viernes, 23 de abril de 2010

Flow My Tears, The Policeman Said (Fluyan mis Lágrimas, dijo el Policía), de Philip K. Dick

Philip K. Dick es uno de los autores norteamericanos más respetados dentro de la ciencia ficción norteamericana y, a últimos años, dentro de la literatura en general. Sus historias son entretenidas y complejas, lo bastante atractivas como para haber servido de inspiración a varias películas (aún cuando éstas rara vez respetan la trama o el tono de las historias originales) con un éxito bastante aceptable.

Su trabajo está plagado por una fina pero profunda paranoia, templada sólo por la extraordinaria lucidez con que expresa sus ideas, algo digno de resaltar si consideramos su fuerte afición por las drogas experimentales.

La mayoría del trabajo de ciencia ficción de Dick sucede en el futuro cercano, mismo para nosotros ya es el pasado pero no por ello deja de ser vigente. La oscura y deprimente visión que Dick tenía del desarrollo de la sociedad humana, peculiarmente en entornos urbanos, es tan cercana a nuestra vida cotidiana que sus historias adquieren irremediablemente un cierto tinte siniestro y perturbador, tal como en el caso de Flow My Tears, The Policeman Said (Fluyan mis Lágrimas, dijo el Policía).

Jason Taverner, el protagonista de la novela, es un exitoso cantante y conductor de TV. Orgulloso y altanero, Taverner lo tiene todo. Es un "seis" (término que más adelante se explica es empleado para designar a humanos mejorados genéticamente), tiene una atractiva pareja (también una "seis"), más de treinta millones de fans que siguen su programa semana a semana, y una exitosa carrera discográfica. Pero todo ello desaparece de la noche a la mañana... literalmente.

Una noche, después de su programa, Jason es atacado con un extraño parásito por una examante despechada. Es llevado a un hospital para ser atendido, esperanzado de que aún estén a tiempo de salvarlo. A la mañana siguiente despierta en una impersonal habitación de un hotel barato. Confundido, intenta averiguar su paradero y situación, pero tras hacer varias llamadas telefónicas se encuentra con que nadie, ni siquiera su agente, parece conocerlo.

Algunas consultas rápidas le permiten averiguar que ninguna dependencia policíaca o gubernamental tiene registros de su existencia, algo muy difícil en el mundo en que vive, un mundo donde el gobierno es un estado policíaco que mantiene bajo constante vigilancia a una población a la que mantiene dócil con entretenimiento vacuo y drogas recreativas. El descubrimiento de que en su pueblo natal no hay registro de su nacimiento confronta a Jason Taverner con una verdad abrumadora: ha dejado de existir.

Armado con sus aptitudes sobrehumanas (mismas que permiten a los "seis" sobresalir en cualquier actividad) y con una buena cantidad de efectivo que tenía consigo, Taverner consigue identificaciones falsas para moverse con libertad, aunque no puede evitar un encuentro con la policía y es detenido. Así conoce al General de Policía Felix Buckman, que está convencido de que Taverner es parte de una conspiración antigubernamental, pues no hay otra explicación para que haya podido borrarse de todas las bases de datos del planeta.

La trama se vuelve un poco más compleja, nada inusual en las novelas de Dick, pero nunca tanto como para ser imposible de seguir. Como suele pasar en muchas de sus novelas, Dick parte de una premisa que poco a poco deja en segundo plano para concentrarse en sus protagonistas y en los temas que quiere explorar con ellos.

Flow my Tears... se convierte en una parábola sobre la soledad y la falta de afecto, la cual explora la condición humana desde una perspectiva bastante peculiar, pues analiza los papeles que la sociedad nos otorga y el peso que éstos tienen en nuestro desarrollo (o falta del mismo) como personas.

Dick abre la novela con un conflicto sobre la pérdida de identidad y empieza a discutir los valores humanos, la importancia del amor y la fortaleza del individuo como parte de la sociedad, pero después hace una valoración profundamente humanista de la importancia de las relaciones personales y la forma en que éstas alteran el mundo en que nos movemos, creando lazos que hacen que las diferencias entre la realidad objetiva y las realidades subjetivas resulten indistinguibles.

Felix Buckman, el policía del título, llora al final del día por todo lo que ha perdido, pero su historia es un llamado de atención para que aprendamos a valorar y nos aferremos a lo que todavía tenemos. Flow my Tears, the Policeman Said no es una de las mejores novelas de Dick, pero como la gran mayoría de ellas representa un viaje al interior de uno de los escritores más interesantes del siglo pasado y consigue que el lector se plantee una re-valoración de su percepción del mundo y la sociedad. Altamente recomendada.

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