UFC despidió 2018 con UFC 232, evento que tenía dos peleas muy atractivas para coronar su cartelera.
El combate estelar marcaba el regreso de Jon Jones, quizás el mejor peleador en haber pisado jamás el octágono, en una pelea de revancha contra Alexander Gustafsson, quizás el peleador que más cerca había estado de vencer a "Bones", quienes pelearían por el campeonato de peso semicompleto que quedó vacante luego de que Daniel Cormier conquistó el cinturón de peso completo, mismo que ya defendió exitosamente y espera hacerlo una vez más ante Brock Lesnar antes de retirarse.
La última pelea de Jones se había dado hace 17 meses, cuando noqueó a Daniel Cormier para recuperar el título que le había sido retirado un par de años antes, cuando se metió en problemas por su conducta fuera del octágono al participar en un choque con heridos y huir de la escena. El gusto de regresar a pelear y reconquistar el cinturón le duró poco, pues una prueba antidoping realizada un par de meses antes dio positivo, resultando en una suspensión de 15 meses y en que la pelea se declarase nula, devolviendo el campeonato a Cormier.
La primera vez que Jones enfrentó a Gustafsson, en 2013, lo hizo como campeón defensor en medio de uno de sus periodos más complicados, y el sueco pareció sorprenderlo, dominándolo durante los primeros dos asaltos del combate. En el tercero el campeón emparejó un poco las cosas, y pareció tomar el control en los últimos dos rounds. De hecho, estuvo muy cerca de finalizar a su oponente, pero se le acabó el tiempo y la decisión quedó en manos de los jueces, que determinaron que Jones había ganado el combate.
Lo cerrado de la pelea hizo que la decisión resultara controvertida, pues algunos analistas y aficionados consideraban que el sueco había ganado el combate. Esto fue uno de los temas centrales durante la promoción de la revancha, con Gustafsson afirmando que él había ganado y Jones declarando de forma tajante que esta vez no dejaría lugar a dudas, tras admitir que la primera vez no había tomado al sueco como una seria amenaza y que no se había preparado adecuadamente para el combate.
Si algo quedó claro la noche del sábado, es que Jones se tomó las cosas muy en serio. Greg Jackson, el entrenador en jefe de su equipo, siempre se ha caracterizado por la planeación estratégica de los combates de sus peleadores, y ésta no fue la excepción. La primera vez Jones cerró la distancia y se fajó en un intercambio directo con Gustafsson, donde el boxeo del sueco lo puso en apuros antes de que empezara a combinar sus ataques y sacar ventaja a su velocidad y alcance, pues hay que recordar que pese a su similar estatura (1.93 Jones, 1.95 Gustafsson), el estadounidense tiene mayor alcance con una envergadura de 2.14 contra los 2 m. del sueco.
Y justo el alcance y la velocidad fueron parte de la estrategia de Jones, quien además mostró un boxeo muy mejorado, con gran movimiento de pies y cadera y mejor técnica tanto al cabecear como en los desplazamientos, y más notoriamente en la técnica para entrar, ligar combinaciones y salir antes de que Gustafsson pudiese contragolpear. Tras ganar los primeros dos asaltos, Jones parecía ir tomando confianza. En el tercer asalto logró llevar al piso a su rival y de inmediato empezó a trabajar en el ground and pound con sus letales codos. El sueco hizo un par de esfuerzos por mejorar su posición para ponerse de pie, pero el ex-campeón es muy superior en el piso y se lo impidió.
Gustafsson trato de girar y casi entregó la espalda, pero con un brazo atrapado, lo que permitió que Jones lo castigara a placer hasta que el referí detuvo la pelea, decretando el knockout técnico a los dos minutos con veintidós segundos, con lo que Jones se convirtió nuevamente en el monarca de peso semicompleto de UFC. Queda claro que es un peleador tan peligroso como siempre, si no es que aún más, pues ahora parece finalmente empezar a mostrar madurez, lo que a sus 31 años hace pensar que, si logra dejar atrás sus problemas extra-deportivos habrá campeón para rato.
En la entrevista posterior a la pelea lanzó un velado reto a Daniel Cormier, quien se espera enfrente a Brock Lesnar dentro de unos meses. Cormier había declarado que, en caso de que la pelea con la estrella de WWE se viniera abajo, el único otro combate que tendría sentido antes de retirarse sería un tercer enfrentamiento con Jones, lo que deja abierta la posibilidad de que éste pudiera llevarse a cabo en 2019, independientemente de lo que pase con Lesnar, a quien, por cierto, Jones había retado en 2017 después de vencer a DC. En caso de que la pelea se lleve a cabo, Jones podría convertirse en otro campeón de dos divisiones.
La pelea coestelar fue por el título femenil de peso pluma, entre Cris "Cyborg" Justino, considerada por muchos como la mejor peleadora de MMA de todos los tiempos, y Amanda Nunes, campeona de peso gallo, quien buscaba convertirse en la primera mujer en ser campeona en dos categorías distintas, y además lograrlo de forma simultánea. Cyborg era la favorita, y con justa razón. No sólo la pelea sería en su división, sino que contaba con un largo historial de dominio abrumador sobre sus rivales.
Antes de la función le comenté a mi hermano que creía que Nunes era la peleadora más completa, pero que su desventaja podría estar en la fuerza, pues pese a estar en un peso más cercano a su natural, no tendría la ventaja en potencia que sobre sus rivales en las 135 libras. Como era de esperarse, Cyborg se mostró agresiva desde el primer momento, seguramente pensando en poner presión y llevar a Nunes contra la reja para contrarrestar su mayor velocidad y superior juego de piso.
La sorpresa fue ver a Nunes plantarse en el centro del octágono y pelear por la posición golpe a golpe. Tras unos cuantos segundos uno de sus derechazos sacudió a Cyborg, quien pareció vacilar y empezó a circular lateralmente intentando reponerse. Otrro golpe de Nunes la hizo trastabillar, pero logró mantenerse en pie, aunque visiblemente lastimada y casi de espaldas a la reja. Nunes mantuvo la presión, y tras otro breve intercambio, conectó otro combo que mandó a la lona de forma definitiva a Cyborg.
51 segundos fue todo lo que necesitó Nunes para proclamarse como la primera doble campeona de UFC y probablemente la mejor peleadora de todos los tiempos, presumiendo ahora de dos knockouts en menos de un minuto sobre gladiadoras que en su momento dominaron el deporte, pues hace un par de años destruyó a Ronda Rousey en apenas 48 segundos. A inicios de año Nunes había declarado que sólo quería un puñado de peleas más antes de retirarse, pero habrá que ver si sus planes cambian ahora que tiene ambos cinturones. Lo más probable es que UFC la obligue a declarar vacante alguno de los dos, pero eso es algo que al momento no es claro.
Del resto de la cartelera destacan la victoria de Alexander Volkanoski a Chad Mendes, pues ese impresionante knockout prueba que las dieciséis victorias consecutivas (6 en UFC) no son una casualidad y habría que empezar a contemplarlo como un serio contendiente en la división pluma de UFC, tal vez a sólo un par de victorias de poder pelear por el título que actualmente ostenta Max Holloway. Michael Chiesa hizo su debut en peso welter, y la sumisión sobre Carlos Condit es un prometedor inicio en esta nueva categoría de peso.
Ahora se vienen algunos cambios, pues el nuevo socio de televisión de UFC en Estados Unidos es ESPN, y sin duda eso afectará algunas de las transmisiones para México y América Latina de formas que aún no están del todo claras. Por lo pronto, Fighting Sports Network (antes UFC Network), vuelve a cambiar su nombre, ahora a Adrenalina Sports Network, y anuncia transmisiones de la XFL. Imagino que habrá además deportes extremos, pero será cuestión de tiempo averiguarlo.
El próximo evento de UFC será su debut en ESPN+, llevando como pelea estelar el duelo entre Henry Cejudo, campeón de peso mosca, y T.J. Dillashaw, campeón de peso gallo, en la que éste último buscará convertirse en otro doble campeón.
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