La semana pasada me tomé unos días de descanso de la blogósfera, no porque me haya ido de vacaciones (no lo hice) ni porque me preocupase que nadie me leyera, sino sólo para salirme un poco de la rutina y adelantar un poco con algunos asuntos pendientes. Esta semana retomaré las actualizaciones normales, pero quiero aprovechar este paréntesis en mis reseñas de libros y películas para darle salida a otro texto sobre mi filosofía personal en torno a la religión.
En esta época es fácil toparse con algún pseudocristiano sin idea de su propia religión o los orígenes de sus costumbres, pero que insiste en juzgar a otros y tratar de imponerles su visión de lo que está bien y cómo deben comportarse. Por eso mi Chuy (Chewie) favorito es el de aquí a la derecha.
No deja de sorprenderme lo fácil que es ponerlos en evidencia con temas como la vigilia o la cuaresma, pues rara vez encuentras uno que sepa de qué se tratan, de dónde vienen sus nombres o por qué se celebran. Y luego no quieren que uno utilice 'creyente' como sinónimo de ignorante.
En casa comemos pescado en estas fechas pero sin restricciones con otros alimentos, y por lo general me aseguro de que al menos uno de los días "de guardar" haya una comida llena de carnes rojas, nada más por el gusto de reafirmar mis principios. Me gustan muchos platillos de pescado o mariscos, pero no tanto como para comer sólo eso durante varios días seguidos. Me parece tonto hacer un ayuno simbólico a base de comer pescado, sobre todo porque éste era la base de la dieta en el lugar y época de los supuestos hechos que se conmemoran en estas fechas.
Si en verdad estuvieran comprometidos con su religión, cristianos y católicos harían algún sacrificio personal mayor a cambiar el menú del día. Los musulmanes tienen el ayuno del Ramadan, carajo, eso es compromiso y no pedazos (aunque tampoco me parece bueno). En fin, sólo quería ventilar un poco de la frustración que algunos fanáticos me hicieron sentir en los últimos días (inevitable, supongo, si vives en Iztapalapa), y para recordar a mis lectores que las opiniones vertidas en este blog provienen de alguien que se identifica como ateo o hereje.
Por cierto, por un amigo me enteré en estos días de la raíz etimológica de hereje. La palabra viene del latín hereticus, que significa opción y a su vez deriva del griego hairetikos, que literalmente significa capaz de elegir. Bajo esa perspectiva, considérenme orgulloso de ser hereje.
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