse y con otro director, pero ésa es otra historia). Así que escribió una historia que mezclaba elementos de El Fantasma de la Ópera con tintes de héroe justiciero y un homenaje a las películas de horror de la Universal de los 1930 y 40, expandió los conceptos para una propuesta y se la ofreció a ese estudio en 1987. El estudio lo aceptó, le asignó un presupuesto y le sugirió contratar un guionista para desarrollar la historia.

Chuck Pfarrer (Navy SEALs) escribió un primer borrador sobre el tratamiento de Raimi. Sam y su hermano Ivan Raimi hicieron algunas versiones más antes de que el estudio llevara a los hermanos Daniel y Joshua Goldin para hacer otra versión. A esta le siguieron más versiones de los Raimi, y hubo al menos doce borradores antes de empezar a filmar. Los hermanos Ethan y Joel Coen, amigos de Raimi y entonces todavía desconocidos, puliron algunos aspectos del guion sin recibir credito por su trabajo. El papel protagónico quedó en manos de Liam Neeson, con Frances McDormand como interés romántico, y Colin Friels y Larry Drake como los villanos.

Peyton Westlake (Neeson) es un científico que trabaja en el desarrollo de una piel sintética de origen orgánico, la cual ya es viable salvo porque se descompone y rompe a nivel celular tras sólo cien minutos, lo que invalida cualquier uso médico hasta que no pueda estabilizarla. Su novia, Julie Hastings (McDormand), es una abogada que trabaja para una firma de bienes raíces, quien descubre papeles que comprometen a Louis Strack Jr, dueño y presidente de la compañía a cargo de desarrollar una serie de edificios nuevos en la ciudad. Al confrontarlo, éste admite haber sobornado a las autoridades, pero le advierte que los papeles que tiene son peligrosos, pues Robert Durant (Drake), un mafioso local, también los quiere.

Peyton y su asistente son atacados esa noche por Durant y sus matones, quienes recuperan los papeles, no sin antes torturar y matar al asistente de Peyton. A éste lo golpean, le queman las manos, y sumergen su rostro en ácido mientras preparan todo para volar el lugar. Cuando Julie vuelve a casa es testigo de la explosión, y se convence de que Peyton está muerto, pues no hay forma de que haya podido sobrevivir a eso. En realidad, la explosión arrojó al científico al río, de donde fue rescatado y llevado al hospital como paciente desconocido, aunque asumen que se trata de un indigente.

Ahí le realizan un procedimiento experimental para tratarlo, y desconectan sus terminales nerviosas, con lo que queda imposibilitado de sentir dolor. Como consecuencia hay un flujo constante de adrenalina en su cuerpo, lo que le da una fuerza superior a la del hombre promedio. Por desgracia, el principal efecto secundario es una incapacidad para lidiar con sus emociones, lo que provoca violentos incidentes psicóticos, y justo uno de ellos le permite escapar del hospital. Tras descubrir su laboratorio destruido y el estado de su rostro, Peyton recupera lo que puede de su equipo y monta un laboratorio en una fábrica abandonada, desde donde empieza a planear su venganza.

A pesar de que la historia no está basada en cómic alguno, la primera impresión de los críticos de la época fue que era una perfecta película de cómics, y no es difícil entender por qué. Raimi es fan del medio de toda la vida, y aunque su personaje hace eco de figuras clásicas y trágicas como el Jorobado o el Fantasma de la Ópera, es innegable que tiene mucho de justiciero enmascarado. Tal vez no un héroe, pero sin duda un antihéroe tan atractivo como The Shadow o Batman y matizado por los tintes de horror y tragedia que su historia incorpora.

Vamos, incluso su origen tiene varios elementos que hemos venido a asociar con muchos personajes de cómic: un científico víctima de un accidente que lo transforma, que si bien no tiene superpoderes, hace uso de la fuerza adicional que le da el flujo de adrenalina en su organismo y sus conocimientos científicos para enfrentar a los criminales de su ciudad, sin importar que sus motivos, de inicio personales, sean un tanto egoístas. Eso, aderezado con la gran cantidad de guiños y homenajes visuales a viejas películas de horror, hacen de la película un festín para los aficionados al entretenimiento fantástico.

Destaco el gran manejo del arco de personaje que se realiza en sólo hora y media. Empezamos con Peyton Westlake, un hombre bueno y decente que quiere ayudar a otros y casarse con la mujer que ama. Sus episodios psicóticos y las acciones que realiza en su búsqueda de venganza lo convierten en un monstruo muy similar a aquellos que enfrenta, y al final es una trágica figura que comprende que ya no es el mismo, que detesta aquello en lo que se ha convertido, pero está dispuesto a abrazarlo y tomar un nuevo rol en el mundo, olvidándose por completo de su antigua vida.

Importante haber contado con un actor capaz de lidiar con todos esos aspectos del personaje y hacerlo bajo gruesas capas de maquillaje prostético (las sesiones de maquillaje rondaban las cinco horas, aunque pudieron reducirlo a tres), pero habría que apuntar que Neeson no era la primera opción de Raimi. De hecho, quería que el papel lo interpretase su mejor amigo, Bruce Campbell, pero en Universal no estaban seguros de que un actor con tan poca experiencia pudiera con la parte. De cualquier modo el ahora famoso actor tiene un cameo al final, además de haber ayudado con voces adicionales durante el proceso de edición, sobre todo gritos de criminales a punto de morir.

McDormand es la esposa de Joel Coen y ya conocía a Raimi, pero aún así tuvo que audicionar. Lo que es un hecho, pues lo han comentado en varias ocasiones tanto la actriz como el director, es que tuvieron muchas diferencias en el set sobre la forma de trabajar algunas de sus escenas. Julie debía ser una simple damisela en peligro, pero por momentos parece un personaje más fuerte e independiente de lo que uno podía esperar. Como sea, Raimi y McDormand siguen siendo amigos, así que todo fue para bien,

Por cierto, el papel de Julie estuvo a punto de quedar en manos de Julia Roberts, ex-novia de Neeson. Algunas versiones dicen que decidió no tomar el papel justo por el desgaste emocional de trabajar con su ex, y otras que fue porque en la misma época en que se dio el proceso de casting consiguió el protagónico de Pretty Woman (Mujer Bonita) y prefirió actuar en aquella. Por su parte, Friels y Drake hacen un gran trabajo como antagonistas, sobre todo el segundo, cuyo trabajo fue elogiado por la crítica.

Creo que uno de los puntos fuertes de la película, es lo dinámica que resulta. No sé que tal funcionaba en su versión más larga, pero el ritmo es perfecto, no tiene momentos muertos y las acciones pasan de forma ágil de una escena a otra. Hay errores que se pueden achacar a la poca experiencia de Raimi, pero son menores. Y ahora que volví a verla, hay algo que me sorprendió: la cámara siempre está en movimiento. Más allá de algunos close-ups, rara vez la toma se queda quieta. Puede estar moviéndose junto a la acción, o haciendo desplazamientos en dolly o grúas, y creo que esa labor de Raimi y Bill Pope, su director de fotografía, es parte importante de todo lo que resultó bien con la película.

La postproducción fue un proceso complicado y lleno de conflictos. El estudio no estaba de acuerdo con algunas de las escenas más violentas o grotescas que vieron en el primer corte, y pidieron una reedición. Eliminaron casi media hora de película, pero las reacciones de los grupos de prueba eran cada vez peores. Convencidos de que no había forma de salvar la película, ordenaron dejarla así y se resignaron a lo que resultase.

De acuerdo con Robert Tapert, socio productor de Raimi, él y el editor se metieron a escondidas a donde estaba la película, e hicieron nuevos cambios a la edición, rescatando más de diez minutos del material descartado y dejando la duración en los 96 minutos con que se estrenó. Para evitar que el estudio volviera a hacer cambios, mantuvieron el secreto tanto como pudieron, además de que trabajaron sobre el máster original, por lo que era muy difícil volver a editarla.

Mención aparte merece el soundtrack. Danny Elfman venía de hacer la elogiada banda sonora de Batman (Tim Burton, 1989), y hacía tiempo que quería trabajar con Raimi, por lo que saltó ante la oportunidad. De acuerdo con el famoso compositor, la experiencia le encantó, pues el estilo de Raimi se presta para piezas orquestales largas y sostenidas, sin tanta necesidad de fragmentos incidentales. Es fácil creer que ambos estuvieron muy satisfechos con la colaboración, pues han vuelto a hacer equipo en numerosas ocasiones.

Cuando la película por fin se estrenó, se convirtió en un éxito inmediato, recaudando en su primer fin de semana la mitad de su presupuesto de 16 millones. Al final tuvo una taquilla internacional de casi 49 millones, y aunque no había mucho interés de ninguna de las partes por realizar una secuela, se pensó en una serie de TV. Se hicieron cambios a la historia y el único actor que retomó su papel de la versión de cine fue Larry Drake, pero el piloto jamás se emitió ni derivó en la producción de una serie.

Fue hasta 1995 que se produjo una secuela, Darkman II: The Return of Durant, lanzada al mercado directo de video y con Arnold Vosloo (The Mummy, La Momia) en el papel principal, a la que siguió un año después otra secuela, Darkman III: Die Darkman Die.

Raimi no tiene buenos recuerdos de su primer trabajo para un estudio grande, pero más de una vez ha reconocido que parte importante del éxito inicial de la película se debe al departamento de marketing de Universal. No había mucho presupuesto, así que idearon una sencilla campaña que consistió en llenar las ciudades (carteleras, autobuses, paradas de autobús, estaciones del tren subterráneo, etc.) con pósters muy sencillos, impresos en un sólo color, que planteaban la pregunta ¿Quién es Darkman? Resultó una estrategia simple y efectiva.

La asociación que se hace entre esta película y los cómics se materializó casi al tiempo del extremo, pues Marvel Comics publicó una adaptación a cómic que se publicó en dos formatos. Uno fue una miniserie de tres números a color en el formato estándar de los cómics estadounidenses, la cual se vendió en tiendas especializadas, el otro, una edición tamaño revista con la historia completa en blanco y negro, para su venta en locales cerrados y tiendas de autoservicio.

En 1993 le siguió una miniserie de seis números, una secuela original a la película, sin relación con la presunta serie de TV o las posteriores secuelas en video. En años más recientes Dynamite Entertainment adquirió la licencia, pero lo único que ha publicado a la fecha es un crossover con Army of Darkness, otra propiedad creada por Raimi. Como curiosidad aparte, no había juguetes porque nadie había revisado los contratos y no sabían quién tenía los derechos. Raimi no sabía nada al respecto y en Universal creían que eran del director, pero hace unos años descubrieron que eran suyos y por fin empezaron a aparecer estatuas y figuras de acción.

A treinta años de distancia, a pesar de que ya se le nota la edad, sobre todo en lo que refiere a efectos visuales, Darkman ha envejecido con notable compostura, y se mantiene como una gran opción no sólo para fans de cómics o del cine de superhéroes o justicieros. Por desgracia la película no está disponible en ninguno de los servicios de streaming que hay en México, pero si pueden echarle mano a una copia, denle una oportunidad, puede que se lleven una agradable sorpresa.

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