Los hermanos Ethan y Joel Coen tienen un estilo muy definido, lo cual es de esperarse dada su larga trayectoria en la industria del cine. Pero esto no quiere decir que todas sus películas sean iguales o siquiera similares, lo que de verdad se agradece.
A Serious Man (Un Hombre Serio) cuenta la historia de Larry Gopnik (Michael Stuhlbarg), un profesor de física universitaria en algún rincón del medio oeste norteamericano. En vísperas de recibir nombramiento como parte definitiva de la facultad, Larry atraviesa una serie de momentos complicados.
Su esposa Judith (Sari Lennick), le informa que quiere el divorcio, pero no sólo legal, si no también religioso, porque se ha enamorado de un viejo y pomposo amigo de la familia, Sy Ableman (Fred Melamed), y tiene la intención de casarse con él por ambas vías. Sus hijos Danny y Sarah son indisciplinados y caprichosos.
Danny está a unas semanas de celebrar su Bar Mitzvah y tiene toda clase de problemas, y Sarah le roba dinero de la cartera porque quiere ahorrar para operarse la nariz. Arthur (Richard Kind), hermano de Larry, sufre de una enfermedad que le impide buscar empleo y lleva semanas durmiendo en su sofá, donde dedica su tiempo a drenarse un quiste y trabajar en su libro, un supuesto tratado que permitiría aproximarse a un pronóstico preciso del cálculo de probabilidades.
Además, uno de los alumnos de Larry está molesto por haber reprobado y tiene a Larry en un aprieto, debatiéndose entre aceptar un soborno o ser chantajeado, al tiempo que le informan que una serie de anónimos han llegado a la Universidad presionando para que no se le integre a la facultad. Agobiado y necesitado de equilibrio emocional, Larry busca apoyo en su fe, así que se entrevista con tres rabinos, sin encontrar con ellos la paz interior que busca y necesita.
Los Coen exploran una amplia variedad de temas en esta película, desde la responsabilidad familiar hasta la fe y la mortalidad, pasando por problemas académicos, dudas existenciales, comportamiento criminal y fenómenos dentales. Y todo ello desde la perspectiva de un tranquilo hombre judío. Los Coen mismos son judíos, pero rara vez permiten que temas alusivos a su religión formen parte tan importante de sus películas.
Ambientada a finales de los 1960 (un calendario sugiere que es 1967, pero se mencionan algunos discos aparecidos en años posteriores), A Serious Man es una comedia oscura y por momentos deprimente, que lo mismo puede provocar una carcajada que una sonrisa triste o melancólica, y resulta reminiscente de algunas de las películas de Woody Allen producidas en los años 70. Diablos, incluso es fácil imaginarse a Allen interpretando el papel de Larry.
El ritmo semilento de la película y la fuerte presencia de temas religiosos pueden hacer de A Serious Man una película difícil de aceptar o entender (vi a varias personas abandonando la sala a mitad de la función), razón por la cual dudo que permanezca mucho tiempo en cartelera. Si son afectos al cine de los Coen o les gusta probar alternativas al cine comercial, debieran darle una oportunidad. Pudiesen llevarse una grata sorpresa.
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