viernes, 30 de abril de 2010

Kafka on the Shore, de Haruki Murakami

Había escuchado y leído tanto sobre Haruki Murakami que sentía mucha curiosidad por leerlo. Hace un par de meses, cuando Santiago vino de visita a la Ciudad de México, comentábamos libros y salió su nombre en la conversación. Él me sugirió iniciar con Kafka on the Shore para ver que me parecía. Puse el libro en cuestión en la pila de pendientes y hace algunos días por fin lo acabé.

Tenía mis reservas sobre Murakami porque suelen mencionarlo cada vez que se discute sobre autores sobrevalorados, como Bolaño o Saramago, y ya que comparto la opinión de que esos dos autores son buenos, a secas, y no grandiosos o extraordinarios, como muchos piensan, temía hallarme ante otro caso similar. 

Por fortuna no fue así, o al menos no del todo, porque hubiese detestado pasar tantas horas leyendo un libro tan grande (algo más de 650 páginas) para terminar odiándolo.

El protagonista de Kafka on the Shore es un adolescente de 15 años, que al huir de casa adopta el nombre de Kafka para reemplazar su nombre real. Kafka Tamura huyó de su casa ante la perspectiva de enfrentar un futuro tan horrible que no desea comentarlo con nadie. Lleva años preparándose para este momento, hace ejercicio todos los días y adopta una conducta que le permite pasar desapercibido en la escuela, sin amigos y sin llamar la atención de sus profesores.

De manera paralela conocemos al Sr. Tanaka, un hombre de más de sesenta años que parece estar afectado de sus facultades mentales, pero posee la habilidad de comunicarse con los gatos, lo que le permite hacerse de ingresos adicionales a su pensión del estado al ofrecerse a buscar gatos extraviados.

Las historias de Kafka y Tanaka se cuentan de forma paralela, intercalando entre ambas una serie de reportes sobre un incidente en las montañas en 1944, durante la segunda guerra mundial, en el cual varios niños de una escuela cayeron súbitamente inconscientes sin razón aparente, y permanecieron así durante varias horas antes de recuperar la conciencia y sin recordar lo sucedido. Ese hecho tiene relación con el Sr. Tanaka, pero conforme avanza la historia queda en el olvido, pues Murakami se enfoca en la convergente historia de sus protagonistas.

La novela tiene cierto tinte surrealista pero mayormente se mantiene anclada en la realidad, excepto hacia el final, cuando la trama pierde coherencia y se siente forzada. Al principio se nota la intención de Murakami de estructurar su historia de acuerdo a un patrón clásico, al poner a Kafka en una posición como la de Edipo, que es su principal razón para huir de casa. Murakami explora la búsqueda interna de Kafka de la clase de persona que será y del lugar que ocupará en el mundo, trasladando las preguntas trascendentales del drama griego a un entorno contemporáneo.

Sin embargo, da la impresión de que Murakami está más preocupado por confundir al lector y mantenerlo ocupado tratando de descifrar la novela que en contar una historia o explorar ciertos temas. Mi mayor problema con esa decisión es que por momentos siento que la novela pisa los terrenos del realismo mágico al pretender que la historia se mueva entre el mundo real y otro plano, uno de corte metafísico donde elementos fantásticos y oníricos impactan la historia constantemente.

El resultado es una colección de grandes pasajes y extraordinarias escenas que no terminan de integrar un todo por la constante necedad del autor de recordar a sus lectores que tan culto e inteligente es. Esos destellos de soberbia creativa rompen el ritmo de la historia, entrecortando un relato que al principio atrapa al lector pero luego le invita a tomar una multitud de salidas e intermedios injustificados.

Sería incorrecto decir que encuentro a Murakami tan pretencioso o decepcionante como los autores mencionados al inicio, pero este primer encuentro con su obra me dejó un sabor agridulce. Supongo que será necesario leer otra de sus novelas antes de decidir si vale la pena seguirlo intentando, pero por lo pronto me parece que Kafka in the Shore estuvo cerca de ser una gran novela, pero su autor se rehusó a permitirlo. Recomendada pero con muchas reservas.

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