Dudé antes de publicar esto aquí. Nunca me ha gustado tocar temas demasiado personales, pero creo que parte de la idea de abrir un blog, y una de las razones para revivirlo tras varios años de inactividad, era justo poder externar ideas, opiniones y demás, así que no veo por qué no hacerlo. Pero si no les interesa saber nada de lo que pienso o siento en estos momentos, es buen momento para dejar de leer.
Como muchos saben, entre agosto y octubre me sometí a tres cirugías en los ojos, y aún estoy en el proceso de recuperación. Será hasta mediados de enero que los médicos decidan si es posible retirar el aceite de silicón que me pusieron en los ojos para ayudar al proceso de curación, lo que me permitiría retomar con normalidad todas mis actividades, y de no ser así, me harán pruebas para usar anteojos durante el resto del tiempo que deba seguir teniendo el silicón en los ojos.
Pero para fines prácticos, estoy congelado hasta entonces.
No puedo ver la TV, el cine sería una experiencia frustrante, y dado que mi agudeza visual es similar a la de una persona que necesita anteojos con una graduación muy alta y no los tiene, incluso salir a dar una vuelta a la calle es algo que no puedo siquiera considerar, a menos que lo haga acompañado. Así que tengo casi cuatro meses sin ir al cine, sin ver a mis amigos o convivir con alguien fuera de mi familia inmediata.
En términos generales me he adaptado a mi actual situación de la mejor manera posible. Puedo usar un teléfono celular, una tablet o una laptop con normalidad, así que no he perdido contacto con el resto del mundo. He tratado de hacerme una rutina que impida que mis actividades se vuelvan tediosas, y me he hecho espacio para escribir un poco todos los días, así que no todo ha sido malo. Pero no siempre es fácil, y hay días en que no me siento con ganas de hacer algo. En particular los últimos ocho o diez días han sido complicados.
En cuestiones laborales, hace un par de semanas me dijeron que me iban a pasar un nuevo cómic para traducir, pero no me lo han confirmado, y aunque tengo el material completo de esa serie, necesito que me confirmen que me lo van a asignar y cuál será el material contenido en el tomo. Ya una vez intenté adelantarme en una asignación que no me habían confirmado y al final le dieron el cómic a alguien más o usaron la traducción española, no sé, así que trabajé de gratis en algo que nadie vio jamás. Y sí, la traducción de cómic está muy mal pagada en México y no pienso hacerlo peor al trabajar de más sin pago alguno.
Al final, noviembre se convierte en el cuarto o quinto mes de este año en que no traduzco un sólo cómic. Y de repente me pregunto si no sería momento de olvidarme de un trabajo que disfruto mucho pero que no ofrece ninguna certeza económica, que es poco apreciado y mal pagado y mejor buscar dedicarme a otra cosa. No es la primera vez que lo pienso, y usualmente me dedico a hacer otras cosas para evitar deprimirme o estresarme de forma innecesaria. Pero esta semana no ha sido fácil.
Surgió la posibilidad de colaborar en un minicómic con un artista que además es buen amigo y estaba escribiendo el guion, pero no me siento motivado a terminarlo. Estoy durmiendo demasiado, no he visto series ni películas porque no estoy de humor, y paso el día haciendo cosas rutinarias que no me exigen demasiada atención. Y supongo que mi idea de evitar estresarme tampoco está funcionando, porque en los últimos días reapareció mi "caspa", la cual tuve hace cosa de año y medio, en los peores momentos de mi anterior trabajo, y al final resultó no ser tal, sino una reacción de estrés.
Escribir aquí, limpiar entradas viejas y traducir por gusto algunos textos se ha convertido en algo terapéutico, así que agradezco a aquellos que se toman unos minutos para leer estas publicaciones, pues quizás dejaría de hacerlo si me encontrara con que no hay visitas al blog.
Y eso. Supongo que sólo necesitaba desahogarme un poco al final de una semana peculiarmente complicada.
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